Puesto que sois hijos amados de Dios, procurad pareceros a Él y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda de sacrificio de olor agradable a Dios. (Efesios 5:1-2)



Nunca nos parecemos más a Dios como cuando amamos, y en la Biblia, el amor ágape, del que nos está hablando este pasaje, siempre tiene que ver con la búsqueda intencional y proactiva del bien de la persona amada. Ágape no tiene nada que ver con sentimientos, emociones, buena honda o buen feeling; está siempre relacionado con la voluntad, es un acto de la misma de bendecir, hacer bien, añadir valor a la vida del otro sin ninguna consideración sobre los méritos o falta de los mismos de aquel que recibe el amor, porque es incondicional, no debido a, sino a pesar de.  El mismo apóstol pone a Jesús como el ejemplo de ese amor, cuando éramos aún pecadores, murió por nosotros buscando nuestro bien, buscando bendecirnos, buscando añadir valor a nuestras vidas al reconciliarnos con el Padre.

Hacer del amor una norma de vida es un desafío considerable. Implica que convertimos el hacer bien a otros, tal y como se ha descrito anteriormente, en el principio rector de la forma en que vivimos. Significa que hacemos cosas o dejamos de hacerlas porque afectan positiva o negativamente a otros. Quiere decir que de forma bien intencional buscamos parecernos a un Dios que está empeñado en bendecir a todos, justos e injustos.


¿Cuánto de ese amor incondicional hay en ti?


Puesto que sois hijos amados de Dios, procurad pareceros a Él y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda de sacrificio de olor agradable a Dios. (Efesios 5:1-2)



Nunca nos parecemos más a Dios como cuando amamos, y en la Biblia, el amor ágape, del que nos está hablando este pasaje, siempre tiene que ver con la búsqueda intencional y proactiva del bien de la persona amada. Ágape no tiene nada que ver con sentimientos, emociones, buena honda o buen feeling; está siempre relacionado con la voluntad, es un acto de la misma de bendecir, hacer bien, añadir valor a la vida del otro sin ninguna consideración sobre los méritos o falta de los mismos de aquel que recibe el amor, porque es incondicional, no debido a, sino a pesar de.  El mismo apóstol pone a Jesús como el ejemplo de ese amor, cuando éramos aún pecadores, murió por nosotros buscando nuestro bien, buscando bendecirnos, buscando añadir valor a nuestras vidas al reconciliarnos con el Padre.

Hacer del amor una norma de vida es un desafío considerable. Implica que convertimos el hacer bien a otros, tal y como se ha descrito anteriormente, en el principio rector de la forma en que vivimos. Significa que hacemos cosas o dejamos de hacerlas porque afectan positiva o negativamente a otros. Quiere decir que de forma bien intencional buscamos parecernos a un Dios que está empeñado en bendecir a todos, justos e injustos.


¿Cuánto de ese amor incondicional hay en ti?


Puesto que sois hijos amados de Dios, procurad pareceros a Él y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda de sacrificio de olor agradable a Dios. (Efesios 5:1-2)



Nunca nos parecemos más a Dios como cuando amamos, y en la Biblia, el amor ágape, del que nos está hablando este pasaje, siempre tiene que ver con la búsqueda intencional y proactiva del bien de la persona amada. Ágape no tiene nada que ver con sentimientos, emociones, buena honda o buen feeling; está siempre relacionado con la voluntad, es un acto de la misma de bendecir, hacer bien, añadir valor a la vida del otro sin ninguna consideración sobre los méritos o falta de los mismos de aquel que recibe el amor, porque es incondicional, no debido a, sino a pesar de.  El mismo apóstol pone a Jesús como el ejemplo de ese amor, cuando éramos aún pecadores, murió por nosotros buscando nuestro bien, buscando bendecirnos, buscando añadir valor a nuestras vidas al reconciliarnos con el Padre.

Hacer del amor una norma de vida es un desafío considerable. Implica que convertimos el hacer bien a otros, tal y como se ha descrito anteriormente, en el principio rector de la forma en que vivimos. Significa que hacemos cosas o dejamos de hacerlas porque afectan positiva o negativamente a otros. Quiere decir que de forma bien intencional buscamos parecernos a un Dios que está empeñado en bendecir a todos, justos e injustos.


¿Cuánto de ese amor incondicional hay en ti?