Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:7)


Este es el primer milagro de Jesús registrado en los relatos de los evangelios y tuvo como propósito que la fiesta de bodas no decayera después de que, sin duda, por mala previsión, se habían quedado sin vino. Este milagro hizo que las personas asistentes a la fiesta pudieran continuar experimentando placer.

Si la relación de los protestantes con María es complicada, como vimos en anteriores entradas, ¡Qué vamos a decir acerca de la relación de éstos con el placer! No tenemos una clara teología sobre el placer, no hemos reflexionado acerca del mismo desde un punto de vista bíblico y, consecuentemente, nuestra relación con él es ambigua y complicada. En el mejor de los casos sospechamos del placer; en el peor, lo condenamos como pecaminosos. Pero no podemos olvidar que éste fue creado por Dios. Ha sido el Señor quien nos ha diseñado de tal manera que podemos experimentar placeres físicos como el sexo, la bebida y la comida; placeres emocionales como una buena pieza de música, la contemplación del arte y la naturaleza; e incluso placeres intelectuales y espirituales. El Creador nos ha hecho de tal manera que podemos dar y recibir placer y esto aumenta considerablemente nuestro goce y disfrute de la vida. 

El problema, pues, no radica en el placer, sino en el uso que hacemos del mismo. El placer es neutro, la utilización y el contexto harán de éste algo positivo o negativo, pero no hay nada, absolutamente nada, intrínsecamente malo en el placer. Por eso no debería extrañarnos que el primer milagro de Jesús simplemente tuviera como propósito que aquellas personas pudieran seguir gozando de la celebración. No parece que hubiera ningún propósito espiritual oculto. Sin duda, tal y como dice el texto, si que hubo consecuencias "espirituales" del milagro, sus discípulos creyeron en Él y manifestó su gloria. Sin embargo, no perdamos de vista que este fue un milagro no buscado, sino hasta cierto punto "impuesto" por la presión de María. Un milagro hecho por puro placer; además, Jesús tuvo el detalle de producir un vino de excelente calidad. Las cosas, o se hacen bien, o no se hacen.


¿Cómo es tu relación con el placer?



Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:7)


Este es el primer milagro de Jesús registrado en los relatos de los evangelios y tuvo como propósito que la fiesta de bodas no decayera después de que, sin duda, por mala previsión, se habían quedado sin vino. Este milagro hizo que las personas asistentes a la fiesta pudieran continuar experimentando placer.

Si la relación de los protestantes con María es complicada, como vimos en anteriores entradas, ¡Qué vamos a decir acerca de la relación de éstos con el placer! No tenemos una clara teología sobre el placer, no hemos reflexionado acerca del mismo desde un punto de vista bíblico y, consecuentemente, nuestra relación con él es ambigua y complicada. En el mejor de los casos sospechamos del placer; en el peor, lo condenamos como pecaminosos. Pero no podemos olvidar que éste fue creado por Dios. Ha sido el Señor quien nos ha diseñado de tal manera que podemos experimentar placeres físicos como el sexo, la bebida y la comida; placeres emocionales como una buena pieza de música, la contemplación del arte y la naturaleza; e incluso placeres intelectuales y espirituales. El Creador nos ha hecho de tal manera que podemos dar y recibir placer y esto aumenta considerablemente nuestro goce y disfrute de la vida. 

El problema, pues, no radica en el placer, sino en el uso que hacemos del mismo. El placer es neutro, la utilización y el contexto harán de éste algo positivo o negativo, pero no hay nada, absolutamente nada, intrínsecamente malo en el placer. Por eso no debería extrañarnos que el primer milagro de Jesús simplemente tuviera como propósito que aquellas personas pudieran seguir gozando de la celebración. No parece que hubiera ningún propósito espiritual oculto. Sin duda, tal y como dice el texto, si que hubo consecuencias "espirituales" del milagro, sus discípulos creyeron en Él y manifestó su gloria. Sin embargo, no perdamos de vista que este fue un milagro no buscado, sino hasta cierto punto "impuesto" por la presión de María. Un milagro hecho por puro placer; además, Jesús tuvo el detalle de producir un vino de excelente calidad. Las cosas, o se hacen bien, o no se hacen.


¿Cómo es tu relación con el placer?



Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. (Juan 2:7)


Este es el primer milagro de Jesús registrado en los relatos de los evangelios y tuvo como propósito que la fiesta de bodas no decayera después de que, sin duda, por mala previsión, se habían quedado sin vino. Este milagro hizo que las personas asistentes a la fiesta pudieran continuar experimentando placer.

Si la relación de los protestantes con María es complicada, como vimos en anteriores entradas, ¡Qué vamos a decir acerca de la relación de éstos con el placer! No tenemos una clara teología sobre el placer, no hemos reflexionado acerca del mismo desde un punto de vista bíblico y, consecuentemente, nuestra relación con él es ambigua y complicada. En el mejor de los casos sospechamos del placer; en el peor, lo condenamos como pecaminosos. Pero no podemos olvidar que éste fue creado por Dios. Ha sido el Señor quien nos ha diseñado de tal manera que podemos experimentar placeres físicos como el sexo, la bebida y la comida; placeres emocionales como una buena pieza de música, la contemplación del arte y la naturaleza; e incluso placeres intelectuales y espirituales. El Creador nos ha hecho de tal manera que podemos dar y recibir placer y esto aumenta considerablemente nuestro goce y disfrute de la vida. 

El problema, pues, no radica en el placer, sino en el uso que hacemos del mismo. El placer es neutro, la utilización y el contexto harán de éste algo positivo o negativo, pero no hay nada, absolutamente nada, intrínsecamente malo en el placer. Por eso no debería extrañarnos que el primer milagro de Jesús simplemente tuviera como propósito que aquellas personas pudieran seguir gozando de la celebración. No parece que hubiera ningún propósito espiritual oculto. Sin duda, tal y como dice el texto, si que hubo consecuencias "espirituales" del milagro, sus discípulos creyeron en Él y manifestó su gloria. Sin embargo, no perdamos de vista que este fue un milagro no buscado, sino hasta cierto punto "impuesto" por la presión de María. Un milagro hecho por puro placer; además, Jesús tuvo el detalle de producir un vino de excelente calidad. Las cosas, o se hacen bien, o no se hacen.


¿Cómo es tu relación con el placer?