Un sacrificio no te satisface, si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado, un corazón arrepentido y humillado, oh Dios, no lo desprecias. (Salmo 51:18-19)


Este salmo fue escrito por David después de ser confrontado por el profeta Natán como consecuencia de su adulterio con Betsabé; se trata de una auténtica reflexión y confesión acerca del pecado y el arrepentimiento ¿Qué hacer cuándo uno ha pecado contra Dios y, consecuentemente, la comunión con Él se ha roto? ¿Cómo es posible restablecerla de nuevo? El proceso, según David, pasa por un auténtico arrepentimiento y no tiene tanto a ver con reuniones, ofrendas, ceremonias, cultos y cualquier equivalente moderno de los antiguos ritos judíos; el proceso pasa por el corazón. Porque una y otra vez la Escritura nos indica que lo que al Señor le preocupa es precisamente eso, el corazón, el estado del mismo. Todo, cuando hablamos de la relación con Dios, se resume a cuestiones del corazón, eso es todo lo que al Señor le preocupa; no es de extrañar que Proverbios nos aconseje que ante todo guardemos el corazón. 

David nos indica el tipo de corazón que debemos cultivar, aquel que el Señor acepta gustoso -y que además a nosotros nos hace bien y nos resulta saludable- Dios nos dice que no continuemos dándole lo que no busca ni desea y que nos esforcemos en ofrecerle lo que espera y nosotros necesitamos, un corazón arrepentido y humillado. 


¿Cuál es el estado de tu corazón? ¿Qué le estás ofreciendo al Señor?



Un sacrificio no te satisface, si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado, un corazón arrepentido y humillado, oh Dios, no lo desprecias. (Salmo 51:18-19)


Este salmo fue escrito por David después de ser confrontado por el profeta Natán como consecuencia de su adulterio con Betsabé; se trata de una auténtica reflexión y confesión acerca del pecado y el arrepentimiento ¿Qué hacer cuándo uno ha pecado contra Dios y, consecuentemente, la comunión con Él se ha roto? ¿Cómo es posible restablecerla de nuevo? El proceso, según David, pasa por un auténtico arrepentimiento y no tiene tanto a ver con reuniones, ofrendas, ceremonias, cultos y cualquier equivalente moderno de los antiguos ritos judíos; el proceso pasa por el corazón. Porque una y otra vez la Escritura nos indica que lo que al Señor le preocupa es precisamente eso, el corazón, el estado del mismo. Todo, cuando hablamos de la relación con Dios, se resume a cuestiones del corazón, eso es todo lo que al Señor le preocupa; no es de extrañar que Proverbios nos aconseje que ante todo guardemos el corazón. 

David nos indica el tipo de corazón que debemos cultivar, aquel que el Señor acepta gustoso -y que además a nosotros nos hace bien y nos resulta saludable- Dios nos dice que no continuemos dándole lo que no busca ni desea y que nos esforcemos en ofrecerle lo que espera y nosotros necesitamos, un corazón arrepentido y humillado. 


¿Cuál es el estado de tu corazón? ¿Qué le estás ofreciendo al Señor?



Un sacrificio no te satisface, si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado, un corazón arrepentido y humillado, oh Dios, no lo desprecias. (Salmo 51:18-19)


Este salmo fue escrito por David después de ser confrontado por el profeta Natán como consecuencia de su adulterio con Betsabé; se trata de una auténtica reflexión y confesión acerca del pecado y el arrepentimiento ¿Qué hacer cuándo uno ha pecado contra Dios y, consecuentemente, la comunión con Él se ha roto? ¿Cómo es posible restablecerla de nuevo? El proceso, según David, pasa por un auténtico arrepentimiento y no tiene tanto a ver con reuniones, ofrendas, ceremonias, cultos y cualquier equivalente moderno de los antiguos ritos judíos; el proceso pasa por el corazón. Porque una y otra vez la Escritura nos indica que lo que al Señor le preocupa es precisamente eso, el corazón, el estado del mismo. Todo, cuando hablamos de la relación con Dios, se resume a cuestiones del corazón, eso es todo lo que al Señor le preocupa; no es de extrañar que Proverbios nos aconseje que ante todo guardemos el corazón. 

David nos indica el tipo de corazón que debemos cultivar, aquel que el Señor acepta gustoso -y que además a nosotros nos hace bien y nos resulta saludable- Dios nos dice que no continuemos dándole lo que no busca ni desea y que nos esforcemos en ofrecerle lo que espera y nosotros necesitamos, un corazón arrepentido y humillado. 


¿Cuál es el estado de tu corazón? ¿Qué le estás ofreciendo al Señor?