Al oír esto, Jesús quedó admirado de él. Y dirigiéndose a la gente que lo seguía, dijo:— Os aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande como esta. (Lucas 7:9)

Estas palabras de elogio y reconocimiento se las dirigió Jesús a un centurión romano, un opresor, un invasor de su tierra natal, un gentil que no conocía al verdadero Dios pero que supo entender al Maestro y alinearse con su voluntad. Jesús afirma que ni siquiera en Israel, pueblo conocedor del Señor, de su Palabra y de su voluntad, había encontrado una fe que se pudiera comparar con la de aquel oficial del ejército romano de ocupación. Palabras semejantes tuvo para una mujer sirofenicia, otro gentil no perteneciente al pacto de Dios con su pueblo escogido.
Existe, en ocasiones, una mala tendencia en nosotros a la exclusividad, a pensar que somos mejores e incluso superiormente morales a los que no creen y viven al margen de la iglesia. Tal vez nosotros no vivimos vidas que merezcan ser imitadas y que produzcan un impacto en nuestro entorno pero, al menos tenemos la vedad y eso, parece que nos provee con una cierta calma mental acerca de cómo vivimos y nuestras falencias e inconsistencias. 
Eso nos impide, al contrario que le pasaba a Jesús, reconocer la huella, la presencia de Dios y la fe en un mundo tan cruel, hostil y necesitado como el que vivimos. Nos cuesta que personas que no reconocen a Dios, o no lo hacen como nosotros lo hacemos, puedan hacer algo bueno y vivir alineados con la voluntad del Señor. Nos cuesta reconocer el bien producido por aquellos que no confiesan a Jesús y como nos produce un chocante contraste nos vemos obligado a devaluarlo, cuestionar sus motivaciones, descalificar a los que lo practican, porque de lo contrario ¿Cómo podemos justificar nuestras inconsistencias?
Creo que cualquier que hace el bien se alinea -sea consciente o no de ello, crea o no en Dios- con la voluntad del Padre y, de alguna manera, refleja el carácter del Dios que nos creo a su imagen. Creo que cualquiera que hace el mal, sea creyente o no, se alinea -sea consciente o no de ello- con la voluntad de Satanás. Muchos estamos jugando en el bando equivocado y ni nos damos cuenta.

¿En qué bando juegas, qué indican tus obras?


Al oír esto, Jesús quedó admirado de él. Y dirigiéndose a la gente que lo seguía, dijo:— Os aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande como esta. (Lucas 7:9)

Estas palabras de elogio y reconocimiento se las dirigió Jesús a un centurión romano, un opresor, un invasor de su tierra natal, un gentil que no conocía al verdadero Dios pero que supo entender al Maestro y alinearse con su voluntad. Jesús afirma que ni siquiera en Israel, pueblo conocedor del Señor, de su Palabra y de su voluntad, había encontrado una fe que se pudiera comparar con la de aquel oficial del ejército romano de ocupación. Palabras semejantes tuvo para una mujer sirofenicia, otro gentil no perteneciente al pacto de Dios con su pueblo escogido.
Existe, en ocasiones, una mala tendencia en nosotros a la exclusividad, a pensar que somos mejores e incluso superiormente morales a los que no creen y viven al margen de la iglesia. Tal vez nosotros no vivimos vidas que merezcan ser imitadas y que produzcan un impacto en nuestro entorno pero, al menos tenemos la vedad y eso, parece que nos provee con una cierta calma mental acerca de cómo vivimos y nuestras falencias e inconsistencias. 
Eso nos impide, al contrario que le pasaba a Jesús, reconocer la huella, la presencia de Dios y la fe en un mundo tan cruel, hostil y necesitado como el que vivimos. Nos cuesta que personas que no reconocen a Dios, o no lo hacen como nosotros lo hacemos, puedan hacer algo bueno y vivir alineados con la voluntad del Señor. Nos cuesta reconocer el bien producido por aquellos que no confiesan a Jesús y como nos produce un chocante contraste nos vemos obligado a devaluarlo, cuestionar sus motivaciones, descalificar a los que lo practican, porque de lo contrario ¿Cómo podemos justificar nuestras inconsistencias?
Creo que cualquier que hace el bien se alinea -sea consciente o no de ello, crea o no en Dios- con la voluntad del Padre y, de alguna manera, refleja el carácter del Dios que nos creo a su imagen. Creo que cualquiera que hace el mal, sea creyente o no, se alinea -sea consciente o no de ello- con la voluntad de Satanás. Muchos estamos jugando en el bando equivocado y ni nos damos cuenta.

¿En qué bando juegas, qué indican tus obras?