Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. Ellos se doblegan y caen. Nosotros permanecemos en pie. (Salmo 20:6-7)


El ejército y su tamaño eran y son, en buena parte, la seguridad y fuerza de las naciones. Unas se arman para expandirse, otras para protegerse; en cualquier caso la cantidad y calidad del armamento es decisivo, fundamental. David, como buen militar entiende que los carros y los caballos son esenciales para determinar la fortaleza de un ejército y a mayor número de los mismos mayor confianza de los gobernantes. Más allá del tema bélico el salmista plantea una cuestión de fondo que es muy importante y relevante para cualquier seguidor de Jesús ¿En qué o en quién basamos nuestra confianza?

Todos tenemos una necesidad de sentirnos seguros; esto se acrecienta más y más en un mundo tan complejo, incierto, volátil y ambiguo como en el que nos ha tocado vivir. No es nada inusual que el futuro se nos presente amenazador como consecuencia de la combinación de todos esos factores que antes he mencionado. Cuando esto se da ¿En qué o en quién podemos basar nuestra confianza? El pasado reciente nos ha dado numerosos ejemplos de cómo aquellas cosas o personas que considerábamos dignas de confianza y en las que habíamos depositado nuestra seguridad nos han fallado estrepitosamente; entidades bancarias, gobiernos, instituciones y personas que eran un referente de seguridad. En ocasiones nuestro postrer estado -ante esos fallos- ha sido peor que el primero -el que nos llevó a confiar en ellos-. Hoy en día la cuestión de fondo sigue siendo relevante para todos los seguidores del Maestro ¿Podemos depositar nuestra confianza en Él? ¿Es un valor seguro sobre el que edificar nuestro proyecto de vida, nuestro futuro? ¿Seguiremos confiando en aquello o aquellos en los que la sociedad deposita su confianza?


¿En qué o en quién está depositada tu confianza y seguridad?



Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. Ellos se doblegan y caen. Nosotros permanecemos en pie. (Salmo 20:6-7)


El ejército y su tamaño eran y son, en buena parte, la seguridad y fuerza de las naciones. Unas se arman para expandirse, otras para protegerse; en cualquier caso la cantidad y calidad del armamento es decisivo, fundamental. David, como buen militar entiende que los carros y los caballos son esenciales para determinar la fortaleza de un ejército y a mayor número de los mismos mayor confianza de los gobernantes. Más allá del tema bélico el salmista plantea una cuestión de fondo que es muy importante y relevante para cualquier seguidor de Jesús ¿En qué o en quién basamos nuestra confianza?

Todos tenemos una necesidad de sentirnos seguros; esto se acrecienta más y más en un mundo tan complejo, incierto, volátil y ambiguo como en el que nos ha tocado vivir. No es nada inusual que el futuro se nos presente amenazador como consecuencia de la combinación de todos esos factores que antes he mencionado. Cuando esto se da ¿En qué o en quién podemos basar nuestra confianza? El pasado reciente nos ha dado numerosos ejemplos de cómo aquellas cosas o personas que considerábamos dignas de confianza y en las que habíamos depositado nuestra seguridad nos han fallado estrepitosamente; entidades bancarias, gobiernos, instituciones y personas que eran un referente de seguridad. En ocasiones nuestro postrer estado -ante esos fallos- ha sido peor que el primero -el que nos llevó a confiar en ellos-. Hoy en día la cuestión de fondo sigue siendo relevante para todos los seguidores del Maestro ¿Podemos depositar nuestra confianza en Él? ¿Es un valor seguro sobre el que edificar nuestro proyecto de vida, nuestro futuro? ¿Seguiremos confiando en aquello o aquellos en los que la sociedad deposita su confianza?


¿En qué o en quién está depositada tu confianza y seguridad?



Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. Ellos se doblegan y caen. Nosotros permanecemos en pie. (Salmo 20:6-7)


El ejército y su tamaño eran y son, en buena parte, la seguridad y fuerza de las naciones. Unas se arman para expandirse, otras para protegerse; en cualquier caso la cantidad y calidad del armamento es decisivo, fundamental. David, como buen militar entiende que los carros y los caballos son esenciales para determinar la fortaleza de un ejército y a mayor número de los mismos mayor confianza de los gobernantes. Más allá del tema bélico el salmista plantea una cuestión de fondo que es muy importante y relevante para cualquier seguidor de Jesús ¿En qué o en quién basamos nuestra confianza?

Todos tenemos una necesidad de sentirnos seguros; esto se acrecienta más y más en un mundo tan complejo, incierto, volátil y ambiguo como en el que nos ha tocado vivir. No es nada inusual que el futuro se nos presente amenazador como consecuencia de la combinación de todos esos factores que antes he mencionado. Cuando esto se da ¿En qué o en quién podemos basar nuestra confianza? El pasado reciente nos ha dado numerosos ejemplos de cómo aquellas cosas o personas que considerábamos dignas de confianza y en las que habíamos depositado nuestra seguridad nos han fallado estrepitosamente; entidades bancarias, gobiernos, instituciones y personas que eran un referente de seguridad. En ocasiones nuestro postrer estado -ante esos fallos- ha sido peor que el primero -el que nos llevó a confiar en ellos-. Hoy en día la cuestión de fondo sigue siendo relevante para todos los seguidores del Maestro ¿Podemos depositar nuestra confianza en Él? ¿Es un valor seguro sobre el que edificar nuestro proyecto de vida, nuestro futuro? ¿Seguiremos confiando en aquello o aquellos en los que la sociedad deposita su confianza?


¿En qué o en quién está depositada tu confianza y seguridad?