¿Sabéis, acaso, qué os sucederá mañana? Pues nuestra vida es como una nube de vapor, que aparece un instante y al punto se disipa. Haríais mejor en decir: "Si el Señor quiere , viviremos y haremos esto o aquello". (Santiago 4: 14-15)


Una cosa son las estadísticas y otra es lo imprevisible que puede ser la vida. En función del país en que vivamos y del grupo social al que pertenezcamos, y siempre según las estadísticas, tenemos la probabilidad de vivir una cantidad de años mayor o menor. En España, el país donde vivo, la esperanza de vida es de 83,3 años, lo cual quiere decir que me quedan poco más de 20 años. Pero claro, esa cifra es pura estadística, la vida puede salir al encuentro en la forma de un accidente, una enfermedad, cualquier otro tipo de desgracia e incluso la muerte, acabando de golpe con nuestra autosuficiencia y quimera de que controlamos nuestras propias vidas.

La Escritura enfatiza una y otra vez que el futuro está en las manos de Dios y el ser humano es frágil por naturaleza. Aunque creamos lo contrario no tenemos ni siquiera control sobre el día de mañana, literalmente sobre las 24 horas siguientes de nuestra vida. Porque a pesar de que nosotros tenemos la capacidad de ejercer influencia sobre muchas de las variables que nos afectan, existen multitud de otras que no podemos controlar, o lo que es peor aún, ni siquiera podemos imaginar o predecir. Ante tal realidad Santiago nos recomienda que afrontemos la vida con una actitud de vulnerabilidad y fragilidad que queda expresada con la afirmación: "Si Dios quiere". El escritor no nos pide que la incorporemos como un mantra o una frase hecha, como tantas otras que los evangélicos somos tan dados a usar; antes al contrario, es una afirmación, una declaración de principios acerca de quién tiene el control de nuestra vida y futuro y cómo deberíamos vivir el presente a la luz de esa realidad. Cuando tiene mi edad (fácilmente deducible a la luz de lo que afirmé sobre la esperanza de vida en España) cuesta menos vivir con ese sentido; cuando se es joven y lleno de vida se ha de ser más intencional y proactivo en incorporarlo.


¿Qué efecto puede tener sobre tu día a día incorporar lo que Santiago enseña?



¿Sabéis, acaso, qué os sucederá mañana? Pues nuestra vida es como una nube de vapor, que aparece un instante y al punto se disipa. Haríais mejor en decir: "Si el Señor quiere , viviremos y haremos esto o aquello". (Santiago 4: 14-15)


Una cosa son las estadísticas y otra es lo imprevisible que puede ser la vida. En función del país en que vivamos y del grupo social al que pertenezcamos, y siempre según las estadísticas, tenemos la probabilidad de vivir una cantidad de años mayor o menor. En España, el país donde vivo, la esperanza de vida es de 83,3 años, lo cual quiere decir que me quedan poco más de 20 años. Pero claro, esa cifra es pura estadística, la vida puede salir al encuentro en la forma de un accidente, una enfermedad, cualquier otro tipo de desgracia e incluso la muerte, acabando de golpe con nuestra autosuficiencia y quimera de que controlamos nuestras propias vidas.

La Escritura enfatiza una y otra vez que el futuro está en las manos de Dios y el ser humano es frágil por naturaleza. Aunque creamos lo contrario no tenemos ni siquiera control sobre el día de mañana, literalmente sobre las 24 horas siguientes de nuestra vida. Porque a pesar de que nosotros tenemos la capacidad de ejercer influencia sobre muchas de las variables que nos afectan, existen multitud de otras que no podemos controlar, o lo que es peor aún, ni siquiera podemos imaginar o predecir. Ante tal realidad Santiago nos recomienda que afrontemos la vida con una actitud de vulnerabilidad y fragilidad que queda expresada con la afirmación: "Si Dios quiere". El escritor no nos pide que la incorporemos como un mantra o una frase hecha, como tantas otras que los evangélicos somos tan dados a usar; antes al contrario, es una afirmación, una declaración de principios acerca de quién tiene el control de nuestra vida y futuro y cómo deberíamos vivir el presente a la luz de esa realidad. Cuando tiene mi edad (fácilmente deducible a la luz de lo que afirmé sobre la esperanza de vida en España) cuesta menos vivir con ese sentido; cuando se es joven y lleno de vida se ha de ser más intencional y proactivo en incorporarlo.


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¿Sabéis, acaso, qué os sucederá mañana? Pues nuestra vida es como una nube de vapor, que aparece un instante y al punto se disipa. Haríais mejor en decir: "Si el Señor quiere , viviremos y haremos esto o aquello". (Santiago 4: 14-15)


Una cosa son las estadísticas y otra es lo imprevisible que puede ser la vida. En función del país en que vivamos y del grupo social al que pertenezcamos, y siempre según las estadísticas, tenemos la probabilidad de vivir una cantidad de años mayor o menor. En España, el país donde vivo, la esperanza de vida es de 83,3 años, lo cual quiere decir que me quedan poco más de 20 años. Pero claro, esa cifra es pura estadística, la vida puede salir al encuentro en la forma de un accidente, una enfermedad, cualquier otro tipo de desgracia e incluso la muerte, acabando de golpe con nuestra autosuficiencia y quimera de que controlamos nuestras propias vidas.

La Escritura enfatiza una y otra vez que el futuro está en las manos de Dios y el ser humano es frágil por naturaleza. Aunque creamos lo contrario no tenemos ni siquiera control sobre el día de mañana, literalmente sobre las 24 horas siguientes de nuestra vida. Porque a pesar de que nosotros tenemos la capacidad de ejercer influencia sobre muchas de las variables que nos afectan, existen multitud de otras que no podemos controlar, o lo que es peor aún, ni siquiera podemos imaginar o predecir. Ante tal realidad Santiago nos recomienda que afrontemos la vida con una actitud de vulnerabilidad y fragilidad que queda expresada con la afirmación: "Si Dios quiere". El escritor no nos pide que la incorporemos como un mantra o una frase hecha, como tantas otras que los evangélicos somos tan dados a usar; antes al contrario, es una afirmación, una declaración de principios acerca de quién tiene el control de nuestra vida y futuro y cómo deberíamos vivir el presente a la luz de esa realidad. Cuando tiene mi edad (fácilmente deducible a la luz de lo que afirmé sobre la esperanza de vida en España) cuesta menos vivir con ese sentido; cuando se es joven y lleno de vida se ha de ser más intencional y proactivo en incorporarlo.


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