Vale la pena recordar nuevamente que el centro de estas parábolas es Dios y su actitud hacia las personas que no le conocen y no tienen la oportunidad de una relación personal y significativa con Él. Por tanto, creo que la reflexión y las enseñanzas deben girar alrededor de ese vértice. Hay tres cosas que poderosamente me llaman la atención. Primero, el valor que Dios da a un único individuo. Honestamente, 99 no es un mal número. El rastreo de las oveja perdida era una tarea ardua y peligrosa. No es aventurado afirmar que el pastor se jugaba la vida en los múltiples accidentes geográficos de las tierras de Palestina y las alimañas que poblaban la zona, especialmente durante las noches. Hasta cierto punto su búsqueda de la oveja perdida podía suponer un peligro para el resto del rebaño, que aunque puesto a buen recaudo como afirma el texto, podía sufrir la ausencia del pastor. 

Segundo, el Dios que toma la iniciativa. Es un principio espiritual que nunca hemos de perder de vista. Jesús afirmó ante los fariseos que "mi Padre siempre trabaja y por eso yo trabajo". El Señor ni ha cesado, ni cesa, ni cesará en continuar tomando la iniciativa de acercarse y acercar al pecador hacia Él. Estoy convencido que utiliza las circunstancias, experiencias, personas y situaciones de la vida para trabajar en el corazón de aquellos que necesitan de Él. Todo ello en unión con el Espíritu Santo, el único que puede convencer a una persona de la necesidad de Dios. A menudo tengo la tendencia a creer que el hecho de que las personas se acerquen al Padre depende mí y mi diligencia. Sin obviar mi responsabilidad al respecto me produce un gran descanso saber que es totalmente al contrario, Dios es el gran iniciador.

Tercero, el Dios que se goza. El gozo es un sentimiento mucho más profundo que la alegría. Esta última es pasajera, circunstancial, fruto de estímulos externos. El gozo es permanente, un estado de íntima satisfacción por el logro de algo altamente deseado y preciado. Me produce una profunda emoción el pensar en un Dios al que los millones de seguidores que ya tiene, todos aquellos que viven intentando hacer su voluntad, no le privan del gozo y la profunda satisfacción de ver que alguien más a vuelto a casa para tener una relación personal con Él. 


Piensa en estas tres características de Dios: el valor de uno, la iniciativa y el gozo ¿Cuán presentes están en tu relación hacia aquellos que no conocen al Señor?



Vale la pena recordar nuevamente que el centro de estas parábolas es Dios y su actitud hacia las personas que no le conocen y no tienen la oportunidad de una relación personal y significativa con Él. Por tanto, creo que la reflexión y las enseñanzas deben girar alrededor de ese vértice. Hay tres cosas que poderosamente me llaman la atención. Primero, el valor que Dios da a un único individuo. Honestamente, 99 no es un mal número. El rastreo de las oveja perdida era una tarea ardua y peligrosa. No es aventurado afirmar que el pastor se jugaba la vida en los múltiples accidentes geográficos de las tierras de Palestina y las alimañas que poblaban la zona, especialmente durante las noches. Hasta cierto punto su búsqueda de la oveja perdida podía suponer un peligro para el resto del rebaño, que aunque puesto a buen recaudo como afirma el texto, podía sufrir la ausencia del pastor. 

Segundo, el Dios que toma la iniciativa. Es un principio espiritual que nunca hemos de perder de vista. Jesús afirmó ante los fariseos que "mi Padre siempre trabaja y por eso yo trabajo". El Señor ni ha cesado, ni cesa, ni cesará en continuar tomando la iniciativa de acercarse y acercar al pecador hacia Él. Estoy convencido que utiliza las circunstancias, experiencias, personas y situaciones de la vida para trabajar en el corazón de aquellos que necesitan de Él. Todo ello en unión con el Espíritu Santo, el único que puede convencer a una persona de la necesidad de Dios. A menudo tengo la tendencia a creer que el hecho de que las personas se acerquen al Padre depende mí y mi diligencia. Sin obviar mi responsabilidad al respecto me produce un gran descanso saber que es totalmente al contrario, Dios es el gran iniciador.

Tercero, el Dios que se goza. El gozo es un sentimiento mucho más profundo que la alegría. Esta última es pasajera, circunstancial, fruto de estímulos externos. El gozo es permanente, un estado de íntima satisfacción por el logro de algo altamente deseado y preciado. Me produce una profunda emoción el pensar en un Dios al que los millones de seguidores que ya tiene, todos aquellos que viven intentando hacer su voluntad, no le privan del gozo y la profunda satisfacción de ver que alguien más a vuelto a casa para tener una relación personal con Él. 


Piensa en estas tres características de Dios: el valor de uno, la iniciativa y el gozo ¿Cuán presentes están en tu relación hacia aquellos que no conocen al Señor?



Vale la pena recordar nuevamente que el centro de estas parábolas es Dios y su actitud hacia las personas que no le conocen y no tienen la oportunidad de una relación personal y significativa con Él. Por tanto, creo que la reflexión y las enseñanzas deben girar alrededor de ese vértice. Hay tres cosas que poderosamente me llaman la atención. Primero, el valor que Dios da a un único individuo. Honestamente, 99 no es un mal número. El rastreo de las oveja perdida era una tarea ardua y peligrosa. No es aventurado afirmar que el pastor se jugaba la vida en los múltiples accidentes geográficos de las tierras de Palestina y las alimañas que poblaban la zona, especialmente durante las noches. Hasta cierto punto su búsqueda de la oveja perdida podía suponer un peligro para el resto del rebaño, que aunque puesto a buen recaudo como afirma el texto, podía sufrir la ausencia del pastor. 

Segundo, el Dios que toma la iniciativa. Es un principio espiritual que nunca hemos de perder de vista. Jesús afirmó ante los fariseos que "mi Padre siempre trabaja y por eso yo trabajo". El Señor ni ha cesado, ni cesa, ni cesará en continuar tomando la iniciativa de acercarse y acercar al pecador hacia Él. Estoy convencido que utiliza las circunstancias, experiencias, personas y situaciones de la vida para trabajar en el corazón de aquellos que necesitan de Él. Todo ello en unión con el Espíritu Santo, el único que puede convencer a una persona de la necesidad de Dios. A menudo tengo la tendencia a creer que el hecho de que las personas se acerquen al Padre depende mí y mi diligencia. Sin obviar mi responsabilidad al respecto me produce un gran descanso saber que es totalmente al contrario, Dios es el gran iniciador.

Tercero, el Dios que se goza. El gozo es un sentimiento mucho más profundo que la alegría. Esta última es pasajera, circunstancial, fruto de estímulos externos. El gozo es permanente, un estado de íntima satisfacción por el logro de algo altamente deseado y preciado. Me produce una profunda emoción el pensar en un Dios al que los millones de seguidores que ya tiene, todos aquellos que viven intentando hacer su voluntad, no le privan del gozo y la profunda satisfacción de ver que alguien más a vuelto a casa para tener una relación personal con Él. 


Piensa en estas tres características de Dios: el valor de uno, la iniciativa y el gozo ¿Cuán presentes están en tu relación hacia aquellos que no conocen al Señor?