Así dice el Señor del universo: ¡Reflexionad sobre vuestros caminos! (Hageo 1:7)


Escribo estos pensamientos desde el monasterio benedictino de Montserrat, ubicado en unas montañas cerca de Barcelona. Esta abadía, de casi mil años de antigüedad, ha sido desde hace más de veinticinco años un refugio para llevar a cabo mis retiros personales. Al escribir estas palabras estoy pasando un tiempo para, acudiendo a la invitación del Señor por medio del profeta Hageo, reflexionar sobre mi forma de vivir.

A menudo la vida parece la rueda del hámster; uno se ve atrapado en su dinámica y vorágine y lo único que puede hacer es continuar en movimiento, seguir dando vueltas porque parece imposible pararse, o lo que es peor, da la impresión que si uno intenta bajarse de la misma, dada la velocidad que alcanza, corre el peligro de dañarse y hacerlo seriamente. Lo triste de la rueda del hámster es que tristemente no nos lleva a ningún lado; nos movemos y movemos, nos cansamos de la velocidad pero ¿hacia dónde vamos?

Es por eso que el Señor nos invita a pararnos para reflexionar sobre nuestra manera de vivir. ¿Cómo estamos viviendo? ¿A dónde nos lleva nuestro estilo de vida? ¿Qué frutos estamos recogiendo del mismo? Muchas personas que me conocen saben que me encanta la palabra reflexión, la encuentro muy potente. Es de origen latino y su significado es poderse inclinar hacia atrás con la finalidad de ganar distancia y perspectiva. Es precisamente lo que el Señor nos pide que hagamos por medio de la invitación del profeta Hageo; hemos de pararnos, tomar distancia y ganar perspectiva sobre nuestro estilo de vida. 

Algunos pueden considerar que esto es un lujo al alcance de tan sólo unos pocos ¡No estoy de acuerdo! Es una necesidad y un mandamiento del Señor para todos sus seguidores, pararse, pensar y actuar en consecuencia. Pero esto es todavía más dramáticamente urgente y necesario para aquellos que tenemos la responsabilidad de guiar y dirigir a otros, sea en el ámbito de la iglesia o en el secular. Porque si nosotros no sabemos a dónde vamos, cómo vamos a dirigir a otros. Seríamos como dijo Jesús: "ciegos que están guiando a otros ciegos; hay muchas posibilidades de que ambos caigan en el hoyo". 

Conozco muchos amigos míos que con cierta frecuencia se toman un fin de semana para descansar y marchan fuera de la ciudad. El cansancio, las presiones de la vida cotidiana y el trabajo así se lo demandan. Me parece bueno y totalmente legítimo. Me preocupa, sin embargo, que no se sienta la necesidad de hacer lo mismo un par de veces al año para responder a la invitación del Señor. Hay una increíble creatividad para encontrar espacios para el ocio. Hay un increíble creatividad para no encontrar espacios para el retiro personal. 

Voy a invertir dos días y medio en el monasterio. He usado la palabra invertir de forma consciente e intencional. Significa utilizar el capital para generar beneficios. Es lo que estoy haciendo; invierto mi capital personal -tiempo- para generar beneficios -visión, dirección, prioridades, curso de acción- que bendecirán a mi familia, mi iglesia, mi trabajo y todos los entornos en los que me muevo. 

Por favor, quédate con el principio -apartar tiempo para estar con el Señor y proceder a reflexionar- y no con el detalle -dos días y medio en un monasterio-. Comienza con un par de horas. Apártate a un lugar -aunque sea dentro de la ciudad- donde puedas proceder a responder a la invitación de Dios y ganar comprensión de tu vida. Siempre tendrás la posibilidad de ir escalando a más y dedicando más tiempo.


¿Cómo vas a responder a la invitación del Señor?








Así dice el Señor del universo: ¡Reflexionad sobre vuestros caminos! (Hageo 1:7)


Escribo estos pensamientos desde el monasterio benedictino de Montserrat, ubicado en unas montañas cerca de Barcelona. Esta abadía, de casi mil años de antigüedad, ha sido desde hace más de veinticinco años un refugio para llevar a cabo mis retiros personales. Al escribir estas palabras estoy pasando un tiempo para, acudiendo a la invitación del Señor por medio del profeta Hageo, reflexionar sobre mi forma de vivir.

A menudo la vida parece la rueda del hámster; uno se ve atrapado en su dinámica y vorágine y lo único que puede hacer es continuar en movimiento, seguir dando vueltas porque parece imposible pararse, o lo que es peor, da la impresión que si uno intenta bajarse de la misma, dada la velocidad que alcanza, corre el peligro de dañarse y hacerlo seriamente. Lo triste de la rueda del hámster es que tristemente no nos lleva a ningún lado; nos movemos y movemos, nos cansamos de la velocidad pero ¿hacia dónde vamos?

Es por eso que el Señor nos invita a pararnos para reflexionar sobre nuestra manera de vivir. ¿Cómo estamos viviendo? ¿A dónde nos lleva nuestro estilo de vida? ¿Qué frutos estamos recogiendo del mismo? Muchas personas que me conocen saben que me encanta la palabra reflexión, la encuentro muy potente. Es de origen latino y su significado es poderse inclinar hacia atrás con la finalidad de ganar distancia y perspectiva. Es precisamente lo que el Señor nos pide que hagamos por medio de la invitación del profeta Hageo; hemos de pararnos, tomar distancia y ganar perspectiva sobre nuestro estilo de vida. 

