Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. (Marcos 1:17)


Jesús llama a sus discípulos con una misión clara, con un propósito definido. Nosotros tenemos la necesidad de recobrar el sentido de misión, propósito y llamado. Me da la impresión que la iglesia se ha vuelto templocéntrica y ha perdido de vista que debe ser misioncéntrica; o está centrada en la misión o deja de ser iglesia, porque nuestra razón de ser y existir es la construcción del Reino de Dios, para eso fue creada y para eso debe existir. Cuando la iglesia pierde de vista la visión deja, simple y llanamente, de ser iglesia y se convierte en una organización de orientación e inspiración religiosa centrada en las necesidades de sus miembros. 

Ahora, vamos a bajarlo al plano personal. Jesús te ha llamado para que participes de su misión, de su plan y su propósito; no te ha llamado para que sea miembro de una iglesia local -esto puede ser un subproducto, pero nunca la finalidad última-. Es cierto que la salvación es individual para unirnos a un cuerpo, pero éste lo es en función de que tiene y vive con una misión. Si eres discípulo de Jesús has de entender primero, abrazar después y aplicar finalmente, su misión, es decir, la construcción del Reino de Dios. Y esto lo has de hacer en el contexto de tu vida cotidiana, en tu hogar, tu trabajo o estudios, tu vecindario o comunidad, tu país, tu gente en definitiva. Si no estás viviendo la misión no estás siendo discípulo de Jesús. Si no estás viviendo la visión en tu medio ambiente, en tu entorno natural, debes discernir qué significa hacerlo y cómo articularlo. De lo contrario, has perdido de vista lo que significa ser un seguidor del Maestro.


¿Cómo estás viviendo tu misión en tu vida cotidiana?



Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. (Marcos 1:17)


Jesús llama a sus discípulos con una misión clara, con un propósito definido. Nosotros tenemos la necesidad de recobrar el sentido de misión, propósito y llamado. Me da la impresión que la iglesia se ha vuelto templocéntrica y ha perdido de vista que debe ser misioncéntrica; o está centrada en la misión o deja de ser iglesia, porque nuestra razón de ser y existir es la construcción del Reino de Dios, para eso fue creada y para eso debe existir. Cuando la iglesia pierde de vista la visión deja, simple y llanamente, de ser iglesia y se convierte en una organización de orientación e inspiración religiosa centrada en las necesidades de sus miembros. 

Ahora, vamos a bajarlo al plano personal. Jesús te ha llamado para que participes de su misión, de su plan y su propósito; no te ha llamado para que sea miembro de una iglesia local -esto puede ser un subproducto, pero nunca la finalidad última-. Es cierto que la salvación es individual para unirnos a un cuerpo, pero éste lo es en función de que tiene y vive con una misión. Si eres discípulo de Jesús has de entender primero, abrazar después y aplicar finalmente, su misión, es decir, la construcción del Reino de Dios. Y esto lo has de hacer en el contexto de tu vida cotidiana, en tu hogar, tu trabajo o estudios, tu vecindario o comunidad, tu país, tu gente en definitiva. Si no estás viviendo la misión no estás siendo discípulo de Jesús. Si no estás viviendo la visión en tu medio ambiente, en tu entorno natural, debes discernir qué significa hacerlo y cómo articularlo. De lo contrario, has perdido de vista lo que significa ser un seguidor del Maestro.


¿Cómo estás viviendo tu misión en tu vida cotidiana?



Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. (Marcos 1:17)


Jesús llama a sus discípulos con una misión clara, con un propósito definido. Nosotros tenemos la necesidad de recobrar el sentido de misión, propósito y llamado. Me da la impresión que la iglesia se ha vuelto templocéntrica y ha perdido de vista que debe ser misioncéntrica; o está centrada en la misión o deja de ser iglesia, porque nuestra razón de ser y existir es la construcción del Reino de Dios, para eso fue creada y para eso debe existir. Cuando la iglesia pierde de vista la visión deja, simple y llanamente, de ser iglesia y se convierte en una organización de orientación e inspiración religiosa centrada en las necesidades de sus miembros. 

Ahora, vamos a bajarlo al plano personal. Jesús te ha llamado para que participes de su misión, de su plan y su propósito; no te ha llamado para que sea miembro de una iglesia local -esto puede ser un subproducto, pero nunca la finalidad última-. Es cierto que la salvación es individual para unirnos a un cuerpo, pero éste lo es en función de que tiene y vive con una misión. Si eres discípulo de Jesús has de entender primero, abrazar después y aplicar finalmente, su misión, es decir, la construcción del Reino de Dios. Y esto lo has de hacer en el contexto de tu vida cotidiana, en tu hogar, tu trabajo o estudios, tu vecindario o comunidad, tu país, tu gente en definitiva. Si no estás viviendo la misión no estás siendo discípulo de Jesús. Si no estás viviendo la visión en tu medio ambiente, en tu entorno natural, debes discernir qué significa hacerlo y cómo articularlo. De lo contrario, has perdido de vista lo que significa ser un seguidor del Maestro.


¿Cómo estás viviendo tu misión en tu vida cotidiana?