También les dijo: El reino de los cielos puede compararse a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medidas de harina para que fermente toda la masa. (Mateo 13:33)


Una pequeña porción de levadura tiene la capacidad de hacer fermentar toda la masa. Jesús utiliza esta parábola que era perfectamente comprensible para todos sus oyentes. En todas las casas de Palestina este proceso se repetía una y otra vez y, por tanto, las palabras del Maestro tenían la capacidad de generar poderosas imágenes mentales en los oyentes. Las personas podían reproducir en sus mentes el proceso de una ínfima cantidad de levadura produciendo una imperceptible pero continuada influencia sobre la masa de harina hasta hacerla fermentar. 

Jesús afirma que así trabaja el Reino de Dios, de una forma callada y a menudo imperceptible ejerciendo una influencia sobre su entorno. Miremos las sociedades desarrollados en las que nos ha tocado vivir. Tenemos sistemas de educación y sanidad pública, leyes, derechos humanos, protección a los más desvalidos y necesitados, instituciones para cuidar de huérfanos, moribundos y discapacitados. Hay un continuo y creciente acceso en todo el mundo a la educación, la sanidad y la alimentación. Tenemos instituciones que vigilan a los gobiernos y los denuncian si estos pisan los derechos humanos. Todavía queda ¡Sin ninguna duda! muchísimo por hacer. Sin embargo, si comparamos la situación actual con la del mundo en el que nació Jesús no podemos sino afirmar que ha habido una mejora real. Pero estoy convencido que todos estos, aunque insuficientes, progresos vienen de la mano del cristianismo, de sus principios y valores y de aquellos cristianos que con su vida y trabajo han sido levadura en su sociedad. 

Pero también hay una aplicación personal de esta parábola. La masa no puede cambiar si no es debido a la acción de un agente externo, la levadura. Nosotros, como seres humanos, no podemos, por más que lo intentemos, cambiar si no hay una influencia externa; la presencia de Jesús, el Hijo de Dios, viviendo en nuestras vidas por medio de su Espíritu Santo. Él es la única levadura que puede transformar nuestra vida; es el único que puede cambiar nuestro corazón. No olvidemos que como Él mismo afirma, es el corazón donde radica nuestro problema y, del mismo modo que la levadura actúa desde el interior, así Jesús debe actuar desde nuestro interior, desde la raíz de los problemas.

Sólo hay una pequeña pero brutal diferencia. La harina no puede resistirse a la influencia de la levadura, pero nosotros si podemos resistirnos a la influencia de la levadura espiritual en nuestras vidas.


¿Qué evidencias hay que la levadura de Jesús está transformando tu vida? ¿Qué tipo de resistencia le estás ofreciendo? ¿Qué piensas hacer al respecto?



También les dijo: El reino de los cielos puede compararse a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medidas de harina para que fermente toda la masa. (Mateo 13:33)


Una pequeña porción de levadura tiene la capacidad de hacer fermentar toda la masa. Jesús utiliza esta parábola que era perfectamente comprensible para todos sus oyentes. En todas las casas de Palestina este proceso se repetía una y otra vez y, por tanto, las palabras del Maestro tenían la capacidad de generar poderosas imágenes mentales en los oyentes. Las personas podían reproducir en sus mentes el proceso de una ínfima cantidad de levadura produciendo una imperceptible pero continuada influencia sobre la masa de harina hasta hacerla fermentar. 

Jesús afirma que así trabaja el Reino de Dios, de una forma callada y a menudo imperceptible ejerciendo una influencia sobre su entorno. Miremos las sociedades desarrollados en las que nos ha tocado vivir. Tenemos sistemas de educación y sanidad pública, leyes, derechos humanos, protección a los más desvalidos y necesitados, instituciones para cuidar de huérfanos, moribundos y discapacitados. Hay un continuo y creciente acceso en todo el mundo a la educación, la sanidad y la alimentación. Tenemos instituciones que vigilan a los gobiernos y los denuncian si estos pisan los derechos humanos. Todavía queda ¡Sin ninguna duda! muchísimo por hacer. Sin embargo, si comparamos la situación actual con la del mundo en el que nació Jesús no podemos sino afirmar que ha habido una mejora real. Pero estoy convencido que todos estos, aunque insuficientes, progresos vienen de la mano del cristianismo, de sus principios y valores y de aquellos cristianos que con su vida y trabajo han sido levadura en su sociedad. 