Algunos pueden considerar que esto es un lujo al alcance de tan sólo unos pocos ¡No estoy de acuerdo! Es una necesidad y un mandamiento del Señor para todos sus seguidores, pararse, pensar y actuar en consecuencia. Pero esto es todavía más dramáticamente urgente y necesario para aquellos que tenemos la responsabilidad de guiar y dirigir a otros, sea en el ámbito de la iglesia o en el secular. Porque si nosotros no sabemos a dónde vamos, cómo vamos a dirigir a otros. Seríamos como dijo Jesús: "ciegos que están guiando a otros ciegos; hay muchas posibilidades de que ambos caigan en el hoyo". 

Conozco muchos amigos míos que con cierta frecuencia se toman un fin de semana para descansar y marchan fuera de la ciudad. El cansancio, las presiones de la vida cotidiana y el trabajo así se lo demandan. Me parece bueno y totalmente legítimo. Me preocupa, sin embargo, que no se sienta la necesidad de hacer lo mismo un par de veces al año para responder a la invitación del Señor. Hay una increíble creatividad para encontrar espacios para el ocio. Hay un increíble creatividad para no encontrar espacios para el retiro personal. 

Voy a invertir dos días y medio en el monasterio. He usado la palabra invertir de forma consciente e intencional. Significa utilizar el capital para generar beneficios. Es lo que estoy haciendo; invierto mi capital personal -tiempo- para generar beneficios -visión, dirección, prioridades, curso de acción- que bendecirán a mi familia, mi iglesia, mi trabajo y todos los entornos en los que me muevo. 

Por favor, quédate con el principio -apartar tiempo para estar con el Señor y proceder a reflexionar- y no con el detalle -dos días y medio en un monasterio-. Comienza con un par de horas. Apártate a un lugar -aunque sea dentro de la ciudad- donde puedas proceder a responder a la invitación de Dios y ganar comprensión de tu vida. Siempre tendrás la posibilidad de ir escalando a más y dedicando más tiempo.


¿Cómo vas a responder a la invitación del Señor?








Así dice el Señor del universo: ¡Reflexionad sobre vuestros caminos! (Hageo 1:7)


Escribo estos pensamientos desde el monasterio benedictino de Montserrat, ubicado en unas montañas cerca de Barcelona. Esta abadía, de casi mil años de antigüedad, ha sido desde hace más de veinticinco años un refugio para llevar a cabo mis retiros personales. Al escribir estas palabras estoy pasando un tiempo para, acudiendo a la invitación del Señor por medio del profeta Hageo, reflexionar sobre mi forma de vivir.

A menudo la vida parece la rueda del hámster; uno se ve atrapado en su dinámica y vorágine y lo único que puede hacer es continuar en movimiento, seguir dando vueltas porque parece imposible pararse, o lo que es peor, da la impresión que si uno intenta bajarse de la misma, dada la velocidad que alcanza, corre el peligro de dañarse y hacerlo seriamente. Lo triste de la rueda del hámster es que tristemente no nos lleva a ningún lado; nos movemos y movemos, nos cansamos de la velocidad pero ¿hacia dónde vamos?

Es por eso que el Señor nos invita a pararnos para reflexionar sobre nuestra manera de vivir. ¿Cómo estamos viviendo? ¿A dónde nos lleva nuestro estilo de vida? ¿Qué frutos estamos recogiendo del mismo? Muchas personas que me conocen saben que me encanta la palabra reflexión, la encuentro muy potente. Es de origen latino y su significado es poderse inclinar hacia atrás con la finalidad de ganar distancia y perspectiva. Es precisamente lo que el Señor nos pide que hagamos por medio de la invitación del profeta Hageo; hemos de pararnos, tomar distancia y ganar perspectiva sobre nuestro estilo de vida. 

Algunos pueden considerar que esto es un lujo al alcance de tan sólo unos pocos ¡No estoy de acuerdo! Es una necesidad y un mandamiento del Señor para todos sus seguidores, pararse, pensar y actuar en consecuencia. Pero esto es todavía más dramáticamente urgente y necesario para aquellos que tenemos la responsabilidad de guiar y dirigir a otros, sea en el ámbito de la iglesia o en el secular. Porque si nosotros no sabemos a dónde vamos, cómo vamos a dirigir a otros. Seríamos como dijo Jesús: "ciegos que están guiando a otros ciegos; hay muchas posibilidades de que ambos caigan en el hoyo". 

Conozco muchos amigos míos que con cierta frecuencia se toman un fin de semana para descansar y marchan fuera de la ciudad. El cansancio, las presiones de la vida cotidiana y el trabajo así se lo demandan. Me parece bueno y totalmente legítimo. Me preocupa, sin embargo, que no se sienta la necesidad de hacer lo mismo un par de veces al año para responder a la invitación del Señor. Hay una increíble creatividad para encontrar espacios para el ocio. Hay un increíble creatividad para no encontrar espacios para el retiro personal. 

Voy a invertir dos días y medio en el monasterio. He usado la palabra invertir de forma consciente e intencional. Significa utilizar el capital para generar beneficios. Es lo que estoy haciendo; invierto mi capital personal -tiempo- para generar beneficios -visión, dirección, prioridades, curso de acción- que bendecirán a mi familia, mi iglesia, mi trabajo y todos los entornos en los que me muevo. 

Por favor, quédate con el principio -apartar tiempo para estar con el Señor y proceder a reflexionar- y no con el detalle -dos días y medio en un monasterio-. Comienza con un par de horas. Apártate a un lugar -aunque sea dentro de la ciudad- donde puedas proceder a responder a la invitación de Dios y ganar comprensión de tu vida. Siempre tendrás la posibilidad de ir escalando a más y dedicando más tiempo.


¿Cómo vas a responder a la invitación del Señor?