Jesús, que es el Mesías (Mateo 1:16)


¿Quién es Jesús? Nadie, con un poco de cultura histórica, puede negar su existencia. No es difícil, no hay que hacer un gran esfuerzo, para reconocerlo como uno de los grandes maestros de moral de todos los tiempos. Para un revolucionario no es complicado identificarse con Él debido a su apuesta por los pobres y marginados. Millones de personas han encontrado en su persona y sus enseñanzas inspiración para vivir vidas mejores. Todo ello, con ser bueno, no es suficiente porque Jesús fue mucho más allá y afirmó clara y rotundamente que era Dios hecho ser humano para compartir nuestra experiencia y redimirnos de ella.

Y aquí es donde aquel carpintero de Nazaret se convierte en una piedra de tropiezo para tantas y tantas personas a lo largo de los siglos. Porque su identidad, su afirmación de que era Dios, no admite medias tintas, lo aceptamos o lo rechazamos. Creemos que es quien afirmaba ser o, por el contrario, lo dejamos de lado como un pobre chalado que se pensaba que era Dios del mismo modo que otros piensan que son Napoleón o Julio César. Porque en el cristianismo la salvación y la perdición se determinan en base a la identidad del Maestro de Nazaret. Si era, y es, quién afirmó ser, entonces hay esperanza para nosotros, tanto para esta vida presente -podemos ser cambiados y transformados por su trabajo en nosotros- como para la futura -la muerte no es el final irremediable de todo-. Pero, si Jesús no es el Mesías, entonces, como muy bien afirmó el apóstol Pablo, somos los más desgraciados de todos los hombres. Hemos puesto nuestra confianza en un lunático que se creía ser Dios ¡Vaya plan!


¿Y quién es Jesús para ti? ¿Y cómo eso influye en tu vida cotidiana?



Jesús, que es el Mesías (Mateo 1:16)


¿Quién es Jesús? Nadie, con un poco de cultura histórica, puede negar su existencia. No es difícil, no hay que hacer un gran esfuerzo, para reconocerlo como uno de los grandes maestros de moral de todos los tiempos. Para un revolucionario no es complicado identificarse con Él debido a su apuesta por los pobres y marginados. Millones de personas han encontrado en su persona y sus enseñanzas inspiración para vivir vidas mejores. Todo ello, con ser bueno, no es suficiente porque Jesús fue mucho más allá y afirmó clara y rotundamente que era Dios hecho ser humano para compartir nuestra experiencia y redimirnos de ella.

Y aquí es donde aquel carpintero de Nazaret se convierte en una piedra de tropiezo para tantas y tantas personas a lo largo de los siglos. Porque su identidad, su afirmación de que era Dios, no admite medias tintas, lo aceptamos o lo rechazamos. Creemos que es quien afirmaba ser o, por el contrario, lo dejamos de lado como un pobre chalado que se pensaba que era Dios del mismo modo que otros piensan que son Napoleón o Julio César. Porque en el cristianismo la salvación y la perdición se determinan en base a la identidad del Maestro de Nazaret. Si era, y es, quién afirmó ser, entonces hay esperanza para nosotros, tanto para esta vida presente -podemos ser cambiados y transformados por su trabajo en nosotros- como para la futura -la muerte no es el final irremediable de todo-. Pero, si Jesús no es el Mesías, entonces, como muy bien afirmó el apóstol Pablo, somos los más desgraciados de todos los hombres. Hemos puesto nuestra confianza en un lunático que se creía ser Dios ¡Vaya plan!


¿Y quién es Jesús para ti? ¿Y cómo eso influye en tu vida cotidiana?



Jesús, que es el Mesías (Mateo 1:16)


¿Quién es Jesús? Nadie, con un poco de cultura histórica, puede negar su existencia. No es difícil, no hay que hacer un gran esfuerzo, para reconocerlo como uno de los grandes maestros de moral de todos los tiempos. Para un revolucionario no es complicado identificarse con Él debido a su apuesta por los pobres y marginados. Millones de personas han encontrado en su persona y sus enseñanzas inspiración para vivir vidas mejores. Todo ello, con ser bueno, no es suficiente porque Jesús fue mucho más allá y afirmó clara y rotundamente que era Dios hecho ser humano para compartir nuestra experiencia y redimirnos de ella.

Y aquí es donde aquel carpintero de Nazaret se convierte en una piedra de tropiezo para tantas y tantas personas a lo largo de los siglos. Porque su identidad, su afirmación de que era Dios, no admite medias tintas, lo aceptamos o lo rechazamos. Creemos que es quien afirmaba ser o, por el contrario, lo dejamos de lado como un pobre chalado que se pensaba que era Dios del mismo modo que otros piensan que son Napoleón o Julio César. Porque en el cristianismo la salvación y la perdición se determinan en base a la identidad del Maestro de Nazaret. Si era, y es, quién afirmó ser, entonces hay esperanza para nosotros, tanto para esta vida presente -podemos ser cambiados y transformados por su trabajo en nosotros- como para la futura -la muerte no es el final irremediable de todo-. Pero, si Jesús no es el Mesías, entonces, como muy bien afirmó el apóstol Pablo, somos los más desgraciados de todos los hombres. Hemos puesto nuestra confianza en un lunático que se creía ser Dios ¡Vaya plan!


¿Y quién es Jesús para ti? ¿Y cómo eso influye en tu vida cotidiana?