Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? (lUCAS 6:9)

Un hombre con su mano derecha atrofiada y, por tanto, incapaz para desempeñar un trabajo. Los fariseos totalmente indiferentes a la situación de aquella persona y deseosos de ver si Jesús reaccionaría sanándolo en día de reposo y de ese modo, al quebrantar la tradición oral, que no la ley, poderlo acusar. El Maestro plantea una cuestión de mucho calado. ¿Qué es más importante, hacer el bien o las tradiciones religiosas? Para Él no había la más mínima duda, un ser humano y sus necesidades son mucho más importantes que los preceptos y observancias religiosas.

A nosotros nos puede pasar algo similar. En ocasiones nos volvemos puntillosos y meticulosos con la religiosidad en la misma proporción en que somos indiferentes a las necesidades de los seres humanos que nos rodean. Ignoramos su dolor pero nos indignamos si alguien rompe el más mínimo de los preceptos religiosos. Eso sí, cuando la ruptura de los mismos va en nuestro favor podemos justificarlo y dar todas las razones por las cuales lo hemos hecho. Son muchas las partes de la Escritura (Isaías, los evangelios, Santiago) donde se nos enseña que la auténtica religiosidad, la que verdaderamente agrada y honra a Dios es tener en cuenta las necesidades de un mundo roto que nos rodea por todas partes.

¿Qué tipo de religiosidad define tu vida cristiana?


Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? (lUCAS 6:9)

Un hombre con su mano derecha atrofiada y, por tanto, incapaz para desempeñar un trabajo. Los fariseos totalmente indiferentes a la situación de aquella persona y deseosos de ver si Jesús reaccionaría sanándolo en día de reposo y de ese modo, al quebrantar la tradición oral, que no la ley, poderlo acusar. El Maestro plantea una cuestión de mucho calado. ¿Qué es más importante, hacer el bien o las tradiciones religiosas? Para Él no había la más mínima duda, un ser humano y sus necesidades son mucho más importantes que los preceptos y observancias religiosas.

A nosotros nos puede pasar algo similar. En ocasiones nos volvemos puntillosos y meticulosos con la religiosidad en la misma proporción en que somos indiferentes a las necesidades de los seres humanos que nos rodean. Ignoramos su dolor pero nos indignamos si alguien rompe el más mínimo de los preceptos religiosos. Eso sí, cuando la ruptura de los mismos va en nuestro favor podemos justificarlo y dar todas las razones por las cuales lo hemos hecho. Son muchas las partes de la Escritura (Isaías, los evangelios, Santiago) donde se nos enseña que la auténtica religiosidad, la que verdaderamente agrada y honra a Dios es tener en cuenta las necesidades de un mundo roto que nos rodea por todas partes.

¿Qué tipo de religiosidad define tu vida cristiana?


Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? (lUCAS 6:9)

Un hombre con su mano derecha atrofiada y, por tanto, incapaz para desempeñar un trabajo. Los fariseos totalmente indiferentes a la situación de aquella persona y deseosos de ver si Jesús reaccionaría sanándolo en día de reposo y de ese modo, al quebrantar la tradición oral, que no la ley, poderlo acusar. El Maestro plantea una cuestión de mucho calado. ¿Qué es más importante, hacer el bien o las tradiciones religiosas? Para Él no había la más mínima duda, un ser humano y sus necesidades son mucho más importantes que los preceptos y observancias religiosas.

A nosotros nos puede pasar algo similar. En ocasiones nos volvemos puntillosos y meticulosos con la religiosidad en la misma proporción en que somos indiferentes a las necesidades de los seres humanos que nos rodean. Ignoramos su dolor pero nos indignamos si alguien rompe el más mínimo de los preceptos religiosos. Eso sí, cuando la ruptura de los mismos va en nuestro favor podemos justificarlo y dar todas las razones por las cuales lo hemos hecho. Son muchas las partes de la Escritura (Isaías, los evangelios, Santiago) donde se nos enseña que la auténtica religiosidad, la que verdaderamente agrada y honra a Dios es tener en cuenta las necesidades de un mundo roto que nos rodea por todas partes.

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