Yo soy la esclava del Señor. Que Él haga conmigo como dices. (Lucas 1:38)


Creo que los protestantes -y me siento orgulloso de pertenecer a esta tradición- necesitamos reconciliarnos con María, honrarla más en su contribución y usarla como inspiración en nuestro seguimiento del Maestro al que ella contribuyó a dar a luz. Este pasaje, parte de la anunciación, nos permite utilizar a María como ejemplo de persona sumisa a la voluntad del Señor y dispuesta a colaborar con Él en su deseo de hacer realidad el Reino de Dios. Ya en otras ocasiones he mencionado la frase de Agustín de Hipona que afirma que, el hombre sin Dios no puede; pero Dios sin el hombre no quiere. El Señor decidió que su plan de reconciliación y restauración implicaría la colaboración humana y para ello necesitaba a María como medio para que su encarnación pudiera ser posible.

María se sometió a la voluntad del Padre, se alineo con la misma y de este modo nos inspira a hacer lo mismo, tener esa misma actitud de disponibilidad, de obediencia, de colaboración con el Señor en la construcción del Reino. En este sentido, sin ninguna duda y con todo el mérito, María se convierte en una más en la larga cadena de personas que se pusieron a disposición de Dios para que sus planes se hicieran realidad, pero a la vez, en la primera de la nueva era que Jesús, con su humanidad inaugura y hace presente.


¿Cuán presente está en tu vida esta cualidad de María?



Yo soy la esclava del Señor. Que Él haga conmigo como dices. (Lucas 1:38)


Creo que los protestantes -y me siento orgulloso de pertenecer a esta tradición- necesitamos reconciliarnos con María, honrarla más en su contribución y usarla como inspiración en nuestro seguimiento del Maestro al que ella contribuyó a dar a luz. Este pasaje, parte de la anunciación, nos permite utilizar a María como ejemplo de persona sumisa a la voluntad del Señor y dispuesta a colaborar con Él en su deseo de hacer realidad el Reino de Dios. Ya en otras ocasiones he mencionado la frase de Agustín de Hipona que afirma que, el hombre sin Dios no puede; pero Dios sin el hombre no quiere. El Señor decidió que su plan de reconciliación y restauración implicaría la colaboración humana y para ello necesitaba a María como medio para que su encarnación pudiera ser posible.

María se sometió a la voluntad del Padre, se alineo con la misma y de este modo nos inspira a hacer lo mismo, tener esa misma actitud de disponibilidad, de obediencia, de colaboración con el Señor en la construcción del Reino. En este sentido, sin ninguna duda y con todo el mérito, María se convierte en una más en la larga cadena de personas que se pusieron a disposición de Dios para que sus planes se hicieran realidad, pero a la vez, en la primera de la nueva era que Jesús, con su humanidad inaugura y hace presente.


¿Cuán presente está en tu vida esta cualidad de María?



Yo soy la esclava del Señor. Que Él haga conmigo como dices. (Lucas 1:38)


Creo que los protestantes -y me siento orgulloso de pertenecer a esta tradición- necesitamos reconciliarnos con María, honrarla más en su contribución y usarla como inspiración en nuestro seguimiento del Maestro al que ella contribuyó a dar a luz. Este pasaje, parte de la anunciación, nos permite utilizar a María como ejemplo de persona sumisa a la voluntad del Señor y dispuesta a colaborar con Él en su deseo de hacer realidad el Reino de Dios. Ya en otras ocasiones he mencionado la frase de Agustín de Hipona que afirma que, el hombre sin Dios no puede; pero Dios sin el hombre no quiere. El Señor decidió que su plan de reconciliación y restauración implicaría la colaboración humana y para ello necesitaba a María como medio para que su encarnación pudiera ser posible.

María se sometió a la voluntad del Padre, se alineo con la misma y de este modo nos inspira a hacer lo mismo, tener esa misma actitud de disponibilidad, de obediencia, de colaboración con el Señor en la construcción del Reino. En este sentido, sin ninguna duda y con todo el mérito, María se convierte en una más en la larga cadena de personas que se pusieron a disposición de Dios para que sus planes se hicieran realidad, pero a la vez, en la primera de la nueva era que Jesús, con su humanidad inaugura y hace presente.


¿Cuán presente está en tu vida esta cualidad de María?