Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con Él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. (2 Corintios 5:18)


Luis Alfredo, un cantante cristiano español, escribía hace ya muchos años: "baja a Dios de las nubes y llévalo a la fábrica donde trabajas". Su propósito era hablar de un seguimiento del Maestro que tiene implicaciones prácticas en el aquí y en el ahora, es decir, en nuestra vida cotidiana. La exhortación del apóstol Pablo no puede ser más práctica y directa, somos llamados a traer y poner paz en este mundo; de no hacerlo así no estamos alineados con los planes y propósitos de Dios para el mundo y para nosotros mismos. Un seguidor de Jesús debe ser, por definición, un pacificador, alguien que trae e intenta poner paz en todos los ámbitos donde se mueve, comenzando por su hogar y siguiendo en círculos concéntricos en todas las diferentes esferas donde vive y tiene la más mínima interrelación y/o influencia. Fue el propio Maestro quien afirmó en el Sermón del Monte que los que trabajan en favor de la paz serán reconocidos como hijos de Dios.

En la esfera espiritual no hay término medio, o bien traemos y trabajamos en favor de la paz -a todos los niveles- alineándonos con Dios o, por el contrario, traemos discordia y conflicto alineándonos, seamos conscientes o no, con Satanás, el adversario. La decisión es personal de cada uno de nosotros y debemos tomarla en muchas ocasiones delante de muchas situaciones. No debemos, pues, olvidar que se nos ha confiado la tarea de llevar la paz a los demás.


¿En qué medidas estás alineado con el propósito de Dios?


Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con Él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. (2 Corintios 5:18)


Luis Alfredo, un cantante cristiano español, escribía hace ya muchos años: "baja a Dios de las nubes y llévalo a la fábrica donde trabajas". Su propósito era hablar de un seguimiento del Maestro que tiene implicaciones prácticas en el aquí y en el ahora, es decir, en nuestra vida cotidiana. La exhortación del apóstol Pablo no puede ser más práctica y directa, somos llamados a traer y poner paz en este mundo; de no hacerlo así no estamos alineados con los planes y propósitos de Dios para el mundo y para nosotros mismos. Un seguidor de Jesús debe ser, por definición, un pacificador, alguien que trae e intenta poner paz en todos los ámbitos donde se mueve, comenzando por su hogar y siguiendo en círculos concéntricos en todas las diferentes esferas donde vive y tiene la más mínima interrelación y/o influencia. Fue el propio Maestro quien afirmó en el Sermón del Monte que los que trabajan en favor de la paz serán reconocidos como hijos de Dios.

En la esfera espiritual no hay término medio, o bien traemos y trabajamos en favor de la paz -a todos los niveles- alineándonos con Dios o, por el contrario, traemos discordia y conflicto alineándonos, seamos conscientes o no, con Satanás, el adversario. La decisión es personal de cada uno de nosotros y debemos tomarla en muchas ocasiones delante de muchas situaciones. No debemos, pues, olvidar que se nos ha confiado la tarea de llevar la paz a los demás.


¿En qué medidas estás alineado con el propósito de Dios?


Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con Él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. (2 Corintios 5:18)


Luis Alfredo, un cantante cristiano español, escribía hace ya muchos años: "baja a Dios de las nubes y llévalo a la fábrica donde trabajas". Su propósito era hablar de un seguimiento del Maestro que tiene implicaciones prácticas en el aquí y en el ahora, es decir, en nuestra vida cotidiana. La exhortación del apóstol Pablo no puede ser más práctica y directa, somos llamados a traer y poner paz en este mundo; de no hacerlo así no estamos alineados con los planes y propósitos de Dios para el mundo y para nosotros mismos. Un seguidor de Jesús debe ser, por definición, un pacificador, alguien que trae e intenta poner paz en todos los ámbitos donde se mueve, comenzando por su hogar y siguiendo en círculos concéntricos en todas las diferentes esferas donde vive y tiene la más mínima interrelación y/o influencia. Fue el propio Maestro quien afirmó en el Sermón del Monte que los que trabajan en favor de la paz serán reconocidos como hijos de Dios.

En la esfera espiritual no hay término medio, o bien traemos y trabajamos en favor de la paz -a todos los niveles- alineándonos con Dios o, por el contrario, traemos discordia y conflicto alineándonos, seamos conscientes o no, con Satanás, el adversario. La decisión es personal de cada uno de nosotros y debemos tomarla en muchas ocasiones delante de muchas situaciones. No debemos, pues, olvidar que se nos ha confiado la tarea de llevar la paz a los demás.


¿En qué medidas estás alineado con el propósito de Dios?