Si digo: “Que me cubra la tiniebla, que la luz se haga noche en torno a mí”, tampoco para ti es oscura la tiniebla; la noche es luminosa como el día, pues como la luz, así es para ti la oscuridad. (Salmo 139:11-12)


La oscuridad no tiene una connotación positiva. La asociamos con cosas negativas y peligrosas. La oscuridad genera inseguridad, dificultad para orientarse y, a menudo, miedo. La oscuridad es propicia para el mal y lo ilegal; en la Biblia habitualmente se relaciona con el pecado. Sin embargo, científicamente hablando la oscuridad no existe, no tiene entidad por sí misma, es simplemente la ausencia de luz. La luz sí es una realidad física, la oscuridad no lo es; vuelvo a insistir, es únicamente la ausencia en mayor o menor grado de la luz.

Todos nosotros vivimos con, digamos, cierto grado de oscuridad en nuestra vida. Tenemos áreas "oscuras" que únicamente nosotros conocemos y que nos avergonzaríamos si salieran "a la luz". Hemos pasado o estamos pasando por momentos de oscuridad en nuestras vidas; sea esta de tipo intelectual, emocional, espiritual o una combinación de todas ellas. Puede ser que nuestro presente esté lleno de oscuridad o que cuando miramos al futuro éste sea sombrío y carente de luz; sólo podemos percibir tinieblas.

Pero Dios es luz. Recordemos que la oscuridad no existe, es, tan sólo, la ausencia, la privación de luz. Cuanto más nos encontremos del Señor más evidente será su luz en nuestra vida y más disipará la oscuridad que pueda haber en ella. Dios proyecta luz sobre nuestra vida interior mostrándonos aquello que necesita ser cambiado. El Señor ilumina nuestro camino para poder orientar y guiar. Dios trae luz a la oscuridad emocional, intelectual y espiritual que, en ocasiones, puede reinar en nuestras vidas. El Señor aclara las circunstancias con su presencia y da la posibilidad de ver con una nueva perspectiva. Dios nunca ha prometido que no pasaremos "por valle de sombra de muerte"; si ha prometido, que en medio del mismo veremos la luz, porque está con nosotros y porque Él es luz.


¿Estás experimentando oscuridad en tu vida? ¿Cómo Dios, quien es luz, puede iluminar tu realidad?


Si digo: “Que me cubra la tiniebla, que la luz se haga noche en torno a mí”, tampoco para ti es oscura la tiniebla; la noche es luminosa como el día, pues como la luz, así es para ti la oscuridad. (Salmo 139:11-12)


La oscuridad no tiene una connotación positiva. La asociamos con cosas negativas y peligrosas. La oscuridad genera inseguridad, dificultad para orientarse y, a menudo, miedo. La oscuridad es propicia para el mal y lo ilegal; en la Biblia habitualmente se relaciona con el pecado. Sin embargo, científicamente hablando la oscuridad no existe, no tiene entidad por sí misma, es simplemente la ausencia de luz. La luz sí es una realidad física, la oscuridad no lo es; vuelvo a insistir, es únicamente la ausencia en mayor o menor grado de la luz.

Todos nosotros vivimos con, digamos, cierto grado de oscuridad en nuestra vida. Tenemos áreas "oscuras" que únicamente nosotros conocemos y que nos avergonzaríamos si salieran "a la luz". Hemos pasado o estamos pasando por momentos de oscuridad en nuestras vidas; sea esta de tipo intelectual, emocional, espiritual o una combinación de todas ellas. Puede ser que nuestro presente esté lleno de oscuridad o que cuando miramos al futuro éste sea sombrío y carente de luz; sólo podemos percibir tinieblas.

Pero Dios es luz. Recordemos que la oscuridad no existe, es, tan sólo, la ausencia, la privación de luz. Cuanto más nos encontremos del Señor más evidente será su luz en nuestra vida y más disipará la oscuridad que pueda haber en ella. Dios proyecta luz sobre nuestra vida interior mostrándonos aquello que necesita ser cambiado. El Señor ilumina nuestro camino para poder orientar y guiar. Dios trae luz a la oscuridad emocional, intelectual y espiritual que, en ocasiones, puede reinar en nuestras vidas. El Señor aclara las circunstancias con su presencia y da la posibilidad de ver con una nueva perspectiva. Dios nunca ha prometido que no pasaremos "por valle de sombra de muerte"; si ha prometido, que en medio del mismo veremos la luz, porque está con nosotros y porque Él es luz.


¿Estás experimentando oscuridad en tu vida? ¿Cómo Dios, quien es luz, puede iluminar tu realidad?


