Cristo nos ha liberado para que disfrutemos de libertad. Manteneos, pues, firmes y no permitáis que os conviertan de nuevo en esclavos. (Gálatas 5:1)


La libertad da miedo. Se lo da a algunas personas que acostumbradas a vivir vidas pautadas por los demás, no saben qué hacer con la libertad, no saben cómo manejarla y trabajarla. Para estos existe la tentación de querer volver a ser esclavos pues, al fin y al cabo, la esclavitud tiene, desde su perspectiva ventajas y ofrece previsibilidad y cierta seguridad. También da miedo a muchos líderes. Si la gente piensa por sí misma, si desarrollan sus propios criterios, si toman sus propias decisiones, será más difícil de manejar y manipular. Hay que utilizar el miedo para mantenerlos esclavizados y así más fácilmente manejables.

Pero Cristo, según dice el apóstol, nos llama a ser libres y nos advierte sobre el peligro de que otras personas deseen convertirnos en esclavos, someternos de nuevo al miedo de que nuestra relación con Dios depende de nuestro desempeño y si no estamos a la altura... perdemos la gracia y el favor del Señor. Naturalmente, esos líderes serán los que determinarán, como lo hacían los judaizantes, cuáles son los requisitos que debemos cumplir. Ellos serán los que expedirán patentes de ortodoxia y santidad según sus propios y limitados criterios. Tratarán de regular nuestras vidas en función de su comprensión de la fe que, naturalmente es la única, la mejor y la definitiva. Hemos sido llamados a ser libres, somos hijos y herederos de Dios, el Espíritu del Señor habita en nosotros y ha prometido guiarnos a toda la verdad. Personalmente no me dejaré esclavizar.


¿Sabes vivir en libertad?



Cristo nos ha liberado para que disfrutemos de libertad. Manteneos, pues, firmes y no permitáis que os conviertan de nuevo en esclavos. (Gálatas 5:1)


La libertad da miedo. Se lo da a algunas personas que acostumbradas a vivir vidas pautadas por los demás, no saben qué hacer con la libertad, no saben cómo manejarla y trabajarla. Para estos existe la tentación de querer volver a ser esclavos pues, al fin y al cabo, la esclavitud tiene, desde su perspectiva ventajas y ofrece previsibilidad y cierta seguridad. También da miedo a muchos líderes. Si la gente piensa por sí misma, si desarrollan sus propios criterios, si toman sus propias decisiones, será más difícil de manejar y manipular. Hay que utilizar el miedo para mantenerlos esclavizados y así más fácilmente manejables.

Pero Cristo, según dice el apóstol, nos llama a ser libres y nos advierte sobre el peligro de que otras personas deseen convertirnos en esclavos, someternos de nuevo al miedo de que nuestra relación con Dios depende de nuestro desempeño y si no estamos a la altura... perdemos la gracia y el favor del Señor. Naturalmente, esos líderes serán los que determinarán, como lo hacían los judaizantes, cuáles son los requisitos que debemos cumplir. Ellos serán los que expedirán patentes de ortodoxia y santidad según sus propios y limitados criterios. Tratarán de regular nuestras vidas en función de su comprensión de la fe que, naturalmente es la única, la mejor y la definitiva. Hemos sido llamados a ser libres, somos hijos y herederos de Dios, el Espíritu del Señor habita en nosotros y ha prometido guiarnos a toda la verdad. Personalmente no me dejaré esclavizar.


¿Sabes vivir en libertad?



Cristo nos ha liberado para que disfrutemos de libertad. Manteneos, pues, firmes y no permitáis que os conviertan de nuevo en esclavos. (Gálatas 5:1)


La libertad da miedo. Se lo da a algunas personas que acostumbradas a vivir vidas pautadas por los demás, no saben qué hacer con la libertad, no saben cómo manejarla y trabajarla. Para estos existe la tentación de querer volver a ser esclavos pues, al fin y al cabo, la esclavitud tiene, desde su perspectiva ventajas y ofrece previsibilidad y cierta seguridad. También da miedo a muchos líderes. Si la gente piensa por sí misma, si desarrollan sus propios criterios, si toman sus propias decisiones, será más difícil de manejar y manipular. Hay que utilizar el miedo para mantenerlos esclavizados y así más fácilmente manejables.

Pero Cristo, según dice el apóstol, nos llama a ser libres y nos advierte sobre el peligro de que otras personas deseen convertirnos en esclavos, someternos de nuevo al miedo de que nuestra relación con Dios depende de nuestro desempeño y si no estamos a la altura... perdemos la gracia y el favor del Señor. Naturalmente, esos líderes serán los que determinarán, como lo hacían los judaizantes, cuáles son los requisitos que debemos cumplir. Ellos serán los que expedirán patentes de ortodoxia y santidad según sus propios y limitados criterios. Tratarán de regular nuestras vidas en función de su comprensión de la fe que, naturalmente es la única, la mejor y la definitiva. Hemos sido llamados a ser libres, somos hijos y herederos de Dios, el Espíritu del Señor habita en nosotros y ha prometido guiarnos a toda la verdad. Personalmente no me dejaré esclavizar.


¿Sabes vivir en libertad?