Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y que llegó a Egipto. Pero no os aflijáis ni os reprochéis el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me ha enviado aquí antes que a vosotros, para salvar vidas. (Génesis 45:4-5)


Solo de forma retrospectiva, mirando hacia atrás y reflexionando sobre lo sucedido pudo José entender la perspectiva de Dios. Fue esa mirada diferente la que le permitió dar sentido a todo el sufrimiento, dolor, penalidades e injusticias que había experimentado durante los pasados años. Solo tras ese ejercicio reflexivo las piezas del rompecabezas encajaron y la realidad pudo tener sentido. Habitualmente nosotros leemos la historia de José sabiendo el final de antemano. Es difícil ponernos en su piel porque sabemos que todo desembocará en un happy end. Es la ventaja del que observa desde el exterior la historia, especialmente cuando lo hace una vez acabada. Sin embargo, es muy diferente la perspectiva del que está dentro de la misma y no tiene la perspectiva completa y tiene que ir gestionando lo que el día a día le va trayendo.

¿Cuál es la aplicación de estos episodios? Varias en mi opinión. La primera, por sorprendente que pueda parecer, que no todas las historias tienen un final feliz. Multitud de seguidores de Jesús han sufrido y siguen sufriendo a consecuencia de su fe. Es falso, no es bíblico, no está verificado por la historia que todo tiene un desenlace feliz. La segunda, que aún en medio de las situaciones más difíciles Dios está presente. Otra cosa es que lo podamos ver y experimentar, pero por fe, en confianza, sabemos que está ahí, con nosotros, como estuvo con José. La tercera, que habrá situaciones en la vida que sólo les podremos encontrar sentido a posteriori, nunca a priori y, mucho menos, en medio de la tempestad.

¿Qué situaciones estás viviendo en estos momentos que pueden necesitar de estas aplicaciones?



Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y que llegó a Egipto. Pero no os aflijáis ni os reprochéis el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me ha enviado aquí antes que a vosotros, para salvar vidas. (Génesis 45:4-5)


Solo de forma retrospectiva, mirando hacia atrás y reflexionando sobre lo sucedido pudo José entender la perspectiva de Dios. Fue esa mirada diferente la que le permitió dar sentido a todo el sufrimiento, dolor, penalidades e injusticias que había experimentado durante los pasados años. Solo tras ese ejercicio reflexivo las piezas del rompecabezas encajaron y la realidad pudo tener sentido. Habitualmente nosotros leemos la historia de José sabiendo el final de antemano. Es difícil ponernos en su piel porque sabemos que todo desembocará en un happy end. Es la ventaja del que observa desde el exterior la historia, especialmente cuando lo hace una vez acabada. Sin embargo, es muy diferente la perspectiva del que está dentro de la misma y no tiene la perspectiva completa y tiene que ir gestionando lo que el día a día le va trayendo.

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Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y que llegó a Egipto. Pero no os aflijáis ni os reprochéis el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me ha enviado aquí antes que a vosotros, para salvar vidas. (Génesis 45:4-5)


Solo de forma retrospectiva, mirando hacia atrás y reflexionando sobre lo sucedido pudo José entender la perspectiva de Dios. Fue esa mirada diferente la que le permitió dar sentido a todo el sufrimiento, dolor, penalidades e injusticias que había experimentado durante los pasados años. Solo tras ese ejercicio reflexivo las piezas del rompecabezas encajaron y la realidad pudo tener sentido. Habitualmente nosotros leemos la historia de José sabiendo el final de antemano. Es difícil ponernos en su piel porque sabemos que todo desembocará en un happy end. Es la ventaja del que observa desde el exterior la historia, especialmente cuando lo hace una vez acabada. Sin embargo, es muy diferente la perspectiva del que está dentro de la misma y no tiene la perspectiva completa y tiene que ir gestionando lo que el día a día le va trayendo.

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