Por el amor entrañable de Dios os lo pido, hermanos: presentaos a vosotros mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este ha de ser vuestro auténtico culto. (Romanos 12:1)
Después del paréntesis de los capítulos 9 al 11 Pablo, como tiene por costumbre en todas sus cartas, entra de lleno en la vida práctica del seguidor de Jesús y se ocupará de ello a lo largo de los capítulos que van desde el 12 hasta el 15, ambos inclusive.
Es de todos conocido este texto. Es bonito y debe estar subrayado en multitud de Biblias; muchos de nosotros lo apreciamos e incluso lo sabemos de memoria. Pero ¿Cuál es el significado del mismo? Si nos preguntaran ¿Qué implicaciones prácticas tiene para nuestra vida cotidiana? ¿Sabríamos responder? Probablemente no, porque siempre nos hemos acercado al mismo como un concepto teológico y no una realidad práctica. En mi opinión nadie como William Barclay ha sabido captar y expresar el concepto de una manera que nos pueda ser útil cada día cuando vamos a nuestras ocupaciones diarias, sean estas las que sean. En su comentario al libro de los romanos lo explica así:
"El verdadero culto, el culto realmente espiritual, es la ofrenda del cuerpo, y de todo lo que uno hace diariamente con él, a Dios. El culto verdadero no es la ofrenda de plegarias elaboradas a Dios; no es la ofrenda de una liturgia por noble que sea ni de un ritual, por magnífico que sea. Adorar realmente es ofrecer a Dios la vida de cada día. La verdadera adoración no es algo que pueda realizarse en una iglesia; la verdadera adoración es aquella que ve al mundo entero como el templo del Dios vivo y en cada hecho común un acto de adoración.
Uno puede decir: "Voy a la iglesia a adorar a Dios", pero también debería decir: "Voy a la fábrica, la tienda, la oficina, la escuela, la granja, el cobertizo de las locomotoras, la mina, el astillero, el campo, el establo, el jardín a adorar a Dios".
Es difícil dirlo de una forma tan práctica, clara y concisa.
¿Qué significa en la práctica para ti llevar a Jesús a la vida cotidiana?
