Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida, mientras que quien no ama sigue muerto. Odiar al hermano es como darle muerte, y debéis saber que ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna. Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nuestra vida por los hermanos. Pero si alguien nada en la abundancia y viendo que su hermano está necesitado le cierra el corazón, ¿Tendrá valor para decir que ama a Dios? Hijos míos ¡obras son amores y no buenas razones! (1 Juan 3:14-18)


Juan continúa con sus afirmaciones categóricas: Si no amamos a nuestros hermanos no hemos pasado de muerte a vida. Como ya dijo anteriormente nos engañamos a nosotros mismos si pensamos lo contrario y, además, dejamos a Dios por mentiroso. Hemos intelectualizado tanto la fe, hemos enfatizado tanto la ortodoxia, es decir, la creencia correcta, que nos hemos olvidado totalmente de la ortopraxis, es decir, la práctica correcta. En la Escritura si lo primero no lleva de manera clara y evidente a lo segundo, carece de sentido. La fe sin obras, como tan bien afirmó Santiago, está totalmente muerte y no sirve para nada. 

A fin de poder completar su argumento Juan desarrolla dos ideas más. Jesús como ejemplo de amor, un ejemplo que somos llamados a emular, y una concreción práctica de ese amor, el compromiso con las necesidades físicas de nuestros hermanos. No puedo ni debo afirmar que amo al Señor cuando soy insensible a las necesidades de mis hermanos. Es una contradicción inasumible desde un punto de vista bíblico.


¿Dirías que has pasado de muerte a vida? ¿Hay evidencias de ello?


Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida, mientras que quien no ama sigue muerto. Odiar al hermano es como darle muerte, y debéis saber que ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna. Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nuestra vida por los hermanos. Pero si alguien nada en la abundancia y viendo que su hermano está necesitado le cierra el corazón, ¿Tendrá valor para decir que ama a Dios? Hijos míos ¡obras son amores y no buenas razones! (1 Juan 3:14-18)


Juan continúa con sus afirmaciones categóricas: Si no amamos a nuestros hermanos no hemos pasado de muerte a vida. Como ya dijo anteriormente nos engañamos a nosotros mismos si pensamos lo contrario y, además, dejamos a Dios por mentiroso. Hemos intelectualizado tanto la fe, hemos enfatizado tanto la ortodoxia, es decir, la creencia correcta, que nos hemos olvidado totalmente de la ortopraxis, es decir, la práctica correcta. En la Escritura si lo primero no lleva de manera clara y evidente a lo segundo, carece de sentido. La fe sin obras, como tan bien afirmó Santiago, está totalmente muerte y no sirve para nada. 

A fin de poder completar su argumento Juan desarrolla dos ideas más. Jesús como ejemplo de amor, un ejemplo que somos llamados a emular, y una concreción práctica de ese amor, el compromiso con las necesidades físicas de nuestros hermanos. No puedo ni debo afirmar que amo al Señor cuando soy insensible a las necesidades de mis hermanos. Es una contradicción inasumible desde un punto de vista bíblico.


¿Dirías que has pasado de muerte a vida? ¿Hay evidencias de ello?


Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida, mientras que quien no ama sigue muerto. Odiar al hermano es como darle muerte, y debéis saber que ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna. Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nuestra vida por los hermanos. Pero si alguien nada en la abundancia y viendo que su hermano está necesitado le cierra el corazón, ¿Tendrá valor para decir que ama a Dios? Hijos míos ¡obras son amores y no buenas razones! (1 Juan 3:14-18)


Juan continúa con sus afirmaciones categóricas: Si no amamos a nuestros hermanos no hemos pasado de muerte a vida. Como ya dijo anteriormente nos engañamos a nosotros mismos si pensamos lo contrario y, además, dejamos a Dios por mentiroso. Hemos intelectualizado tanto la fe, hemos enfatizado tanto la ortodoxia, es decir, la creencia correcta, que nos hemos olvidado totalmente de la ortopraxis, es decir, la práctica correcta. En la Escritura si lo primero no lleva de manera clara y evidente a lo segundo, carece de sentido. La fe sin obras, como tan bien afirmó Santiago, está totalmente muerte y no sirve para nada. 

A fin de poder completar su argumento Juan desarrolla dos ideas más. Jesús como ejemplo de amor, un ejemplo que somos llamados a emular, y una concreción práctica de ese amor, el compromiso con las necesidades físicas de nuestros hermanos. No puedo ni debo afirmar que amo al Señor cuando soy insensible a las necesidades de mis hermanos. Es una contradicción inasumible desde un punto de vista bíblico.


¿Dirías que has pasado de muerte a vida? ¿Hay evidencias de ello?


Sabemos que por amar a nuestros hermanos hemos pasado de la muerte a la vida, mientras que quien no ama sigue muerto. Odiar al hermano es como darle muerte, y debéis saber que ningún asesino tiene dentro de sí vida eterna. Nosotros hemos conocido lo que es el amor en que Cristo dio su vida por nosotros; demos también nuestra vida por los hermanos. Pero si alguien nada en la abundancia y viendo que su hermano está necesitado le cierra el corazón, ¿Tendrá valor para decir que ama a Dios? Hijos míos ¡obras son amores y no buenas razones! (1 Juan 3:14-18)


Juan continúa con sus afirmaciones categóricas: Si no amamos a nuestros hermanos no hemos pasado de muerte a vida. Como ya dijo anteriormente nos engañamos a nosotros mismos si pensamos lo contrario y, además, dejamos a Dios por mentiroso. Hemos intelectualizado tanto la fe, hemos enfatizado tanto la ortodoxia, es decir, la creencia correcta, que nos hemos olvidado totalmente de la ortopraxis, es decir, la práctica correcta. En la Escritura si lo primero no lleva de manera clara y evidente a lo segundo, carece de sentido. La fe sin obras, como tan bien afirmó Santiago, está totalmente muerte y no sirve para nada. 

A fin de poder completar su argumento Juan desarrolla dos ideas más. Jesús como ejemplo de amor, un ejemplo que somos llamados a emular, y una concreción práctica de ese amor, el compromiso con las necesidades físicas de nuestros hermanos. No puedo ni debo afirmar que amo al Señor cuando soy insensible a las necesidades de mis hermanos. Es una contradicción inasumible desde un punto de vista bíblico.


¿Dirías que has pasado de muerte a vida? ¿Hay evidencias de ello?