Nosotros hemos visto aparecer su estrella en oriente y venimos a adorarlo. (Mateo 2:2)


Leo la historia de la visita de los hombres sabios de oriente a Jesús y me sorprende su intencionalidad y proactividad en buscar al rey recién nacido. Dada la valía de los dones que le ofrecieron -oro, incienso y mirra-, todos ellos presentes de gran valor comercial, podemos inferir que eran personas importantes y, consecuentemente, ocupadas, muy atareadas. Sin embargo, supieron priorizar la búsqueda de Jesús. Se embarcaron en un largo viaje que debió de consumir semanas de su preciado tiempo. Todo les pareció bien a cambio de encontrar lo que buscaban. Porque algo que aprendo de esta historia es que al Maestro hay que ir a buscarlo, hay que tomar la iniciativa para encontrarse con Él. Sin duda Jesús se deja hallar, pero es preciso la intencionalidad de nuestra parte para la búsqueda. Todos nosotros somos intencionales en perseguir aquello que consideramos importante, valioso y significativo para nosotros. Jesús mismo afirmó que donde se encuentra nuestro tesoro -lo que valoramos- hacia allá nuestro corazón -nuestra vida-. Nuestra intencionalidad o la falta de la misma en tratar de encontrarnos con el Maestro nos informa del papel y la importancia que juega en nuestras vidas.


¿Qué grado de intencionalidad tiene la búsqueda de Jesús en tu vida?


Nosotros hemos visto aparecer su estrella en oriente y venimos a adorarlo. (Mateo 2:2)


Leo la historia de la visita de los hombres sabios de oriente a Jesús y me sorprende su intencionalidad y proactividad en buscar al rey recién nacido. Dada la valía de los dones que le ofrecieron -oro, incienso y mirra-, todos ellos presentes de gran valor comercial, podemos inferir que eran personas importantes y, consecuentemente, ocupadas, muy atareadas. Sin embargo, supieron priorizar la búsqueda de Jesús. Se embarcaron en un largo viaje que debió de consumir semanas de su preciado tiempo. Todo les pareció bien a cambio de encontrar lo que buscaban. Porque algo que aprendo de esta historia es que al Maestro hay que ir a buscarlo, hay que tomar la iniciativa para encontrarse con Él. Sin duda Jesús se deja hallar, pero es preciso la intencionalidad de nuestra parte para la búsqueda. Todos nosotros somos intencionales en perseguir aquello que consideramos importante, valioso y significativo para nosotros. Jesús mismo afirmó que donde se encuentra nuestro tesoro -lo que valoramos- hacia allá nuestro corazón -nuestra vida-. Nuestra intencionalidad o la falta de la misma en tratar de encontrarnos con el Maestro nos informa del papel y la importancia que juega en nuestras vidas.


¿Qué grado de intencionalidad tiene la búsqueda de Jesús en tu vida?


Nosotros hemos visto aparecer su estrella en oriente y venimos a adorarlo. (Mateo 2:2)


Leo la historia de la visita de los hombres sabios de oriente a Jesús y me sorprende su intencionalidad y proactividad en buscar al rey recién nacido. Dada la valía de los dones que le ofrecieron -oro, incienso y mirra-, todos ellos presentes de gran valor comercial, podemos inferir que eran personas importantes y, consecuentemente, ocupadas, muy atareadas. Sin embargo, supieron priorizar la búsqueda de Jesús. Se embarcaron en un largo viaje que debió de consumir semanas de su preciado tiempo. Todo les pareció bien a cambio de encontrar lo que buscaban. Porque algo que aprendo de esta historia es que al Maestro hay que ir a buscarlo, hay que tomar la iniciativa para encontrarse con Él. Sin duda Jesús se deja hallar, pero es preciso la intencionalidad de nuestra parte para la búsqueda. Todos nosotros somos intencionales en perseguir aquello que consideramos importante, valioso y significativo para nosotros. Jesús mismo afirmó que donde se encuentra nuestro tesoro -lo que valoramos- hacia allá nuestro corazón -nuestra vida-. Nuestra intencionalidad o la falta de la misma en tratar de encontrarnos con el Maestro nos informa del papel y la importancia que juega en nuestras vidas.


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