Felices los humildes, porque Dios les dará en herencia la tierra. (Mateo 5:5)

Barclay escribe su paráfrasis de esta bienaventuranza del siguiente modo:

¡Qué feliz es el hombre que sabe cuándo montar en ira y que nunca se enoja a destiempo, que ha aprendido a controlar sus instintos, impulsos y pasiones, porque ha puesto su vida bajo el gobierno de Dios, y que tiene la suficiente humildad como para reconocer su propia ignorancia y debilidad, porque el hombre que posee tales virtudes es rey entre los hombres!

Parece una paráfrasis excesivamente larga para un texto tan sencillo y breve. El problema es que las palabras griegas son tan ricas en significado que ninguna de las que usamos para traducirlas –manso, humilde- pueden transmitir todo el contenido. Este es un claro caso. Porque el término que se usa en griego puede tener tres precisas acepciones que Barclay ha tratado de reunir en su paráfrasis.

En primer lugar, manso, en el griego, no tiene la connotación de servil o pusilánime que tiene, en ocasiones, en castellano. Habla más bien de la persona que no responde ante las provocaciones hechas contra su persona; no se siente ofendido ante los ataques personales, sin embargo, tiene una ira y una respuesta fuerte delante de la injusticia, especialmente cuando ésta es dirigida hacia los demás.

En segundo lugar, la palabra era usada para denominar al caballo que ha visto dominada su naturaleza salvaje e indómita. Aplicado a los seguidores de Jesús implicaría el tener nuestros instintos, nuestra naturaleza, nuestras pasiones, nuestras tendencias bajo el control de Espíritu de Dios, quien poco a poco va produciendo en nosotros el carácter de Jesús, quien afirmo ser manso y humilde.

Finalmente, en tercer lugar, el término sirve también para definir a la persona humilde que es consciente de sus necesidades y limitaciones. Aquel que no tiene un concepto de sí mismo superior al que debe tener, sino que aquel que ostenta viene dado por su unión a Cristo mediante la gracia. Su seguridad en sí mismo, fruto de su aceptación por parte de Jesús, hace innecesario el tener que imponerse él mismo o sus criterios.

Dios les dará la tierra en herencia es la promesa para los mansos. Jesús era manso y humilde; Moisés es definido en la Escritura como el más humilde de todos los hombres; Pablo afirmaba que si algo era, se debía a la gracia de Dios en él. Los mansos, los que poseen esas tres dimensiones antes mencionadas, acostumbran a ser gente que producen un impacto en otros y son grandemente utilizados por el Señor.


¿Hasta qué punto son visibles en ti esas tres dimensiones de la mansedumbre? ¿Qué te hace pensar el resultado?



Felices los humildes, porque Dios les dará en herencia la tierra. (Mateo 5:5)

Barclay escribe su paráfrasis de esta bienaventuranza del siguiente modo:

¡Qué feliz es el hombre que sabe cuándo montar en ira y que nunca se enoja a destiempo, que ha aprendido a controlar sus instintos, impulsos y pasiones, porque ha puesto su vida bajo el gobierno de Dios, y que tiene la suficiente humildad como para reconocer su propia ignorancia y debilidad, porque el hombre que posee tales virtudes es rey entre los hombres!

Parece una paráfrasis excesivamente larga para un texto tan sencillo y breve. El problema es que las palabras griegas son tan ricas en significado que ninguna de las que usamos para traducirlas –manso, humilde- pueden transmitir todo el contenido. Este es un claro caso. Porque el término que se usa en griego puede tener tres precisas acepciones que Barclay ha tratado de reunir en su paráfrasis.

En primer lugar, manso, en el griego, no tiene la connotación de servil o pusilánime que tiene, en ocasiones, en castellano. Habla más bien de la persona que no responde ante las provocaciones hechas contra su persona; no se siente ofendido ante los ataques personales, sin embargo, tiene una ira y una respuesta fuerte delante de la injusticia, especialmente cuando ésta es dirigida hacia los demás.

