Dios es luz sin mezcla de tinieblas.  Si vamos diciendo que estamos unidos a Dios pero vivimos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. (1 Juan 1:5-6)

Además de dar vida e iluminar nuestra realidad como seres humanos, la afirmación de Juan tiene un profundo sentido ético. No es nada nuevo ni privativo del cristianismo el contraste entre la luz -lo bueno- y las tinieblas -lo malo-. En Juan capítulo 3 ya vemos como aquellos que hacen el mal buscan el amparo de las tinieblas para encubrir su estilo de vida. En la Biblia la luz se asocia con la santidad de Dios y, por tanto, la total ausencia de cualquier tipo de maldad en Él. Juan rápidamente ve y nos hace ver la implicación: es imposible decir que estamos unidos a Dios y, al mismo tiempo, vivir en las tinieblas. Dicho con otras palabras, no podemos tener una relación con el Señor si permitimos de forma intencional el pecado en nuestras vidas; ambas cosas son incompatibles entre sí.

Juan no se refiere a que estemos exentos de pecado -nunca lo estaremos hasta que un buen día lleguemos ante la presencia de Dios-. El apóstol se refiere a ese pecado que es permitido, que se ha convertido en habitual, que es tolerado y ya está incorporado en nuestro estilo natural de vida, forma parte de quién somos nosotros. Ahí es donde el escritor de la carta encuentra una incompatibilidad con el carácter de Dios.


Cuando pones tu vida a la luz ¿Qué hábitos de pecado es posible que estés permitiendo en tu vida?






Dios es luz sin mezcla de tinieblas.  Si vamos diciendo que estamos unidos a Dios pero vivimos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. (1 Juan 1:5-6)

Además de dar vida e iluminar nuestra realidad como seres humanos, la afirmación de Juan tiene un profundo sentido ético. No es nada nuevo ni privativo del cristianismo el contraste entre la luz -lo bueno- y las tinieblas -lo malo-. En Juan capítulo 3 ya vemos como aquellos que hacen el mal buscan el amparo de las tinieblas para encubrir su estilo de vida. En la Biblia la luz se asocia con la santidad de Dios y, por tanto, la total ausencia de cualquier tipo de maldad en Él. Juan rápidamente ve y nos hace ver la implicación: es imposible decir que estamos unidos a Dios y, al mismo tiempo, vivir en las tinieblas. Dicho con otras palabras, no podemos tener una relación con el Señor si permitimos de forma intencional el pecado en nuestras vidas; ambas cosas son incompatibles entre sí.

Juan no se refiere a que estemos exentos de pecado -nunca lo estaremos hasta que un buen día lleguemos ante la presencia de Dios-. El apóstol se refiere a ese pecado que es permitido, que se ha convertido en habitual, que es tolerado y ya está incorporado en nuestro estilo natural de vida, forma parte de quién somos nosotros. Ahí es donde el escritor de la carta encuentra una incompatibilidad con el carácter de Dios.


Cuando pones tu vida a la luz ¿Qué hábitos de pecado es posible que estés permitiendo en tu vida?






Dios es luz sin mezcla de tinieblas.  Si vamos diciendo que estamos unidos a Dios pero vivimos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. (1 Juan 1:5-6)

Además de dar vida e iluminar nuestra realidad como seres humanos, la afirmación de Juan tiene un profundo sentido ético. No es nada nuevo ni privativo del cristianismo el contraste entre la luz -lo bueno- y las tinieblas -lo malo-. En Juan capítulo 3 ya vemos como aquellos que hacen el mal buscan el amparo de las tinieblas para encubrir su estilo de vida. En la Biblia la luz se asocia con la santidad de Dios y, por tanto, la total ausencia de cualquier tipo de maldad en Él. Juan rápidamente ve y nos hace ver la implicación: es imposible decir que estamos unidos a Dios y, al mismo tiempo, vivir en las tinieblas. Dicho con otras palabras, no podemos tener una relación con el Señor si permitimos de forma intencional el pecado en nuestras vidas; ambas cosas son incompatibles entre sí.

Juan no se refiere a que estemos exentos de pecado -nunca lo estaremos hasta que un buen día lleguemos ante la presencia de Dios-. El apóstol se refiere a ese pecado que es permitido, que se ha convertido en habitual, que es tolerado y ya está incorporado en nuestro estilo natural de vida, forma parte de quién somos nosotros. Ahí es donde el escritor de la carta encuentra una incompatibilidad con el carácter de Dios.


Cuando pones tu vida a la luz ¿Qué hábitos de pecado es posible que estés permitiendo en tu vida?