Os anima a ello la esperanza... (Colosenses 1: 4)

Es bien sabido que nuestras conductas -exterior- vienen determinadas por nuestros valores -interior- que, a su vez, vienen determinados por nuestro paradigma personal, es decir, la forma en que entendemos el mundo, la vida y nosotros mismos. Es por eso que la sociedad  invierte miles de millones de euros para controlar los medios de comunicación y generar productos para los mismos. Ellos alimentan nuestras mentes y, de esta forma, conforman nuestros paradigmas que, como anteriormente comenté, determinan nuestros valores y, finalmente nuestras conductas. 

Los paradigmas permanecen ocultos. Son como los sistemas operativos de tus teléfonos, tabletas u ordenadores. No los ves, pero son los que determinan qué puedes hacer o no hacer con tus dispositivos. La única manera de identificar nuestros paradigmas ocultos es observando nuestras conductas externas. Mira tus conductas porque detrás de ellas hay toda una serie de valores, y detrás de ellos se esconden nuestros paradigmas. Ya lo afirmó el Señor, de la abundancia del corazón -interior- habla la boca -exterior-. También dijo que todas las conductas -exterior- que producimos los seres humanos vienen de nuestro corazón -interior-.

Los colosenses, de quienes habla Pablo, tenían confianza y amor, conductas externas que eran alimentadas por valores internos; en su caso, la esperanza depositada en Jesús. Ésta producía en ellos esas conductas que el apóstol alababa y reconocía. La pregunta para nosotros es ¿Qué conductas produce nuestra vida? ¿A qué valores responden? ¿Qué paradigmas ocultos las generan? ¿Responden a un paradigma bíblico o, por el contrario, simplemente al modelo social que los medios producen y venden?







Os anima a ello la esperanza... (Colosenses 1: 4)

Es bien sabido que nuestras conductas -exterior- vienen determinadas por nuestros valores -interior- que, a su vez, vienen determinados por nuestro paradigma personal, es decir, la forma en que entendemos el mundo, la vida y nosotros mismos. Es por eso que la sociedad  invierte miles de millones de euros para controlar los medios de comunicación y generar productos para los mismos. Ellos alimentan nuestras mentes y, de esta forma, conforman nuestros paradigmas que, como anteriormente comenté, determinan nuestros valores y, finalmente nuestras conductas. 

Los paradigmas permanecen ocultos. Son como los sistemas operativos de tus teléfonos, tabletas u ordenadores. No los ves, pero son los que determinan qué puedes hacer o no hacer con tus dispositivos. La única manera de identificar nuestros paradigmas ocultos es observando nuestras conductas externas. Mira tus conductas porque detrás de ellas hay toda una serie de valores, y detrás de ellos se esconden nuestros paradigmas. Ya lo afirmó el Señor, de la abundancia del corazón -interior- habla la boca -exterior-. También dijo que todas las conductas -exterior- que producimos los seres humanos vienen de nuestro corazón -interior-.

Los colosenses, de quienes habla Pablo, tenían confianza y amor, conductas externas que eran alimentadas por valores internos; en su caso, la esperanza depositada en Jesús. Ésta producía en ellos esas conductas que el apóstol alababa y reconocía. La pregunta para nosotros es ¿Qué conductas produce nuestra vida? ¿A qué valores responden? ¿Qué paradigmas ocultos las generan? ¿Responden a un paradigma bíblico o, por el contrario, simplemente al modelo social que los medios producen y venden?