Al ver Jesús que Natanael venía a su encuentro, comentó: -Ahí tenéis un verdadero israelita, en quien no cabe falsedad. (Juan 1:47)


Juan narra el llamamiento de los primeros discípulos de una manera diferente a los otros evangelistas. En su primer capítulo aparecen seguidores como Felipe y Natanael de los cuales no tenemos referencia sobre sus llamados en los sinópticos. Me ha llamado poderosamente la atención el comentario que Jesús hace acerca de Natanael, de tipo positivo y altamente elogioso; ser calificado de este modo por el Maestro es algo de lo cual sentirse altamente orgulloso. Automáticamente eso me ha llevado a pensar qué diría Jesús acerca de mí si nos encontráramos en una situación similar, qué comentarios saldrían de la boca del Señor con relación a mí, mi carácter, mi forma de ser, mi contribución al Reino. 

Mi pregunta es una invitación a la reflexión, a llevar a cabo una mirada a nuestro interior y, al hacerlo, observar lo que el Maestro ve en él. Creo que es importante hacerlo por dos sencillas razones; el ritmo frenético de vida que vivimos nos impide la reflexión, la mirada interior, la mirada desde la perspectiva, algo tan necesario para ser conscientes de nuestra realidad. La reflexión exige un clima de sosiego y calma. La segunda razón es considerar una vez más quién es nuestra principal audiencia, de quién estamos buscando el aplauso y el reconocimiento, las opiniones de quién valen realmente la pena y son importantes para nosotros.

¿Y qué diría Jesús de ti?


Al ver Jesús que Natanael venía a su encuentro, comentó: -Ahí tenéis un verdadero israelita, en quien no cabe falsedad. (Juan 1:47)


Juan narra el llamamiento de los primeros discípulos de una manera diferente a los otros evangelistas. En su primer capítulo aparecen seguidores como Felipe y Natanael de los cuales no tenemos referencia sobre sus llamados en los sinópticos. Me ha llamado poderosamente la atención el comentario que Jesús hace acerca de Natanael, de tipo positivo y altamente elogioso; ser calificado de este modo por el Maestro es algo de lo cual sentirse altamente orgulloso. Automáticamente eso me ha llevado a pensar qué diría Jesús acerca de mí si nos encontráramos en una situación similar, qué comentarios saldrían de la boca del Señor con relación a mí, mi carácter, mi forma de ser, mi contribución al Reino. 

Mi pregunta es una invitación a la reflexión, a llevar a cabo una mirada a nuestro interior y, al hacerlo, observar lo que el Maestro ve en él. Creo que es importante hacerlo por dos sencillas razones; el ritmo frenético de vida que vivimos nos impide la reflexión, la mirada interior, la mirada desde la perspectiva, algo tan necesario para ser conscientes de nuestra realidad. La reflexión exige un clima de sosiego y calma. La segunda razón es considerar una vez más quién es nuestra principal audiencia, de quién estamos buscando el aplauso y el reconocimiento, las opiniones de quién valen realmente la pena y son importantes para nosotros.

¿Y qué diría Jesús de ti?


Al ver Jesús que Natanael venía a su encuentro, comentó: -Ahí tenéis un verdadero israelita, en quien no cabe falsedad. (Juan 1:47)


Juan narra el llamamiento de los primeros discípulos de una manera diferente a los otros evangelistas. En su primer capítulo aparecen seguidores como Felipe y Natanael de los cuales no tenemos referencia sobre sus llamados en los sinópticos. Me ha llamado poderosamente la atención el comentario que Jesús hace acerca de Natanael, de tipo positivo y altamente elogioso; ser calificado de este modo por el Maestro es algo de lo cual sentirse altamente orgulloso. Automáticamente eso me ha llevado a pensar qué diría Jesús acerca de mí si nos encontráramos en una situación similar, qué comentarios saldrían de la boca del Señor con relación a mí, mi carácter, mi forma de ser, mi contribución al Reino. 

Mi pregunta es una invitación a la reflexión, a llevar a cabo una mirada a nuestro interior y, al hacerlo, observar lo que el Maestro ve en él. Creo que es importante hacerlo por dos sencillas razones; el ritmo frenético de vida que vivimos nos impide la reflexión, la mirada interior, la mirada desde la perspectiva, algo tan necesario para ser conscientes de nuestra realidad. La reflexión exige un clima de sosiego y calma. La segunda razón es considerar una vez más quién es nuestra principal audiencia, de quién estamos buscando el aplauso y el reconocimiento, las opiniones de quién valen realmente la pena y son importantes para nosotros.

¿Y qué diría Jesús de ti?