puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2)


Existe un paradigma diferente; un sistema operativo que tiene que ver con nuestra misión, visión, valores y principios. Es el paradigma de la brújula. Esta siempre marca el norte. Cuando una persona quiere orientarse consulta su brújula y aunque la aguja pueda oscilar de forma momentánea siempre acaba alineándose con el norte. El uso de la brújula es especialmente importante cuando no existen accidentes físicos que puedan servirnos como puntos de referencia o cuando los fenómenos meteorológicos –lluvia intensa, nieve, niebla- nos impiden una orientación visual. 

La brújula, en ocasiones, contra nuestro propio sentido común- siempre nos marca la dirección correcta. En la vida cotidiana el paradigma de la brújula nos ayuda a mantener nuestro norte en medio de las urgencias, las presiones, las oportunidades, las fechas límites, el espejo social y las urgencias y prioridades de los demás. Este paradigma se basa en principios. La filosofía detrás del mismo es, que tiene más importancia la meta hacia la que dirigimos nuestras vidas que la velocidad con la que lo hacemos. Es más importante qué se hace y cómo se hace que cuánto se hace y la velocidad a la que se lleva a cabo. Recordemos que el paradigma del reloj nos ayuda a administrar las cosas que tenemos que hacer, sin embargo, no nos da ningún juicio sobre el valor de las mismas, no nos informa si realmente son las cosas que deberíamos llevar a cabo. No lo hace porque no puede, porque no es esa su función. Contrariamente, el paradigma de la brújula se centra precisamente en eso, en asegurarnos que estamos haciendo aquello que realmente deberíamos hacer. Es un paradigma de calidad, no de cantidad. Constantemente emite juicios sobre el valor de lo que queremos hacer para garantizar que está en consonancia y alineado con nuestro sentido de propósito y misión en la vida. Como toda buena brújula marca el norte siempre y, consecuentemente, nos ayuda a centrar y orientar nuestra vida. 

Todo seguidor de Jesús debería guiarse por el paradigma de la brújula. Debería tener claramente establecido cuál es su norte. Debería centrar su mirada en Jesús, el Señor, y de Él extraer cuál debería ser su misión, visión, valores y principios. El Maestro y su Palabra son nuestra brújula vital, la que nos da sentido y dirección. Pero eso debemos traducirlo a la vida práctica, a la cotidianidad, de lo contrario, seríamos como viajeros con la brújula en el bolsillo o el GPS desconectado.

Para un líder el vivir bajo el paradigma de la brújula es, si cabe, todavía más preciso debido a que su responsabilidad hace que otros le imiten, busquen como referencia y sigan. Como ya escribí anteriormente, si el líder no sabe dónde va ¿Cómo podrá guiar a otros?


Si estás operando bajo el paradigma de la brújula tendrás bien definida tu misión, visión, valores y principios ¿Cuáles son? Si no has podido responder a esta pregunta ¿Qué paradigma gobierna tu vida?


puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2)


Existe un paradigma diferente; un sistema operativo que tiene que ver con nuestra misión, visión, valores y principios. Es el paradigma de la brújula. Esta siempre marca el norte. Cuando una persona quiere orientarse consulta su brújula y aunque la aguja pueda oscilar de forma momentánea siempre acaba alineándose con el norte. El uso de la brújula es especialmente importante cuando no existen accidentes físicos que puedan servirnos como puntos de referencia o cuando los fenómenos meteorológicos –lluvia intensa, nieve, niebla- nos impiden una orientación visual. 

La brújula, en ocasiones, contra nuestro propio sentido común- siempre nos marca la dirección correcta. En la vida cotidiana el paradigma de la brújula nos ayuda a mantener nuestro norte en medio de las urgencias, las presiones, las oportunidades, las fechas límites, el espejo social y las urgencias y prioridades de los demás. Este paradigma se basa en principios. La filosofía detrás del mismo es, que tiene más importancia la meta hacia la que dirigimos nuestras vidas que la velocidad con la que lo hacemos. Es más importante qué se hace y cómo se hace que cuánto se hace y la velocidad a la que se lleva a cabo. Recordemos que el paradigma del reloj nos ayuda a administrar las cosas que tenemos que hacer, sin embargo, no nos da ningún juicio sobre el valor de las mismas, no nos informa si realmente son las cosas que deberíamos llevar a cabo. No lo hace porque no puede, porque no es esa su función. Contrariamente, el paradigma de la brújula se centra precisamente en eso, en asegurarnos que estamos haciendo aquello que realmente deberíamos hacer. Es un paradigma de calidad, no de cantidad. Constantemente emite juicios sobre el valor de lo que queremos hacer para garantizar que está en consonancia y alineado con nuestro sentido de propósito y misión en la vida. Como toda buena brújula marca el norte siempre y, consecuentemente, nos ayuda a centrar y orientar nuestra vida. 

