Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. (Salmo 32:8)

La voluntad moral de Dios produce en el creyente una gran libertad, paz y seguridad. Ésta nos provee de unos márgenes dentro de los cuales nos podemos mover con certeza, sin tener que preguntarnos en cada momento y en cada instante si estamos o no alineados con su voluntad para nuestras vidas. Siguiendo el ejemplo explicado en la entrada anterior, mientras estés dentro de la cancha estás dentro de su voluntad. 

Por tanto, se trata de asegurarnos que estamos viviendo nuestra vida cotidiana dentro de esos márgenes establecidos por su Palabra, su carácter y la persona de Jesús (todo ello, como te darás cuenta, lo encontramos en la Biblia), dentro de esos límites no hay la posibilidad de equivocarse, no hay la posibilidad de tomar decisiones erróneas. Dentro de la voluntad moral de Dios no hay una opción que sea la correcta, y otra incorrecta, la que el Señor no quiere. Lo voy a decir claro y alto y no espero que estés de acuerdo conmigo: Mientras estés dentro de la cancha al Señor le da igual si vas hacia la derecha o vas hacia la izquierda, hacia arriba o hacia abajo; cualquier decisión que tomes es correcta porque estás dentro de su voluntad claramente marcada y especificada en la Palabra del Señor. Cualquier jugador de fútbol -sigamos con el ejemplo- sabe con el reglamento en la mente y las líneas que marcan el terreno de juego cómo moverse con soltura en función de cómo se desarrolla el juego. Sabe que no debe salir de las marcas ni transgredir el reglamento. 

No creo, ni encuentro base bíblica para afirmar que el Señor tiene un plan específico, detallado día a día para la vida de cada persona. Un plan que indica con quién se casará -el gran mito evangélico- qué trabajo tendrá, que automóvil deberá comprar, qué amigos debe cultivar, qué vivienda debe comprar, qué inversiones debe hacer, etc., etc. Hay una opción y solo una para tu vida, la que el Señor tiene pensada y, sino la aciertas.... miserable total toda tu vida. Eso genera creyentes inseguros, con miedo a tomar decisiones, inseguros sobre lo que el Señor espera de ellos, carentes de criterios para ejercer su libertad y decidir. 

Es cierto que cuando estás dentro de la cancha -la voluntad moral de Dios- todavía hay que seguir tomando decisiones, sin embargo, los cristianos hemos olvidado -y los líderes no hemos enseñado- que en ese proceso de toma de decisiones no estamos solos, que el Espíritu nos guía a toda la verdad, que nos enseña toda las cosas, que no nos deja huérfanos, que está con nosotros cada día hasta el fin.  En ocasiones, en la cancha, nos encontramos con la necesidad de escoger entre dos opciones, ambas buenas -porque están dentro de su voluntad- ambas honran al Señor, cualquiera de las dos le placerán, es cuestión de echar mano del Espíritu Santo para saber cuál es la más conveniente para poder tener un impacto en el mundo, ser un buen agente de restauración, bendecir a otros, proteger más a nuestra familia, etc. Porque, escojamos lo que escojamos, Dios es honrado.

Libertad o temor a la hora de tomar decisiones





Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. (Salmo 32:8)

La voluntad moral de Dios produce en el creyente una gran libertad, paz y seguridad. Ésta nos provee de unos márgenes dentro de los cuales nos podemos mover con certeza, sin tener que preguntarnos en cada momento y en cada instante si estamos o no alineados con su voluntad para nuestras vidas. Siguiendo el ejemplo explicado en la entrada anterior, mientras estés dentro de la cancha estás dentro de su voluntad. 

Por tanto, se trata de asegurarnos que estamos viviendo nuestra vida cotidiana dentro de esos márgenes establecidos por su Palabra, su carácter y la persona de Jesús (todo ello, como te darás cuenta, lo encontramos en la Biblia), dentro de esos límites no hay la posibilidad de equivocarse, no hay la posibilidad de tomar decisiones erróneas. Dentro de la voluntad moral de Dios no hay una opción que sea la correcta, y otra incorrecta, la que el Señor no quiere. Lo voy a decir claro y alto y no espero que estés de acuerdo conmigo: Mientras estés dentro de la cancha al Señor le da igual si vas hacia la derecha o vas hacia la izquierda, hacia arriba o hacia abajo; cualquier decisión que tomes es correcta porque estás dentro de su voluntad claramente marcada y especificada en la Palabra del Señor. Cualquier jugador de fútbol -sigamos con el ejemplo- sabe con el reglamento en la mente y las líneas que marcan el terreno de juego cómo moverse con soltura en función de cómo se desarrolla el juego. Sabe que no debe salir de las marcas ni transgredir el reglamento. 

