Pues nosotros somos templos del Dios viviente. (2 Corintios 6:16)


Parece difícil, o más bien imposible, pensar en una religión sin templos, sin clero y sin días especiales. Cuando miramos a nuestra fe cristiana tiene todos esos ingredientes que son los típicos, característicos e incluso definitorios de una religión "como debe ser". Sin embargo, me atrevo a afirmar que nada de eso estaba en la mente del Maestro y sus primeros seguidores. Jesús mismo afirmó que "estaría con nosotros cada día hasta el fin de los tiempos". En el evangelio de Juan afirmó que "no nos dejaría huérfanos sino que habitaría en nosotros por medio de su Espíritu". Pablo afirmó en muchas ocasiones esa misma verdad espiritual. El seguimiento de Jesús carece de espacios sagrados porque Dios ha decidido vivir en personas sagradas; consecuentemente, a pesar de la sacralización que hemos hecho de los mismos, estos son únicamente infraestructuras que nos permiten el desarrollo de actividades ¡Ni más, ni menos! 

Todos sabemos que los primeros seguidores del Maestro se reunían donde podían, mayormente en casas; eso sigue sucediendo hoy en muchos lugares del planeta, donde muchos de nuestros hermanos no quieren -por razones estratégicas- o no pueden -por razones políticas o sociales- tener templos, y no pasa absolutamente nada. Winston Churchill escribió en una ocasión: "Nosotros moldeamos nuestros edificios y luego ellos nos moldean a nosotros". ¡Cierto! En el pasado construimos edificios para favorecer la expresión de nuestra religiosidad y ahora ellos se han convertido en los que condicionan y determinan la forma en que vivimos la misma. 

El concepto de una fe sin templos es muy profundo. No estoy hablando de que no debemos tener edificios que nos ayuden en nuestro propósito de construir el Reino; estoy hablando del templo como el lugar donde uno va para encontrarse con Dios y donde las cosas "realmente sagradas" tienen lugar y en días "especialmente sagrados y relevantes". Aunque común en nuestra fe eso es ajeno totalmente al pensamiento bíblico, es una perspectiva veterotestamentaria. En el Nuevo Testamento, y tal y como enseñó Jesús y los apóstoles, el creyente es el templo del Dios vivo y, consecuentemente, no debemos ir a ningún lugar a encontrarnos con Él porque habita en nosotros. No hay días especiales porque 24/7 vivimos total y plenamente en la presencia del Dios vivo, en el mismísimo lugar santísimo.

Quiero enfatizar, de nuevo, que no estoy afirmando que no sea útil tener espacios, días y actividades que nos permitan reunirnos. Pero no son lugares a los que vamos para encontrarnos con Dios porque Él vive en nosotros, son simplemente espacios que nos facilitan la vida comunitaria.


¿Qué implicaciones tiene para ti el hecho irrefutable de que eres templo del Espíritu Santo?


Pues nosotros somos templos del Dios viviente. (2 Corintios 6:16)


Parece difícil, o más bien imposible, pensar en una religión sin templos, sin clero y sin días especiales. Cuando miramos a nuestra fe cristiana tiene todos esos ingredientes que son los típicos, característicos e incluso definitorios de una religión "como debe ser". Sin embargo, me atrevo a afirmar que nada de eso estaba en la mente del Maestro y sus primeros seguidores. Jesús mismo afirmó que "estaría con nosotros cada día hasta el fin de los tiempos". En el evangelio de Juan afirmó que "no nos dejaría huérfanos sino que habitaría en nosotros por medio de su Espíritu". Pablo afirmó en muchas ocasiones esa misma verdad espiritual. El seguimiento de Jesús carece de espacios sagrados porque Dios ha decidido vivir en personas sagradas; consecuentemente, a pesar de la sacralización que hemos hecho de los mismos, estos son únicamente infraestructuras que nos permiten el desarrollo de actividades ¡Ni más, ni menos! 

Todos sabemos que los primeros seguidores del Maestro se reunían donde podían, mayormente en casas; eso sigue sucediendo hoy en muchos lugares del planeta, donde muchos de nuestros hermanos no quieren -por razones estratégicas- o no pueden -por razones políticas o sociales- tener templos, y no pasa absolutamente nada. Winston Churchill escribió en una ocasión: "Nosotros moldeamos nuestros edificios y luego ellos nos moldean a nosotros". ¡Cierto! En el pasado construimos edificios para favorecer la expresión de nuestra religiosidad y ahora ellos se han convertido en los que condicionan y determinan la forma en que vivimos la misma. 

