Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdona por medio de Cristo. (Efesios 4:32)


No añado nada nuevo cuando afirmo que pocas cosas son tan difíciles como las relaciones interpersonales. Una de las rupturas provocadas por el pecado en la experiencia humana, continúan siendo complejas y enrevesadas incluso después de haber tomado la decisión de convertirnos en seguidores de Jesús. Nos dañan y dañamos a otros; en ocasiones sin intención, otras con plena conciencia de lo que hacemos. La consecuencia: todos llevamos una buena colección de cicatrices emocionales y espirituales fruto de esas interacciones. 

Pablo apela al mandamiento para tratar de darnos herramientas que nos ayuden  a relacionarnos mejor y a intentar que no nos dañemos mutuamente: la bondad, la compasión y el perdón. Hoy en día se hace un gran énfasis en la necesidad de la inteligencia emocional; se afirma que incluso en las escuelas, desde los niveles más tempranos, deberían de enseñarse las competencias que nos permitan relaciones interpersonales más sanas. Pues bien, la Biblia ya hace varios miles de años que viene insistiendo en este punto como guía para nuestras relaciones. La bondad es la intencionalidad en buscar el bien del otro. La compasión es la capacidad de ponerse en la piel del otro y experimentar las cosas como la persona lo hace. El perdón, bien, todos sabemos lo que es el perdón y como esto último es algo tan tremendamente difícil Pablo solo puede apelar al perdón que hemos recibido de Dios por medio de Cristo como fuerza motriz para perdonar a otros.

¿Cuán presentes están en tu vida la bondad, la compasión y el perdón?



Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdona por medio de Cristo. (Efesios 4:32)


No añado nada nuevo cuando afirmo que pocas cosas son tan difíciles como las relaciones interpersonales. Una de las rupturas provocadas por el pecado en la experiencia humana, continúan siendo complejas y enrevesadas incluso después de haber tomado la decisión de convertirnos en seguidores de Jesús. Nos dañan y dañamos a otros; en ocasiones sin intención, otras con plena conciencia de lo que hacemos. La consecuencia: todos llevamos una buena colección de cicatrices emocionales y espirituales fruto de esas interacciones. 

Pablo apela al mandamiento para tratar de darnos herramientas que nos ayuden  a relacionarnos mejor y a intentar que no nos dañemos mutuamente: la bondad, la compasión y el perdón. Hoy en día se hace un gran énfasis en la necesidad de la inteligencia emocional; se afirma que incluso en las escuelas, desde los niveles más tempranos, deberían de enseñarse las competencias que nos permitan relaciones interpersonales más sanas. Pues bien, la Biblia ya hace varios miles de años que viene insistiendo en este punto como guía para nuestras relaciones. La bondad es la intencionalidad en buscar el bien del otro. La compasión es la capacidad de ponerse en la piel del otro y experimentar las cosas como la persona lo hace. El perdón, bien, todos sabemos lo que es el perdón y como esto último es algo tan tremendamente difícil Pablo solo puede apelar al perdón que hemos recibido de Dios por medio de Cristo como fuerza motriz para perdonar a otros.

¿Cuán presentes están en tu vida la bondad, la compasión y el perdón?



Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdona por medio de Cristo. (Efesios 4:32)


No añado nada nuevo cuando afirmo que pocas cosas son tan difíciles como las relaciones interpersonales. Una de las rupturas provocadas por el pecado en la experiencia humana, continúan siendo complejas y enrevesadas incluso después de haber tomado la decisión de convertirnos en seguidores de Jesús. Nos dañan y dañamos a otros; en ocasiones sin intención, otras con plena conciencia de lo que hacemos. La consecuencia: todos llevamos una buena colección de cicatrices emocionales y espirituales fruto de esas interacciones. 

Pablo apela al mandamiento para tratar de darnos herramientas que nos ayuden  a relacionarnos mejor y a intentar que no nos dañemos mutuamente: la bondad, la compasión y el perdón. Hoy en día se hace un gran énfasis en la necesidad de la inteligencia emocional; se afirma que incluso en las escuelas, desde los niveles más tempranos, deberían de enseñarse las competencias que nos permitan relaciones interpersonales más sanas. Pues bien, la Biblia ya hace varios miles de años que viene insistiendo en este punto como guía para nuestras relaciones. La bondad es la intencionalidad en buscar el bien del otro. La compasión es la capacidad de ponerse en la piel del otro y experimentar las cosas como la persona lo hace. El perdón, bien, todos sabemos lo que es el perdón y como esto último es algo tan tremendamente difícil Pablo solo puede apelar al perdón que hemos recibido de Dios por medio de Cristo como fuerza motriz para perdonar a otros.

¿Cuán presentes están en tu vida la bondad, la compasión y el perdón?