Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las lluvias de otoño y primavera, así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida gloriosa del Señor. (Santiago 5:7-8)


Parousía, es la palabra griega que con más frecuencia se usa para referirse a la segunda venida de Jesús. En su origen significaba la visita de un rey a alguna de las provincias o regiones de su reino. La iglesia primitiva, equivocadamente, vivía pensando que el regreso del Señor se produciría en su generación, el tiempo ha pasado y la promesa sigue sin cumplirse, aunque, no cabe duda que por pura lógica cada vez está más cercana. 

Aquella generación vivía con la expectación de una venida inminente; la nuestra creo que ha perdido de vista la promesa y vive, consecuentemente, sin ninguna expectación. ¿Por qué deberíamos vivir con deseo y ganas de que el Señor volviera y lo hiciera pronto? A mí, personalmente, hay dos razones que me motivan. La primera, la petición del Padrenuestro: "que se haga tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo" se cumplirá. Cuando pienso en todo el dolor, sufrimiento, violencia, pobreza, injusticia, opresión, corrupción, abuso y explotación -entre muchas otras cosas- que hay en el mundo, no puedo sino desear que el Señor venga. Porque estoy convencido, y así lo soporta la evidencia, que únicamente la intervención sobrenatural de Dios en la historia puede acabar con todo ello. La segunda, porque supondrá el final de nuestra lucha existencia personal. Como muy bien dice el apóstol Juan: "algún día seremos semejantes a Él, le veremos tal y como Él es". 

Este mundo no es el que Dios pensó, diseñó, tenía en mente y creó. Es el resultado del pecado, de nuestro deseo de vivir al margen de Él, de forma autónoma e independiente. Anhelamos que venga y haga todas las cosas nuevas.


¿Cómo afecta o debería afectar la segunda venida a tu visión de la vida cristiana?


Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las lluvias de otoño y primavera, así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida gloriosa del Señor. (Santiago 5:7-8)


Parousía, es la palabra griega que con más frecuencia se usa para referirse a la segunda venida de Jesús. En su origen significaba la visita de un rey a alguna de las provincias o regiones de su reino. La iglesia primitiva, equivocadamente, vivía pensando que el regreso del Señor se produciría en su generación, el tiempo ha pasado y la promesa sigue sin cumplirse, aunque, no cabe duda que por pura lógica cada vez está más cercana. 

Aquella generación vivía con la expectación de una venida inminente; la nuestra creo que ha perdido de vista la promesa y vive, consecuentemente, sin ninguna expectación. ¿Por qué deberíamos vivir con deseo y ganas de que el Señor volviera y lo hiciera pronto? A mí, personalmente, hay dos razones que me motivan. La primera, la petición del Padrenuestro: "que se haga tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo" se cumplirá. Cuando pienso en todo el dolor, sufrimiento, violencia, pobreza, injusticia, opresión, corrupción, abuso y explotación -entre muchas otras cosas- que hay en el mundo, no puedo sino desear que el Señor venga. Porque estoy convencido, y así lo soporta la evidencia, que únicamente la intervención sobrenatural de Dios en la historia puede acabar con todo ello. La segunda, porque supondrá el final de nuestra lucha existencia personal. Como muy bien dice el apóstol Juan: "algún día seremos semejantes a Él, le veremos tal y como Él es". 

Este mundo no es el que Dios pensó, diseñó, tenía en mente y creó. Es el resultado del pecado, de nuestro deseo de vivir al margen de Él, de forma autónoma e independiente. Anhelamos que venga y haga todas las cosas nuevas.


¿Cómo afecta o debería afectar la segunda venida a tu visión de la vida cristiana?


Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las lluvias de otoño y primavera, así vosotros tened paciencia y buen ánimo, porque está próxima la venida gloriosa del Señor. (Santiago 5:7-8)


Parousía, es la palabra griega que con más frecuencia se usa para referirse a la segunda venida de Jesús. En su origen significaba la visita de un rey a alguna de las provincias o regiones de su reino. La iglesia primitiva, equivocadamente, vivía pensando que el regreso del Señor se produciría en su generación, el tiempo ha pasado y la promesa sigue sin cumplirse, aunque, no cabe duda que por pura lógica cada vez está más cercana. 

Aquella generación vivía con la expectación de una venida inminente; la nuestra creo que ha perdido de vista la promesa y vive, consecuentemente, sin ninguna expectación. ¿Por qué deberíamos vivir con deseo y ganas de que el Señor volviera y lo hiciera pronto? A mí, personalmente, hay dos razones que me motivan. La primera, la petición del Padrenuestro: "que se haga tu voluntad aquí en la tierra como se hace en el cielo" se cumplirá. Cuando pienso en todo el dolor, sufrimiento, violencia, pobreza, injusticia, opresión, corrupción, abuso y explotación -entre muchas otras cosas- que hay en el mundo, no puedo sino desear que el Señor venga. Porque estoy convencido, y así lo soporta la evidencia, que únicamente la intervención sobrenatural de Dios en la historia puede acabar con todo ello. La segunda, porque supondrá el final de nuestra lucha existencia personal. Como muy bien dice el apóstol Juan: "algún día seremos semejantes a Él, le veremos tal y como Él es". 

Este mundo no es el que Dios pensó, diseñó, tenía en mente y creó. Es el resultado del pecado, de nuestro deseo de vivir al margen de Él, de forma autónoma e independiente. Anhelamos que venga y haga todas las cosas nuevas.


¿Cómo afecta o debería afectar la segunda venida a tu visión de la vida cristiana?