Si digo: “Que me cubra la tiniebla, que la luz se haga noche en torno a mí”, tampoco para ti es oscura la tiniebla; la noche es luminosa como el día, pues como la luz, así es para ti la oscuridad. (Salmo 139:11-12)


La oscuridad no tiene una connotación positiva. La asociamos con cosas negativas y peligrosas. La oscuridad genera inseguridad, dificultad para orientarse y, a menudo, miedo. La oscuridad es propicia para el mal y lo ilegal; en la Biblia habitualmente se relaciona con el pecado. Sin embargo, científicamente hablando la oscuridad no existe, no tiene entidad por sí misma, es simplemente la ausencia de luz. La luz sí es una realidad física, la oscuridad no lo es; vuelvo a insistir, es únicamente la ausencia en mayor o menor grado de la luz.

Todos nosotros vivimos con, digamos, cierto grado de oscuridad en nuestra vida. Tenemos áreas "oscuras" que únicamente nosotros conocemos y que nos avergonzaríamos si salieran "a la luz". Hemos pasado o estamos pasando por momentos de oscuridad en nuestras vidas; sea esta de tipo intelectual, emocional, espiritual o una combinación de todas ellas. Puede ser que nuestro presente esté lleno de oscuridad o que cuando miramos al futuro éste sea sombrío y carente de luz; sólo podemos percibir tinieblas.

Pero Dios es luz. Recordemos que la oscuridad no existe, es, tan sólo, la ausencia, la privación de luz. Cuanto más nos encontremos del Señor más evidente será su luz en nuestra vida y más disipará la oscuridad que pueda haber en ella. Dios proyecta luz sobre nuestra vida interior mostrándonos aquello que necesita ser cambiado. El Señor ilumina nuestro camino para poder orientar y guiar. Dios trae luz a la oscuridad emocional, intelectual y espiritual que, en ocasiones, puede reinar en nuestras vidas. El Señor aclara las circunstancias con su presencia y da la posibilidad de ver con una nueva perspectiva. Dios nunca ha prometido que no pasaremos "por valle de sombra de muerte"; si ha prometido, que en medio del mismo veremos la luz, porque está con nosotros y porque Él es luz.


¿Estás experimentando oscuridad en tu vida? ¿Cómo Dios, quien es luz, puede iluminar tu realidad?


Si digo: “Que me cubra la tiniebla, que la luz se haga noche en torno a mí”, tampoco para ti es oscura la tiniebla; la noche es luminosa como el día, pues como la luz, así es para ti la oscuridad. (Salmo 139:11-12)


La oscuridad no tiene una connotación positiva. La asociamos con cosas negativas y peligrosas. La oscuridad genera inseguridad, dificultad para orientarse y, a menudo, miedo. La oscuridad es propicia para el mal y lo ilegal; en la Biblia habitualmente se relaciona con el pecado. Sin embargo, científicamente hablando la oscuridad no existe, no tiene entidad por sí misma, es simplemente la ausencia de luz. La luz sí es una realidad física, la oscuridad no lo es; vuelvo a insistir, es únicamente la ausencia en mayor o menor grado de la luz.

Todos nosotros vivimos con, digamos, cierto grado de oscuridad en nuestra vida. Tenemos áreas "oscuras" que únicamente nosotros conocemos y que nos avergonzaríamos si salieran "a la luz". Hemos pasado o estamos pasando por momentos de oscuridad en nuestras vidas; sea esta de tipo intelectual, emocional, espiritual o una combinación de todas ellas. Puede ser que nuestro presente esté lleno de oscuridad o que cuando miramos al futuro éste sea sombrío y carente de luz; sólo podemos percibir tinieblas.

Pero Dios es luz. Recordemos que la oscuridad no existe, es, tan sólo, la ausencia, la privación de luz. Cuanto más nos encontremos del Señor más evidente será su luz en nuestra vida y más disipará la oscuridad que pueda haber en ella. Dios proyecta luz sobre nuestra vida interior mostrándonos aquello que necesita ser cambiado. El Señor ilumina nuestro camino para poder orientar y guiar. Dios trae luz a la oscuridad emocional, intelectual y espiritual que, en ocasiones, puede reinar en nuestras vidas. El Señor aclara las circunstancias con su presencia y da la posibilidad de ver con una nueva perspectiva. Dios nunca ha prometido que no pasaremos "por valle de sombra de muerte"; si ha prometido, que en medio del mismo veremos la luz, porque está con nosotros y porque Él es luz.


¿Estás experimentando oscuridad en tu vida? ¿Cómo Dios, quien es luz, puede iluminar tu realidad?