Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos del pecado que nos cerca y participemos con perseverancia en la carrera que se nos brinda. (Hebreos 12:1)


No es la primera vez que en las páginas del Nuevo Testamento se compara el seguimiento de Jesús con una carrera; el apóstol Pablo es especialista en este tipo de paralelismos. Profundizando un poco en el tema me pregunto ¿De qué tipo de carrera estará el autor hablando? Con poco riesgo de equivocarme afirmaría que se trata de parecernos cada vez más y más a Jesús permitiendo que su carácter se forme en nuestras vidas y, al mismo tiempo, mientras eso se va dando, ir construyendo el Reino de Dios. 

Pero para correr (como corredor hablo) hay que quitarse de encima todo aquello que pueda hacer pesada la carrera, especialmente cuando estamos hablando de una de resistencia, no de un sprint de 100 metros. Personalmente ni siquiera puedo correr llevando auriculares, el celular o cualquier otro dispositivo que permite escuchar música. Las llaves del automóvil o de la casa es lo único que consiento portar y, a menudo, porque los pantalones que uso tienen un bolsillo estratégico pensado con ese fin. El punto es que el anónimo autor de este libro indica que el pecado puede ser un impedimento para la carrera, por tanto, hay que quitárselo de encima. Dos tipos de pecados vienen a mi mente: pecados puntuales, es decir, aquellos de los que tenemos conciencia, que el Espíritu de Dios nos revela y, automáticamente, siguiendo el consejo de 1 Juan 1:9 los confesamos. Estos son rápidos de desechar y no suelen obstaculizar la carrera. Otra cosa son esos pecados habituales, que de forma consciente permitimos en nuestras vidas, que han llegado, de alguna manera, a forma parte de nuestro "modus vivendi". Estos son como la piedra en el zapato del corredor, pueden o impedir totalmente el seguir o, por el contrario, hacer muy difícil la carrera. De ambas cosas se nos pide que nos libremos.


¿Qué pecados te pueden impedir la carrera?







Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos del pecado que nos cerca y participemos con perseverancia en la carrera que se nos brinda. (Hebreos 12:1)


No es la primera vez que en las páginas del Nuevo Testamento se compara el seguimiento de Jesús con una carrera; el apóstol Pablo es especialista en este tipo de paralelismos. Profundizando un poco en el tema me pregunto ¿De qué tipo de carrera estará el autor hablando? Con poco riesgo de equivocarme afirmaría que se trata de parecernos cada vez más y más a Jesús permitiendo que su carácter se forme en nuestras vidas y, al mismo tiempo, mientras eso se va dando, ir construyendo el Reino de Dios. 

Pero para correr (como corredor hablo) hay que quitarse de encima todo aquello que pueda hacer pesada la carrera, especialmente cuando estamos hablando de una de resistencia, no de un sprint de 100 metros. Personalmente ni siquiera puedo correr llevando auriculares, el celular o cualquier otro dispositivo que permite escuchar música. Las llaves del automóvil o de la casa es lo único que consiento portar y, a menudo, porque los pantalones que uso tienen un bolsillo estratégico pensado con ese fin. El punto es que el anónimo autor de este libro indica que el pecado puede ser un impedimento para la carrera, por tanto, hay que quitárselo de encima. Dos tipos de pecados vienen a mi mente: pecados puntuales, es decir, aquellos de los que tenemos conciencia, que el Espíritu de Dios nos revela y, automáticamente, siguiendo el consejo de 1 Juan 1:9 los confesamos. Estos son rápidos de desechar y no suelen obstaculizar la carrera. Otra cosa son esos pecados habituales, que de forma consciente permitimos en nuestras vidas, que han llegado, de alguna manera, a forma parte de nuestro "modus vivendi". Estos son como la piedra en el zapato del corredor, pueden o impedir totalmente el seguir o, por el contrario, hacer muy difícil la carrera. De ambas cosas se nos pide que nos libremos.


¿Qué pecados te pueden impedir la carrera?







Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos del pecado que nos cerca y participemos con perseverancia en la carrera que se nos brinda. (Hebreos 12:1)


No es la primera vez que en las páginas del Nuevo Testamento se compara el seguimiento de Jesús con una carrera; el apóstol Pablo es especialista en este tipo de paralelismos. Profundizando un poco en el tema me pregunto ¿De qué tipo de carrera estará el autor hablando? Con poco riesgo de equivocarme afirmaría que se trata de parecernos cada vez más y más a Jesús permitiendo que su carácter se forme en nuestras vidas y, al mismo tiempo, mientras eso se va dando, ir construyendo el Reino de Dios. 

Pero para correr (como corredor hablo) hay que quitarse de encima todo aquello que pueda hacer pesada la carrera, especialmente cuando estamos hablando de una de resistencia, no de un sprint de 100 metros. Personalmente ni siquiera puedo correr llevando auriculares, el celular o cualquier otro dispositivo que permite escuchar música. Las llaves del automóvil o de la casa es lo único que consiento portar y, a menudo, porque los pantalones que uso tienen un bolsillo estratégico pensado con ese fin. El punto es que el anónimo autor de este libro indica que el pecado puede ser un impedimento para la carrera, por tanto, hay que quitárselo de encima. Dos tipos de pecados vienen a mi mente: pecados puntuales, es decir, aquellos de los que tenemos conciencia, que el Espíritu de Dios nos revela y, automáticamente, siguiendo el consejo de 1 Juan 1:9 los confesamos. Estos son rápidos de desechar y no suelen obstaculizar la carrera. Otra cosa son esos pecados habituales, que de forma consciente permitimos en nuestras vidas, que han llegado, de alguna manera, a forma parte de nuestro "modus vivendi". Estos son como la piedra en el zapato del corredor, pueden o impedir totalmente el seguir o, por el contrario, hacer muy difícil la carrera. De ambas cosas se nos pide que nos libremos.


¿Qué pecados te pueden impedir la carrera?