En segundo lugar, la palabra era usada para denominar al caballo que ha visto dominada su naturaleza salvaje e indómita. Aplicado a los seguidores de Jesús implicaría el tener nuestros instintos, nuestra naturaleza, nuestras pasiones, nuestras tendencias bajo el control de Espíritu de Dios, quien poco a poco va produciendo en nosotros el carácter de Jesús, quien afirmo ser manso y humilde.

Finalmente, en tercer lugar, el término sirve también para definir a la persona humilde que es consciente de sus necesidades y limitaciones. Aquel que no tiene un concepto de sí mismo superior al que debe tener, sino que aquel que ostenta viene dado por su unión a Cristo mediante la gracia. Su seguridad en sí mismo, fruto de su aceptación por parte de Jesús, hace innecesario el tener que imponerse él mismo o sus criterios.

Dios les dará la tierra en herencia es la promesa para los mansos. Jesús era manso y humilde; Moisés es definido en la Escritura como el más humilde de todos los hombres; Pablo afirmaba que si algo era, se debía a la gracia de Dios en él. Los mansos, los que poseen esas tres dimensiones antes mencionadas, acostumbran a ser gente que producen un impacto en otros y son grandemente utilizados por el Señor.


¿Hasta qué punto son visibles en ti esas tres dimensiones de la mansedumbre? ¿Qué te hace pensar el resultado?



Felices los humildes, porque Dios les dará en herencia la tierra. (Mateo 5:5)

Barclay escribe su paráfrasis de esta bienaventuranza del siguiente modo:

¡Qué feliz es el hombre que sabe cuándo montar en ira y que nunca se enoja a destiempo, que ha aprendido a controlar sus instintos, impulsos y pasiones, porque ha puesto su vida bajo el gobierno de Dios, y que tiene la suficiente humildad como para reconocer su propia ignorancia y debilidad, porque el hombre que posee tales virtudes es rey entre los hombres!

Parece una paráfrasis excesivamente larga para un texto tan sencillo y breve. El problema es que las palabras griegas son tan ricas en significado que ninguna de las que usamos para traducirlas –manso, humilde- pueden transmitir todo el contenido. Este es un claro caso. Porque el término que se usa en griego puede tener tres precisas acepciones que Barclay ha tratado de reunir en su paráfrasis.

En primer lugar, manso, en el griego, no tiene la connotación de servil o pusilánime que tiene, en ocasiones, en castellano. Habla más bien de la persona que no responde ante las provocaciones hechas contra su persona; no se siente ofendido ante los ataques personales, sin embargo, tiene una ira y una respuesta fuerte delante de la injusticia, especialmente cuando ésta es dirigida hacia los demás.

En segundo lugar, la palabra era usada para denominar al caballo que ha visto dominada su naturaleza salvaje e indómita. Aplicado a los seguidores de Jesús implicaría el tener nuestros instintos, nuestra naturaleza, nuestras pasiones, nuestras tendencias bajo el control de Espíritu de Dios, quien poco a poco va produciendo en nosotros el carácter de Jesús, quien afirmo ser manso y humilde.

Finalmente, en tercer lugar, el término sirve también para definir a la persona humilde que es consciente de sus necesidades y limitaciones. Aquel que no tiene un concepto de sí mismo superior al que debe tener, sino que aquel que ostenta viene dado por su unión a Cristo mediante la gracia. Su seguridad en sí mismo, fruto de su aceptación por parte de Jesús, hace innecesario el tener que imponerse él mismo o sus criterios.

Dios les dará la tierra en herencia es la promesa para los mansos. Jesús era manso y humilde; Moisés es definido en la Escritura como el más humilde de todos los hombres; Pablo afirmaba que si algo era, se debía a la gracia de Dios en él. Los mansos, los que poseen esas tres dimensiones antes mencionadas, acostumbran a ser gente que producen un impacto en otros y son grandemente utilizados por el Señor.


¿Hasta qué punto son visibles en ti esas tres dimensiones de la mansedumbre? ¿Qué te hace pensar el resultado?