El concepto de una fe sin templos es muy profundo. No estoy hablando de que no debemos tener edificios que nos ayuden en nuestro propósito de construir el Reino; estoy hablando del templo como el lugar donde uno va para encontrarse con Dios y donde las cosas "realmente sagradas" tienen lugar y en días "especialmente sagrados y relevantes". Aunque común en nuestra fe eso es ajeno totalmente al pensamiento bíblico, es una perspectiva veterotestamentaria. En el Nuevo Testamento, y tal y como enseñó Jesús y los apóstoles, el creyente es el templo del Dios vivo y, consecuentemente, no debemos ir a ningún lugar a encontrarnos con Él porque habita en nosotros. No hay días especiales porque 24/7 vivimos total y plenamente en la presencia del Dios vivo, en el mismísimo lugar santísimo.

Quiero enfatizar, de nuevo, que no estoy afirmando que no sea útil tener espacios, días y actividades que nos permitan reunirnos. Pero no son lugares a los que vamos para encontrarnos con Dios porque Él vive en nosotros, son simplemente espacios que nos facilitan la vida comunitaria.


¿Qué implicaciones tiene para ti el hecho irrefutable de que eres templo del Espíritu Santo?


Pues nosotros somos templos del Dios viviente. (2 Corintios 6:16)


Parece difícil, o más bien imposible, pensar en una religión sin templos, sin clero y sin días especiales. Cuando miramos a nuestra fe cristiana tiene todos esos ingredientes que son los típicos, característicos e incluso definitorios de una religión "como debe ser". Sin embargo, me atrevo a afirmar que nada de eso estaba en la mente del Maestro y sus primeros seguidores. Jesús mismo afirmó que "estaría con nosotros cada día hasta el fin de los tiempos". En el evangelio de Juan afirmó que "no nos dejaría huérfanos sino que habitaría en nosotros por medio de su Espíritu". Pablo afirmó en muchas ocasiones esa misma verdad espiritual. El seguimiento de Jesús carece de espacios sagrados porque Dios ha decidido vivir en personas sagradas; consecuentemente, a pesar de la sacralización que hemos hecho de los mismos, estos son únicamente infraestructuras que nos permiten el desarrollo de actividades ¡Ni más, ni menos! 

Todos sabemos que los primeros seguidores del Maestro se reunían donde podían, mayormente en casas; eso sigue sucediendo hoy en muchos lugares del planeta, donde muchos de nuestros hermanos no quieren -por razones estratégicas- o no pueden -por razones políticas o sociales- tener templos, y no pasa absolutamente nada. Winston Churchill escribió en una ocasión: "Nosotros moldeamos nuestros edificios y luego ellos nos moldean a nosotros". ¡Cierto! En el pasado construimos edificios para favorecer la expresión de nuestra religiosidad y ahora ellos se han convertido en los que condicionan y determinan la forma en que vivimos la misma. 

El concepto de una fe sin templos es muy profundo. No estoy hablando de que no debemos tener edificios que nos ayuden en nuestro propósito de construir el Reino; estoy hablando del templo como el lugar donde uno va para encontrarse con Dios y donde las cosas "realmente sagradas" tienen lugar y en días "especialmente sagrados y relevantes". Aunque común en nuestra fe eso es ajeno totalmente al pensamiento bíblico, es una perspectiva veterotestamentaria. En el Nuevo Testamento, y tal y como enseñó Jesús y los apóstoles, el creyente es el templo del Dios vivo y, consecuentemente, no debemos ir a ningún lugar a encontrarnos con Él porque habita en nosotros. No hay días especiales porque 24/7 vivimos total y plenamente en la presencia del Dios vivo, en el mismísimo lugar santísimo.

Quiero enfatizar, de nuevo, que no estoy afirmando que no sea útil tener espacios, días y actividades que nos permitan reunirnos. Pero no son lugares a los que vamos para encontrarnos con Dios porque Él vive en nosotros, son simplemente espacios que nos facilitan la vida comunitaria.


¿Qué implicaciones tiene para ti el hecho irrefutable de que eres templo del Espíritu Santo?