Para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. (Hebreos 12:16)


El síndrome de Esaú puede ser interpretado de dos maneras diferentes; escoja el lector aquella que más le guste o con la que más identificado pueda sentirse. La primera, consistiría en la satisfacción de las necesidades de una forma compulsiva; ceder ante el impuso o el instinto sin tener en cuentas las posibles consecuencias de tipo emocional, espiritual, social o cualquier otro tipo que eso pueda acarrear. Tengo un impulso, no mido las consecuencias, lo satisfago y... después se me pasa la factura y me doy cuenta de la magnitud de lo acontecido. Tengo hambre, pues vendo los derechos de hijo mayor. Total, ¿De qué me sirven si estoy hambriento?

La segunda, consistiría en negociar nuestra espiritualidad y caminar con Jesús por cualquiera de las muchas ofertas que la sociedad nos ofrece. Nos prostituimos espiritualmente a cambio de obtener influencia, poder, posición, promoción o cualquier otra cosa que nos produce bienestar y/o satisfacción al precio de tener que negociar con nuestra identidad como seguidores del Maestro. Las tentaciones que Jesús sufrió en el desierto creo que iban claramente en esta dirección, utilizar el camino fácil, el menos doloroso, el más gratificante.


¿Qué indicios del síndrome de Esaú puedes ver en tu vida?





Para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. (Hebreos 12:16)


El síndrome de Esaú puede ser interpretado de dos maneras diferentes; escoja el lector aquella que más le guste o con la que más identificado pueda sentirse. La primera, consistiría en la satisfacción de las necesidades de una forma compulsiva; ceder ante el impuso o el instinto sin tener en cuentas las posibles consecuencias de tipo emocional, espiritual, social o cualquier otro tipo que eso pueda acarrear. Tengo un impulso, no mido las consecuencias, lo satisfago y... después se me pasa la factura y me doy cuenta de la magnitud de lo acontecido. Tengo hambre, pues vendo los derechos de hijo mayor. Total, ¿De qué me sirven si estoy hambriento?

La segunda, consistiría en negociar nuestra espiritualidad y caminar con Jesús por cualquiera de las muchas ofertas que la sociedad nos ofrece. Nos prostituimos espiritualmente a cambio de obtener influencia, poder, posición, promoción o cualquier otra cosa que nos produce bienestar y/o satisfacción al precio de tener que negociar con nuestra identidad como seguidores del Maestro. Las tentaciones que Jesús sufrió en el desierto creo que iban claramente en esta dirección, utilizar el camino fácil, el menos doloroso, el más gratificante.


¿Qué indicios del síndrome de Esaú puedes ver en tu vida?





Para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. (Hebreos 12:16)


El síndrome de Esaú puede ser interpretado de dos maneras diferentes; escoja el lector aquella que más le guste o con la que más identificado pueda sentirse. La primera, consistiría en la satisfacción de las necesidades de una forma compulsiva; ceder ante el impuso o el instinto sin tener en cuentas las posibles consecuencias de tipo emocional, espiritual, social o cualquier otro tipo que eso pueda acarrear. Tengo un impulso, no mido las consecuencias, lo satisfago y... después se me pasa la factura y me doy cuenta de la magnitud de lo acontecido. Tengo hambre, pues vendo los derechos de hijo mayor. Total, ¿De qué me sirven si estoy hambriento?

La segunda, consistiría en negociar nuestra espiritualidad y caminar con Jesús por cualquiera de las muchas ofertas que la sociedad nos ofrece. Nos prostituimos espiritualmente a cambio de obtener influencia, poder, posición, promoción o cualquier otra cosa que nos produce bienestar y/o satisfacción al precio de tener que negociar con nuestra identidad como seguidores del Maestro. Las tentaciones que Jesús sufrió en el desierto creo que iban claramente en esta dirección, utilizar el camino fácil, el menos doloroso, el más gratificante.


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Para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. (Hebreos 12:16)


El síndrome de Esaú puede ser interpretado de dos maneras diferentes; escoja el lector aquella que más le guste o con la que más identificado pueda sentirse. La primera, consistiría en la satisfacción de las necesidades de una forma compulsiva; ceder ante el impuso o el instinto sin tener en cuentas las posibles consecuencias de tipo emocional, espiritual, social o cualquier otro tipo que eso pueda acarrear. Tengo un impulso, no mido las consecuencias, lo satisfago y... después se me pasa la factura y me doy cuenta de la magnitud de lo acontecido. Tengo hambre, pues vendo los derechos de hijo mayor. Total, ¿De qué me sirven si estoy hambriento?

La segunda, consistiría en negociar nuestra espiritualidad y caminar con Jesús por cualquiera de las muchas ofertas que la sociedad nos ofrece. Nos prostituimos espiritualmente a cambio de obtener influencia, poder, posición, promoción o cualquier otra cosa que nos produce bienestar y/o satisfacción al precio de tener que negociar con nuestra identidad como seguidores del Maestro. Las tentaciones que Jesús sufrió en el desierto creo que iban claramente en esta dirección, utilizar el camino fácil, el menos doloroso, el más gratificante.


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