No creo, ni encuentro base bíblica para afirmar que el Señor tiene un plan específico, detallado día a día para la vida de cada persona. Un plan que indica con quién se casará -el gran mito evangélico- qué trabajo tendrá, que automóvil deberá comprar, qué amigos debe cultivar, qué vivienda debe comprar, qué inversiones debe hacer, etc., etc. Hay una opción y solo una para tu vida, la que el Señor tiene pensada y, sino la aciertas.... miserable total toda tu vida. Eso genera creyentes inseguros, con miedo a tomar decisiones, inseguros sobre lo que el Señor espera de ellos, carentes de criterios para ejercer su libertad y decidir. 

Es cierto que cuando estás dentro de la cancha -la voluntad moral de Dios- todavía hay que seguir tomando decisiones, sin embargo, los cristianos hemos olvidado -y los líderes no hemos enseñado- que en ese proceso de toma de decisiones no estamos solos, que el Espíritu nos guía a toda la verdad, que nos enseña toda las cosas, que no nos deja huérfanos, que está con nosotros cada día hasta el fin.  En ocasiones, en la cancha, nos encontramos con la necesidad de escoger entre dos opciones, ambas buenas -porque están dentro de su voluntad- ambas honran al Señor, cualquiera de las dos le placerán, es cuestión de echar mano del Espíritu Santo para saber cuál es la más conveniente para poder tener un impacto en el mundo, ser un buen agente de restauración, bendecir a otros, proteger más a nuestra familia, etc. Porque, escojamos lo que escojamos, Dios es honrado.

Libertad o temor a la hora de tomar decisiones





Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. (Salmo 32:8)

La voluntad moral de Dios produce en el creyente una gran libertad, paz y seguridad. Ésta nos provee de unos márgenes dentro de los cuales nos podemos mover con certeza, sin tener que preguntarnos en cada momento y en cada instante si estamos o no alineados con su voluntad para nuestras vidas. Siguiendo el ejemplo explicado en la entrada anterior, mientras estés dentro de la cancha estás dentro de su voluntad. 

Por tanto, se trata de asegurarnos que estamos viviendo nuestra vida cotidiana dentro de esos márgenes establecidos por su Palabra, su carácter y la persona de Jesús (todo ello, como te darás cuenta, lo encontramos en la Biblia), dentro de esos límites no hay la posibilidad de equivocarse, no hay la posibilidad de tomar decisiones erróneas. Dentro de la voluntad moral de Dios no hay una opción que sea la correcta, y otra incorrecta, la que el Señor no quiere. Lo voy a decir claro y alto y no espero que estés de acuerdo conmigo: Mientras estés dentro de la cancha al Señor le da igual si vas hacia la derecha o vas hacia la izquierda, hacia arriba o hacia abajo; cualquier decisión que tomes es correcta porque estás dentro de su voluntad claramente marcada y especificada en la Palabra del Señor. Cualquier jugador de fútbol -sigamos con el ejemplo- sabe con el reglamento en la mente y las líneas que marcan el terreno de juego cómo moverse con soltura en función de cómo se desarrolla el juego. Sabe que no debe salir de las marcas ni transgredir el reglamento. 

No creo, ni encuentro base bíblica para afirmar que el Señor tiene un plan específico, detallado día a día para la vida de cada persona. Un plan que indica con quién se casará -el gran mito evangélico- qué trabajo tendrá, que automóvil deberá comprar, qué amigos debe cultivar, qué vivienda debe comprar, qué inversiones debe hacer, etc., etc. Hay una opción y solo una para tu vida, la que el Señor tiene pensada y, sino la aciertas.... miserable total toda tu vida. Eso genera creyentes inseguros, con miedo a tomar decisiones, inseguros sobre lo que el Señor espera de ellos, carentes de criterios para ejercer su libertad y decidir. 

Es cierto que cuando estás dentro de la cancha -la voluntad moral de Dios- todavía hay que seguir tomando decisiones, sin embargo, los cristianos hemos olvidado -y los líderes no hemos enseñado- que en ese proceso de toma de decisiones no estamos solos, que el Espíritu nos guía a toda la verdad, que nos enseña toda las cosas, que no nos deja huérfanos, que está con nosotros cada día hasta el fin.  En ocasiones, en la cancha, nos encontramos con la necesidad de escoger entre dos opciones, ambas buenas -porque están dentro de su voluntad- ambas honran al Señor, cualquiera de las dos le placerán, es cuestión de echar mano del Espíritu Santo para saber cuál es la más conveniente para poder tener un impacto en el mundo, ser un buen agente de restauración, bendecir a otros, proteger más a nuestra familia, etc. Porque, escojamos lo que escojamos, Dios es honrado.

Libertad o temor a la hora de tomar decisiones