Pero también hay una aplicación personal de esta parábola. La masa no puede cambiar si no es debido a la acción de un agente externo, la levadura. Nosotros, como seres humanos, no podemos, por más que lo intentemos, cambiar si no hay una influencia externa; la presencia de Jesús, el Hijo de Dios, viviendo en nuestras vidas por medio de su Espíritu Santo. Él es la única levadura que puede transformar nuestra vida; es el único que puede cambiar nuestro corazón. No olvidemos que como Él mismo afirma, es el corazón donde radica nuestro problema y, del mismo modo que la levadura actúa desde el interior, así Jesús debe actuar desde nuestro interior, desde la raíz de los problemas.

Sólo hay una pequeña pero brutal diferencia. La harina no puede resistirse a la influencia de la levadura, pero nosotros si podemos resistirnos a la influencia de la levadura espiritual en nuestras vidas.


¿Qué evidencias hay que la levadura de Jesús está transformando tu vida? ¿Qué tipo de resistencia le estás ofreciendo? ¿Qué piensas hacer al respecto?



También les dijo: El reino de los cielos puede compararse a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medidas de harina para que fermente toda la masa. (Mateo 13:33)


Una pequeña porción de levadura tiene la capacidad de hacer fermentar toda la masa. Jesús utiliza esta parábola que era perfectamente comprensible para todos sus oyentes. En todas las casas de Palestina este proceso se repetía una y otra vez y, por tanto, las palabras del Maestro tenían la capacidad de generar poderosas imágenes mentales en los oyentes. Las personas podían reproducir en sus mentes el proceso de una ínfima cantidad de levadura produciendo una imperceptible pero continuada influencia sobre la masa de harina hasta hacerla fermentar. 

Jesús afirma que así trabaja el Reino de Dios, de una forma callada y a menudo imperceptible ejerciendo una influencia sobre su entorno. Miremos las sociedades desarrollados en las que nos ha tocado vivir. Tenemos sistemas de educación y sanidad pública, leyes, derechos humanos, protección a los más desvalidos y necesitados, instituciones para cuidar de huérfanos, moribundos y discapacitados. Hay un continuo y creciente acceso en todo el mundo a la educación, la sanidad y la alimentación. Tenemos instituciones que vigilan a los gobiernos y los denuncian si estos pisan los derechos humanos. Todavía queda ¡Sin ninguna duda! muchísimo por hacer. Sin embargo, si comparamos la situación actual con la del mundo en el que nació Jesús no podemos sino afirmar que ha habido una mejora real. Pero estoy convencido que todos estos, aunque insuficientes, progresos vienen de la mano del cristianismo, de sus principios y valores y de aquellos cristianos que con su vida y trabajo han sido levadura en su sociedad. 

Pero también hay una aplicación personal de esta parábola. La masa no puede cambiar si no es debido a la acción de un agente externo, la levadura. Nosotros, como seres humanos, no podemos, por más que lo intentemos, cambiar si no hay una influencia externa; la presencia de Jesús, el Hijo de Dios, viviendo en nuestras vidas por medio de su Espíritu Santo. Él es la única levadura que puede transformar nuestra vida; es el único que puede cambiar nuestro corazón. No olvidemos que como Él mismo afirma, es el corazón donde radica nuestro problema y, del mismo modo que la levadura actúa desde el interior, así Jesús debe actuar desde nuestro interior, desde la raíz de los problemas.

Sólo hay una pequeña pero brutal diferencia. La harina no puede resistirse a la influencia de la levadura, pero nosotros si podemos resistirnos a la influencia de la levadura espiritual en nuestras vidas.


¿Qué evidencias hay que la levadura de Jesús está transformando tu vida? ¿Qué tipo de resistencia le estás ofreciendo? ¿Qué piensas hacer al respecto?