A ellos les sucedieron estas cosas como ejemplo, y se han escrito para escarmiento de quienes vivimos ya en estos tiempos que son los últimos. Así que si alguno presume de mantenerse firme, esté alerta no sea que caiga. (1 Corintios 10:11-12)


Hay ocasiones en las que los seguidores de Jesús desarrollamos un cierto sentido de invulnerabilidad. Por alguna extraña razón consideramos que los peligros que acechan a otros no tienen nada que hacer con nosotros. Esta actitud es imprudente y nos sitúa en una posición de franco peligro espiritual.

En este contexto el apóstol habla de cómo el pueblo de Israel estuvo en una situación espiritual privilegiada y cómo experimento la presencia e intervención del Señor de una forma inusitada y, sin embargo, a pesar de todo ello, en palabras del mismo Pablo, "la mayor parte de ellos no agradó a Dios". Con este telón de fondo nos indica que todas esas experiencias del pueblo de Israel deberían ser para nosotros de ejemplo, de motivación, de aprendizaje para no repetir y no caer en sus mismos errores. Desgraciadamente, el refrán castellano indica que, "nadie escarmienta en cabeza ajena" y la capacidad del ser humano, incluidos nosotros mismos para aprender de la vida de otros es, por decirlo de alguna manera, muy, pero que muy limitada.

De ahí que Pablo nos invite a una actitud alerta y vigilante. A ser muy conscientes de nuestra fragilidad y debilidad. A conocer las áreas, situaciones y relaciones que nos son o puedan ser fuentes de una evidente vulnerabilidad que nos haga caer. Sin duda, esto pasa por una buena dosis de conocimiento de uno mismo, de saber cómo somos, que inclinaciones tenemos y en dónde estamos en situaciones que nos pueden hacer caer sin remisión.


¿Cuáles son tus áreas de vulnerabilidad?



A ellos les sucedieron estas cosas como ejemplo, y se han escrito para escarmiento de quienes vivimos ya en estos tiempos que son los últimos. Así que si alguno presume de mantenerse firme, esté alerta no sea que caiga. (1 Corintios 10:11-12)


Hay ocasiones en las que los seguidores de Jesús desarrollamos un cierto sentido de invulnerabilidad. Por alguna extraña razón consideramos que los peligros que acechan a otros no tienen nada que hacer con nosotros. Esta actitud es imprudente y nos sitúa en una posición de franco peligro espiritual.

En este contexto el apóstol habla de cómo el pueblo de Israel estuvo en una situación espiritual privilegiada y cómo experimento la presencia e intervención del Señor de una forma inusitada y, sin embargo, a pesar de todo ello, en palabras del mismo Pablo, "la mayor parte de ellos no agradó a Dios". Con este telón de fondo nos indica que todas esas experiencias del pueblo de Israel deberían ser para nosotros de ejemplo, de motivación, de aprendizaje para no repetir y no caer en sus mismos errores. Desgraciadamente, el refrán castellano indica que, "nadie escarmienta en cabeza ajena" y la capacidad del ser humano, incluidos nosotros mismos para aprender de la vida de otros es, por decirlo de alguna manera, muy, pero que muy limitada.

De ahí que Pablo nos invite a una actitud alerta y vigilante. A ser muy conscientes de nuestra fragilidad y debilidad. A conocer las áreas, situaciones y relaciones que nos son o puedan ser fuentes de una evidente vulnerabilidad que nos haga caer. Sin duda, esto pasa por una buena dosis de conocimiento de uno mismo, de saber cómo somos, que inclinaciones tenemos y en dónde estamos en situaciones que nos pueden hacer caer sin remisión.


¿Cuáles son tus áreas de vulnerabilidad?



A ellos les sucedieron estas cosas como ejemplo, y se han escrito para escarmiento de quienes vivimos ya en estos tiempos que son los últimos. Así que si alguno presume de mantenerse firme, esté alerta no sea que caiga. (1 Corintios 10:11-12)


Hay ocasiones en las que los seguidores de Jesús desarrollamos un cierto sentido de invulnerabilidad. Por alguna extraña razón consideramos que los peligros que acechan a otros no tienen nada que hacer con nosotros. Esta actitud es imprudente y nos sitúa en una posición de franco peligro espiritual.

En este contexto el apóstol habla de cómo el pueblo de Israel estuvo en una situación espiritual privilegiada y cómo experimento la presencia e intervención del Señor de una forma inusitada y, sin embargo, a pesar de todo ello, en palabras del mismo Pablo, "la mayor parte de ellos no agradó a Dios". Con este telón de fondo nos indica que todas esas experiencias del pueblo de Israel deberían ser para nosotros de ejemplo, de motivación, de aprendizaje para no repetir y no caer en sus mismos errores. Desgraciadamente, el refrán castellano indica que, "nadie escarmienta en cabeza ajena" y la capacidad del ser humano, incluidos nosotros mismos para aprender de la vida de otros es, por decirlo de alguna manera, muy, pero que muy limitada.

De ahí que Pablo nos invite a una actitud alerta y vigilante. A ser muy conscientes de nuestra fragilidad y debilidad. A conocer las áreas, situaciones y relaciones que nos son o puedan ser fuentes de una evidente vulnerabilidad que nos haga caer. Sin duda, esto pasa por una buena dosis de conocimiento de uno mismo, de saber cómo somos, que inclinaciones tenemos y en dónde estamos en situaciones que nos pueden hacer caer sin remisión.


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