Estad, pues, atentos a no rechazar la voz de Dios. (Hebreos 12:26)


Interesante tema porque por un lado se mezcla el rechazo a la voz de Dios y por el otro la incapacidad para oírla. De entrada me gustaría hablar sobre este último punto. A pesar de ser una promesa expresada en varias ocasiones por Jesús en el evangelio de Juan, y dirigida a todos sus seguidores sin excepción, se dan varios fenómenos. Por un lado la pertinaz tendencia de los líderes a apoderarnos de la exclusividad de ser los destinatarios de la voz de Dios. Sin duda no lo aceptaremos de forma teórica pero lo vivimos y practicamos en la cotidianidad. Como consecuencia no empoderamos ni capacitamos a las congregaciones para que sepan cómo usar ese privilegio divino en su diario vivir.  

Nos encontramos con creyentes que no saben reconocer esa voz y, consecuentemente, andan desorientados, sin rumbo ni dirección a la hora de tomar decisiones para su vida. He oído pocos sermones sobre cómo escuchar, reconocer y aplicar la voz del Señor. Lo hemos reducido a la lectura de la Biblia como si Dios no hablara a través de su Espíritu, los hermanos, las circunstancias, la creación, sueños y cualquier otro método que Él en su soberanía considere oportuno. Sin duda nada de eso entrará en contradicción con su Palabra pero Él sigue hablando y nosotros tenemos una carencia fuerte en saberlo oír.

¡Tantos líderes empeñados en ser oídos y sin dirigir la atención de ellos mismos hacia Dios y su voz?


¿Cómo vas de oído?






Estad, pues, atentos a no rechazar la voz de Dios. (Hebreos 12:26)


Interesante tema porque por un lado se mezcla el rechazo a la voz de Dios y por el otro la incapacidad para oírla. De entrada me gustaría hablar sobre este último punto. A pesar de ser una promesa expresada en varias ocasiones por Jesús en el evangelio de Juan, y dirigida a todos sus seguidores sin excepción, se dan varios fenómenos. Por un lado la pertinaz tendencia de los líderes a apoderarnos de la exclusividad de ser los destinatarios de la voz de Dios. Sin duda no lo aceptaremos de forma teórica pero lo vivimos y practicamos en la cotidianidad. Como consecuencia no empoderamos ni capacitamos a las congregaciones para que sepan cómo usar ese privilegio divino en su diario vivir.  

Nos encontramos con creyentes que no saben reconocer esa voz y, consecuentemente, andan desorientados, sin rumbo ni dirección a la hora de tomar decisiones para su vida. He oído pocos sermones sobre cómo escuchar, reconocer y aplicar la voz del Señor. Lo hemos reducido a la lectura de la Biblia como si Dios no hablara a través de su Espíritu, los hermanos, las circunstancias, la creación, sueños y cualquier otro método que Él en su soberanía considere oportuno. Sin duda nada de eso entrará en contradicción con su Palabra pero Él sigue hablando y nosotros tenemos una carencia fuerte en saberlo oír.

¡Tantos líderes empeñados en ser oídos y sin dirigir la atención de ellos mismos hacia Dios y su voz?


¿Cómo vas de oído?






Estad, pues, atentos a no rechazar la voz de Dios. (Hebreos 12:26)


Interesante tema porque por un lado se mezcla el rechazo a la voz de Dios y por el otro la incapacidad para oírla. De entrada me gustaría hablar sobre este último punto. A pesar de ser una promesa expresada en varias ocasiones por Jesús en el evangelio de Juan, y dirigida a todos sus seguidores sin excepción, se dan varios fenómenos. Por un lado la pertinaz tendencia de los líderes a apoderarnos de la exclusividad de ser los destinatarios de la voz de Dios. Sin duda no lo aceptaremos de forma teórica pero lo vivimos y practicamos en la cotidianidad. Como consecuencia no empoderamos ni capacitamos a las congregaciones para que sepan cómo usar ese privilegio divino en su diario vivir.  

Nos encontramos con creyentes que no saben reconocer esa voz y, consecuentemente, andan desorientados, sin rumbo ni dirección a la hora de tomar decisiones para su vida. He oído pocos sermones sobre cómo escuchar, reconocer y aplicar la voz del Señor. Lo hemos reducido a la lectura de la Biblia como si Dios no hablara a través de su Espíritu, los hermanos, las circunstancias, la creación, sueños y cualquier otro método que Él en su soberanía considere oportuno. Sin duda nada de eso entrará en contradicción con su Palabra pero Él sigue hablando y nosotros tenemos una carencia fuerte en saberlo oír.

¡Tantos líderes empeñados en ser oídos y sin dirigir la atención de ellos mismos hacia Dios y su voz?


¿Cómo vas de oído?