Todo seguidor de Jesús debería guiarse por el paradigma de la brújula. Debería tener claramente establecido cuál es su norte. Debería centrar su mirada en Jesús, el Señor, y de Él extraer cuál debería ser su misión, visión, valores y principios. El Maestro y su Palabra son nuestra brújula vital, la que nos da sentido y dirección. Pero eso debemos traducirlo a la vida práctica, a la cotidianidad, de lo contrario, seríamos como viajeros con la brújula en el bolsillo o el GPS desconectado.

Para un líder el vivir bajo el paradigma de la brújula es, si cabe, todavía más preciso debido a que su responsabilidad hace que otros le imiten, busquen como referencia y sigan. Como ya escribí anteriormente, si el líder no sabe dónde va ¿Cómo podrá guiar a otros?


Si estás operando bajo el paradigma de la brújula tendrás bien definida tu misión, visión, valores y principios ¿Cuáles son? Si no has podido responder a esta pregunta ¿Qué paradigma gobierna tu vida?


puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2)


Existe un paradigma diferente; un sistema operativo que tiene que ver con nuestra misión, visión, valores y principios. Es el paradigma de la brújula. Esta siempre marca el norte. Cuando una persona quiere orientarse consulta su brújula y aunque la aguja pueda oscilar de forma momentánea siempre acaba alineándose con el norte. El uso de la brújula es especialmente importante cuando no existen accidentes físicos que puedan servirnos como puntos de referencia o cuando los fenómenos meteorológicos –lluvia intensa, nieve, niebla- nos impiden una orientación visual. 

La brújula, en ocasiones, contra nuestro propio sentido común- siempre nos marca la dirección correcta. En la vida cotidiana el paradigma de la brújula nos ayuda a mantener nuestro norte en medio de las urgencias, las presiones, las oportunidades, las fechas límites, el espejo social y las urgencias y prioridades de los demás. Este paradigma se basa en principios. La filosofía detrás del mismo es, que tiene más importancia la meta hacia la que dirigimos nuestras vidas que la velocidad con la que lo hacemos. Es más importante qué se hace y cómo se hace que cuánto se hace y la velocidad a la que se lleva a cabo. Recordemos que el paradigma del reloj nos ayuda a administrar las cosas que tenemos que hacer, sin embargo, no nos da ningún juicio sobre el valor de las mismas, no nos informa si realmente son las cosas que deberíamos llevar a cabo. No lo hace porque no puede, porque no es esa su función. Contrariamente, el paradigma de la brújula se centra precisamente en eso, en asegurarnos que estamos haciendo aquello que realmente deberíamos hacer. Es un paradigma de calidad, no de cantidad. Constantemente emite juicios sobre el valor de lo que queremos hacer para garantizar que está en consonancia y alineado con nuestro sentido de propósito y misión en la vida. Como toda buena brújula marca el norte siempre y, consecuentemente, nos ayuda a centrar y orientar nuestra vida. 

Todo seguidor de Jesús debería guiarse por el paradigma de la brújula. Debería tener claramente establecido cuál es su norte. Debería centrar su mirada en Jesús, el Señor, y de Él extraer cuál debería ser su misión, visión, valores y principios. El Maestro y su Palabra son nuestra brújula vital, la que nos da sentido y dirección. Pero eso debemos traducirlo a la vida práctica, a la cotidianidad, de lo contrario, seríamos como viajeros con la brújula en el bolsillo o el GPS desconectado.

Para un líder el vivir bajo el paradigma de la brújula es, si cabe, todavía más preciso debido a que su responsabilidad hace que otros le imiten, busquen como referencia y sigan. Como ya escribí anteriormente, si el líder no sabe dónde va ¿Cómo podrá guiar a otros?


Si estás operando bajo el paradigma de la brújula tendrás bien definida tu misión, visión, valores y principios ¿Cuáles son? Si no has podido responder a esta pregunta ¿Qué paradigma gobierna tu vida?