Ya conocéis cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo como era rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2 Corintios 8:9)


Pablo, escribiendo a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, desarrolla el tema de dar de forma amplia; lo hace usando como eje la ofrenda que entre las iglesias gentiles se recogió para suplir las necesidades de los creyentes de la iglesia judía de Jerusalén. Cuando uno lee los capítulos 8 y 9 de la segunda epístola se encontrará con principios relacionados con un tema tan importante como el dar. Este es un tema muy controversial, y lo es por diferentes razones. En primer lugar, debido al hecho de que va totalmente en contra de los paradigmas de este mundo. En nuestra sociedad lo que verdaderamente prima es recibir, recibir y recibir. No únicamente a nivel económico, sino también emocional y social. El mantra social es: recibe y satisface tus necesidades; el bíblico es opuesto: dar es más bienaventurado que recibir. En segundo lugar, porque aunque des, como ya veremos, hemos de hacerlo con la motivación adecuada y correcta. Hay quien da para recibir. Se acercan al Señor en una relación quid pro quo, es decir: Señor yo doy para que Tú me des, es una especie de inversión carente de generosidad. 

Pablo establece a Jesús como el modelo que motiva nuestra generosidad. Él se entregó por nosotros, afirma el apóstol, para que con su pobreza voluntariamente asumida nosotros pudiéramos ser enriquecidos. Nosotros debemos dar: dinero, tiempo, recursos intelectuales, emocionales y sociales, porque al hacerlo imitamos a nuestro Dios que, si algo lo caracteriza, es el dar, porque el amor siempre da; de tal manera amó Dios al mundo que dio.


Evalúa tu dar ¿En qué nivel está? ¿De qué modo el ejemplo de Jesús puede motivar a pasar a una dimensión cualitativamente diferente?



Ya conocéis cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo como era rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2 Corintios 8:9)


Pablo, escribiendo a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, desarrolla el tema de dar de forma amplia; lo hace usando como eje la ofrenda que entre las iglesias gentiles se recogió para suplir las necesidades de los creyentes de la iglesia judía de Jerusalén. Cuando uno lee los capítulos 8 y 9 de la segunda epístola se encontrará con principios relacionados con un tema tan importante como el dar. Este es un tema muy controversial, y lo es por diferentes razones. En primer lugar, debido al hecho de que va totalmente en contra de los paradigmas de este mundo. En nuestra sociedad lo que verdaderamente prima es recibir, recibir y recibir. No únicamente a nivel económico, sino también emocional y social. El mantra social es: recibe y satisface tus necesidades; el bíblico es opuesto: dar es más bienaventurado que recibir. En segundo lugar, porque aunque des, como ya veremos, hemos de hacerlo con la motivación adecuada y correcta. Hay quien da para recibir. Se acercan al Señor en una relación quid pro quo, es decir: Señor yo doy para que Tú me des, es una especie de inversión carente de generosidad. 

Pablo establece a Jesús como el modelo que motiva nuestra generosidad. Él se entregó por nosotros, afirma el apóstol, para que con su pobreza voluntariamente asumida nosotros pudiéramos ser enriquecidos. Nosotros debemos dar: dinero, tiempo, recursos intelectuales, emocionales y sociales, porque al hacerlo imitamos a nuestro Dios que, si algo lo caracteriza, es el dar, porque el amor siempre da; de tal manera amó Dios al mundo que dio.


Evalúa tu dar ¿En qué nivel está? ¿De qué modo el ejemplo de Jesús puede motivar a pasar a una dimensión cualitativamente diferente?



Ya conocéis cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: siendo como era rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (2 Corintios 8:9)


Pablo, escribiendo a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, desarrolla el tema de dar de forma amplia; lo hace usando como eje la ofrenda que entre las iglesias gentiles se recogió para suplir las necesidades de los creyentes de la iglesia judía de Jerusalén. Cuando uno lee los capítulos 8 y 9 de la segunda epístola se encontrará con principios relacionados con un tema tan importante como el dar. Este es un tema muy controversial, y lo es por diferentes razones. En primer lugar, debido al hecho de que va totalmente en contra de los paradigmas de este mundo. En nuestra sociedad lo que verdaderamente prima es recibir, recibir y recibir. No únicamente a nivel económico, sino también emocional y social. El mantra social es: recibe y satisface tus necesidades; el bíblico es opuesto: dar es más bienaventurado que recibir. En segundo lugar, porque aunque des, como ya veremos, hemos de hacerlo con la motivación adecuada y correcta. Hay quien da para recibir. Se acercan al Señor en una relación quid pro quo, es decir: Señor yo doy para que Tú me des, es una especie de inversión carente de generosidad. 

Pablo establece a Jesús como el modelo que motiva nuestra generosidad. Él se entregó por nosotros, afirma el apóstol, para que con su pobreza voluntariamente asumida nosotros pudiéramos ser enriquecidos. Nosotros debemos dar: dinero, tiempo, recursos intelectuales, emocionales y sociales, porque al hacerlo imitamos a nuestro Dios que, si algo lo caracteriza, es el dar, porque el amor siempre da; de tal manera amó Dios al mundo que dio.


Evalúa tu dar ¿En qué nivel está? ¿De qué modo el ejemplo de Jesús puede motivar a pasar a una dimensión cualitativamente diferente?