Los cielos proclaman la grandeza del Señor, el firmamento pregona la obra de sus manos. (Salmo 19:2)


David vivía en un mundo rural sin contaminación luminosa. Yo vivo en Barcelona con una perspectiva muy limitada del cielo y éste saturado de contaminación de todo tipo. El salmista podía contemplar día tras día el cielo estrellado de Israel; no es de extrañar que su contemplación del universo le llevara a tanta reflexión, acerca de la extraña relación que el Señor había decidido establecer con la humanidad (Salmo 8), y la grandeza y gloria de Dios ¡Es difícil no verse sorprendido e invitado a pensar ante la grandeza la majestad del universo.

Eso me ha llevado a la necesidad de volver a mirar al cielo; me ha hecho pensar que para vitalizar nuestra fe es preciso hacer el esfuerzo intencional de salir de nuestro entorno y parar atención al universo a nuestro alrededor con el propósito de ser conscientes de nuestra pequeñez y la grandeza del Dios al que seguimos y deseamos y tratamos servir. Los que viven en entornos rurales lo tienen mucho más fácil, más accesible, más a la mano. Los que vivimos en ambientes urbanos tenemos que hacer un esfuerzo y ser más intencionales y pro-activos en hacerlo ya que el medio no nos acompaña para nada en este sentido. Pero estoy seguro que para unos y para otros nos bendeciría mirar al cielo uno de esos formidables días estrellados y ser plenamente conscientes de la grandeza del Dios que ha creado, mantiene y sostiene el universo y, además, se ha dignado tener una relación personal con nosotros.


¿Cuándo fue la última vez que miraste al cielo y te dejaste sorprender por la gloria de Dios?



Los cielos proclaman la grandeza del Señor, el firmamento pregona la obra de sus manos. (Salmo 19:2)


David vivía en un mundo rural sin contaminación luminosa. Yo vivo en Barcelona con una perspectiva muy limitada del cielo y éste saturado de contaminación de todo tipo. El salmista podía contemplar día tras día el cielo estrellado de Israel; no es de extrañar que su contemplación del universo le llevara a tanta reflexión, acerca de la extraña relación que el Señor había decidido establecer con la humanidad (Salmo 8), y la grandeza y gloria de Dios ¡Es difícil no verse sorprendido e invitado a pensar ante la grandeza la majestad del universo.

Eso me ha llevado a la necesidad de volver a mirar al cielo; me ha hecho pensar que para vitalizar nuestra fe es preciso hacer el esfuerzo intencional de salir de nuestro entorno y parar atención al universo a nuestro alrededor con el propósito de ser conscientes de nuestra pequeñez y la grandeza del Dios al que seguimos y deseamos y tratamos servir. Los que viven en entornos rurales lo tienen mucho más fácil, más accesible, más a la mano. Los que vivimos en ambientes urbanos tenemos que hacer un esfuerzo y ser más intencionales y pro-activos en hacerlo ya que el medio no nos acompaña para nada en este sentido. Pero estoy seguro que para unos y para otros nos bendeciría mirar al cielo uno de esos formidables días estrellados y ser plenamente conscientes de la grandeza del Dios que ha creado, mantiene y sostiene el universo y, además, se ha dignado tener una relación personal con nosotros.


¿Cuándo fue la última vez que miraste al cielo y te dejaste sorprender por la gloria de Dios?



Los cielos proclaman la grandeza del Señor, el firmamento pregona la obra de sus manos. (Salmo 19:2)


David vivía en un mundo rural sin contaminación luminosa. Yo vivo en Barcelona con una perspectiva muy limitada del cielo y éste saturado de contaminación de todo tipo. El salmista podía contemplar día tras día el cielo estrellado de Israel; no es de extrañar que su contemplación del universo le llevara a tanta reflexión, acerca de la extraña relación que el Señor había decidido establecer con la humanidad (Salmo 8), y la grandeza y gloria de Dios ¡Es difícil no verse sorprendido e invitado a pensar ante la grandeza la majestad del universo.

Eso me ha llevado a la necesidad de volver a mirar al cielo; me ha hecho pensar que para vitalizar nuestra fe es preciso hacer el esfuerzo intencional de salir de nuestro entorno y parar atención al universo a nuestro alrededor con el propósito de ser conscientes de nuestra pequeñez y la grandeza del Dios al que seguimos y deseamos y tratamos servir. Los que viven en entornos rurales lo tienen mucho más fácil, más accesible, más a la mano. Los que vivimos en ambientes urbanos tenemos que hacer un esfuerzo y ser más intencionales y pro-activos en hacerlo ya que el medio no nos acompaña para nada en este sentido. Pero estoy seguro que para unos y para otros nos bendeciría mirar al cielo uno de esos formidables días estrellados y ser plenamente conscientes de la grandeza del Dios que ha creado, mantiene y sostiene el universo y, además, se ha dignado tener una relación personal con nosotros.


¿Cuándo fue la última vez que miraste al cielo y te dejaste sorprender por la gloria de Dios?