Esta es la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros en la presencia de Dios: que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. (1 Juan 3:19-20)

De la misma manera que las emociones no son un fundamento adecuado para sustentar nuestra relación con el Señor, tampoco lo es la conciencia. Muchas personas confunden ésta con el Espíritu Santo, y si bien es cierto que Él puede hablar a nuestra conciencia, son dos cosas diferentes. Nuestra conciencia forma parte del equipo que desde nacimiento el Señor nos ha dado para poder hacer una distinción entre el bien y el mal; Nuestra conciencia emite juicios sobre nuestras acciones, pensamientos, motivaciones y actitudes. todos los seres humanos tenemos conciencia. Pero también es cierto que la la misma se va formando y desarrollando en un contexto cultural y religioso que la va alimentando y desarrollando. Esa alimentación constituye el software que nuestra conciencia usará para poder ejercer su función y emitir sus juicios. Si ese software está alimentado por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo los juicios serán fiables. En caso contrario no siempre podemos fiarnos de las evaluaciones que lleva a cabo nuestra conciencia. 

Pero, en ocasiones, el software que alimenta nuestra conciencia proviene de la cultura que nos rodea, de las tradiciones de nuestra denominación, de nuestra teología que, sin ningún fundamento bíblico, nos dice que ciertas cosas son pecado –aunque no lo sean- y, por tanto nos hacen sentir culpables y nos absuelven de otras que van en contra de la voluntad del Señor. En definitiva, la conciencia no siempre es fiable, no podemos basar nuestra seguridad en sus juicios condenatorios o exculpatorios. Es por eso que el apóstol afirma que llega un momento que lo único que podemos hacer es confiarnos en la gracia y misericordia de Dios quien conoce el fondo, la interioridad de nuestro corazón y sabe cuál es nuestra auténtico y genuina realidad.


¿Con qué alimentas tu conciencia?




Esta es la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros en la presencia de Dios: que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. (1 Juan 3:19-20)

De la misma manera que las emociones no son un fundamento adecuado para sustentar nuestra relación con el Señor, tampoco lo es la conciencia. Muchas personas confunden ésta con el Espíritu Santo, y si bien es cierto que Él puede hablar a nuestra conciencia, son dos cosas diferentes. Nuestra conciencia forma parte del equipo que desde nacimiento el Señor nos ha dado para poder hacer una distinción entre el bien y el mal; Nuestra conciencia emite juicios sobre nuestras acciones, pensamientos, motivaciones y actitudes. todos los seres humanos tenemos conciencia. Pero también es cierto que la la misma se va formando y desarrollando en un contexto cultural y religioso que la va alimentando y desarrollando. Esa alimentación constituye el software que nuestra conciencia usará para poder ejercer su función y emitir sus juicios. Si ese software está alimentado por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo los juicios serán fiables. En caso contrario no siempre podemos fiarnos de las evaluaciones que lleva a cabo nuestra conciencia. 

Pero, en ocasiones, el software que alimenta nuestra conciencia proviene de la cultura que nos rodea, de las tradiciones de nuestra denominación, de nuestra teología que, sin ningún fundamento bíblico, nos dice que ciertas cosas son pecado –aunque no lo sean- y, por tanto nos hacen sentir culpables y nos absuelven de otras que van en contra de la voluntad del Señor. En definitiva, la conciencia no siempre es fiable, no podemos basar nuestra seguridad en sus juicios condenatorios o exculpatorios. Es por eso que el apóstol afirma que llega un momento que lo único que podemos hacer es confiarnos en la gracia y misericordia de Dios quien conoce el fondo, la interioridad de nuestro corazón y sabe cuál es nuestra auténtico y genuina realidad.


¿Con qué alimentas tu conciencia?




Esta es la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros en la presencia de Dios: que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. (1 Juan 3:19-20)

De la misma manera que las emociones no son un fundamento adecuado para sustentar nuestra relación con el Señor, tampoco lo es la conciencia. Muchas personas confunden ésta con el Espíritu Santo, y si bien es cierto que Él puede hablar a nuestra conciencia, son dos cosas diferentes. Nuestra conciencia forma parte del equipo que desde nacimiento el Señor nos ha dado para poder hacer una distinción entre el bien y el mal; Nuestra conciencia emite juicios sobre nuestras acciones, pensamientos, motivaciones y actitudes. todos los seres humanos tenemos conciencia. Pero también es cierto que la la misma se va formando y desarrollando en un contexto cultural y religioso que la va alimentando y desarrollando. Esa alimentación constituye el software que nuestra conciencia usará para poder ejercer su función y emitir sus juicios. Si ese software está alimentado por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo los juicios serán fiables. En caso contrario no siempre podemos fiarnos de las evaluaciones que lleva a cabo nuestra conciencia. 

Pero, en ocasiones, el software que alimenta nuestra conciencia proviene de la cultura que nos rodea, de las tradiciones de nuestra denominación, de nuestra teología que, sin ningún fundamento bíblico, nos dice que ciertas cosas son pecado –aunque no lo sean- y, por tanto nos hacen sentir culpables y nos absuelven de otras que van en contra de la voluntad del Señor. En definitiva, la conciencia no siempre es fiable, no podemos basar nuestra seguridad en sus juicios condenatorios o exculpatorios. Es por eso que el apóstol afirma que llega un momento que lo único que podemos hacer es confiarnos en la gracia y misericordia de Dios quien conoce el fondo, la interioridad de nuestro corazón y sabe cuál es nuestra auténtico y genuina realidad.


¿Con qué alimentas tu conciencia?




Esta es la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros en la presencia de Dios: que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. (1 Juan 3:19-20)

De la misma manera que las emociones no son un fundamento adecuado para sustentar nuestra relación con el Señor, tampoco lo es la conciencia. Muchas personas confunden ésta con el Espíritu Santo, y si bien es cierto que Él puede hablar a nuestra conciencia, son dos cosas diferentes. Nuestra conciencia forma parte del equipo que desde nacimiento el Señor nos ha dado para poder hacer una distinción entre el bien y el mal; Nuestra conciencia emite juicios sobre nuestras acciones, pensamientos, motivaciones y actitudes. todos los seres humanos tenemos conciencia. Pero también es cierto que la la misma se va formando y desarrollando en un contexto cultural y religioso que la va alimentando y desarrollando. Esa alimentación constituye el software que nuestra conciencia usará para poder ejercer su función y emitir sus juicios. Si ese software está alimentado por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo los juicios serán fiables. En caso contrario no siempre podemos fiarnos de las evaluaciones que lleva a cabo nuestra conciencia. 

Pero, en ocasiones, el software que alimenta nuestra conciencia proviene de la cultura que nos rodea, de las tradiciones de nuestra denominación, de nuestra teología que, sin ningún fundamento bíblico, nos dice que ciertas cosas son pecado –aunque no lo sean- y, por tanto nos hacen sentir culpables y nos absuelven de otras que van en contra de la voluntad del Señor. En definitiva, la conciencia no siempre es fiable, no podemos basar nuestra seguridad en sus juicios condenatorios o exculpatorios. Es por eso que el apóstol afirma que llega un momento que lo único que podemos hacer es confiarnos en la gracia y misericordia de Dios quien conoce el fondo, la interioridad de nuestro corazón y sabe cuál es nuestra auténtico y genuina realidad.


¿Con qué alimentas tu conciencia?