Acto seguido {después de su bautismo} el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto, donde Satanás lo puso a prueba durante cuarenta días. (Marcos 1:12)


No es mi intención acercarme a las tentaciones de Jesús para estudiarlas, muchas personas ya lo han hecho y con mucha mayor profundidad y entendimiento de lo que yo jamás podría alcanzar. Quiero acercarme desde dos puntos de vista que son relevantes para mí como persona que desea y se esfuerza por seguir al Maestro.

El primer punto de vista es enfatizar que Jesús optó por la obediencia. Pablo, en el libro de Romanos, indica que Jesús es el nuevo Adán. El apóstol hace un paralelismo entre el Adán del libro de Génesis y el Maestro. El primer Adán optó por la desobediencia y la rebelión contra Dios; sucumbió a la tentación y con su pecado arrastró a todo el género humano,  nos separó del Señor, nos rompió interiormente en nuestra humanidad, rompió nuestras relaciones con otros seres humanos y con la creación de Dios en su conjunto. Todo, indica Pablo, por la desobediencia de un hombre. Pero Jesús, tal y como lo demuestra su manera de afrontar las tentaciones, eligió el camino opuesto, la obediencia y la sumisión a Dios y su voluntad; y por medio de esta obediencia ha abierto el camino para que podamos ser restaurados en esas cuatro grandes rupturas que el pecado produjo en el ser humano. Jesús, el nuevo Adán, salió victorioso donde el primer -la tentación y el pecado- fracasó.

El segundo punto de vista es la capacidad que Jesús tiene de empatizar con el pecador. Quien nunca ha sido tentado no puede entender la presión del pecado sobre el ser humano. Para mí, personalmente, sería muy difícil poder seguir a un Dios que nunca ha vivido la experiencia humana, que nunca ha estado sometido a las presiones que yo experimento día a día. Como bien dice el libro de Hebreos, nuestro Dios si puede entender y compadecerse, puesto que a excepción del pecado ha experimentado todas las dimensiones de la realidad humana, incluidas la tentación y la muerte. Por eso podemos acercarnos a Él, como indica el anónimo autor de Hebreos, con plena confianza puesto que Él entiende.


¿Qué beneficio puede aportar a tu vida meditar en las tentaciones de jesús?



Acto seguido {después de su bautismo} el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto, donde Satanás lo puso a prueba durante cuarenta días. (Marcos 1:12)


No es mi intención acercarme a las tentaciones de Jesús para estudiarlas, muchas personas ya lo han hecho y con mucha mayor profundidad y entendimiento de lo que yo jamás podría alcanzar. Quiero acercarme desde dos puntos de vista que son relevantes para mí como persona que desea y se esfuerza por seguir al Maestro.

El primer punto de vista es enfatizar que Jesús optó por la obediencia. Pablo, en el libro de Romanos, indica que Jesús es el nuevo Adán. El apóstol hace un paralelismo entre el Adán del libro de Génesis y el Maestro. El primer Adán optó por la desobediencia y la rebelión contra Dios; sucumbió a la tentación y con su pecado arrastró a todo el género humano,  nos separó del Señor, nos rompió interiormente en nuestra humanidad, rompió nuestras relaciones con otros seres humanos y con la creación de Dios en su conjunto. Todo, indica Pablo, por la desobediencia de un hombre. Pero Jesús, tal y como lo demuestra su manera de afrontar las tentaciones, eligió el camino opuesto, la obediencia y la sumisión a Dios y su voluntad; y por medio de esta obediencia ha abierto el camino para que podamos ser restaurados en esas cuatro grandes rupturas que el pecado produjo en el ser humano. Jesús, el nuevo Adán, salió victorioso donde el primer -la tentación y el pecado- fracasó.

El segundo punto de vista es la capacidad que Jesús tiene de empatizar con el pecador. Quien nunca ha sido tentado no puede entender la presión del pecado sobre el ser humano. Para mí, personalmente, sería muy difícil poder seguir a un Dios que nunca ha vivido la experiencia humana, que nunca ha estado sometido a las presiones que yo experimento día a día. Como bien dice el libro de Hebreos, nuestro Dios si puede entender y compadecerse, puesto que a excepción del pecado ha experimentado todas las dimensiones de la realidad humana, incluidas la tentación y la muerte. Por eso podemos acercarnos a Él, como indica el anónimo autor de Hebreos, con plena confianza puesto que Él entiende.


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Acto seguido {después de su bautismo} el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto, donde Satanás lo puso a prueba durante cuarenta días. (Marcos 1:12)


No es mi intención acercarme a las tentaciones de Jesús para estudiarlas, muchas personas ya lo han hecho y con mucha mayor profundidad y entendimiento de lo que yo jamás podría alcanzar. Quiero acercarme desde dos puntos de vista que son relevantes para mí como persona que desea y se esfuerza por seguir al Maestro.

El primer punto de vista es enfatizar que Jesús optó por la obediencia. Pablo, en el libro de Romanos, indica que Jesús es el nuevo Adán. El apóstol hace un paralelismo entre el Adán del libro de Génesis y el Maestro. El primer Adán optó por la desobediencia y la rebelión contra Dios; sucumbió a la tentación y con su pecado arrastró a todo el género humano,  nos separó del Señor, nos rompió interiormente en nuestra humanidad, rompió nuestras relaciones con otros seres humanos y con la creación de Dios en su conjunto. Todo, indica Pablo, por la desobediencia de un hombre. Pero Jesús, tal y como lo demuestra su manera de afrontar las tentaciones, eligió el camino opuesto, la obediencia y la sumisión a Dios y su voluntad; y por medio de esta obediencia ha abierto el camino para que podamos ser restaurados en esas cuatro grandes rupturas que el pecado produjo en el ser humano. Jesús, el nuevo Adán, salió victorioso donde el primer -la tentación y el pecado- fracasó.

El segundo punto de vista es la capacidad que Jesús tiene de empatizar con el pecador. Quien nunca ha sido tentado no puede entender la presión del pecado sobre el ser humano. Para mí, personalmente, sería muy difícil poder seguir a un Dios que nunca ha vivido la experiencia humana, que nunca ha estado sometido a las presiones que yo experimento día a día. Como bien dice el libro de Hebreos, nuestro Dios si puede entender y compadecerse, puesto que a excepción del pecado ha experimentado todas las dimensiones de la realidad humana, incluidas la tentación y la muerte. Por eso podemos acercarnos a Él, como indica el anónimo autor de Hebreos, con plena confianza puesto que Él entiende.


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