Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. 29 Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29-30)

Hay cosas que vivimos que son simplemente consecuencias de nuestras propias decisiones y pecados. Otras son el resultado de la interacción con otros seres humanos que tienen su propia agenda e intereses y, en ocasiones, consciente o inconscientemente, nos dañan física, emocional, espiritualmente o una combinación de todas ellas. Otras, simplemente, nos suceden por ser seres humanos y, consecuentemente, experimentaremos accidentes, dolor y, finalmente la muerte. Sin duda, es posible encontrar otras muchas categorías, como por ejemplo, el sufrimiento de aquellos a los que amamos y que, directa o indirectamente, nos afecta también a nosotros; solo estoy tratando de simplificar.

Sin embargo,  por todo esto Pablo nos pide que demos gracias y todo esto afirma que ayuda a nuestro bien. Tal vez nos es preciso entender qué quiere decir el apóstol cuando habla de nuestro bien para que podamos entender el porqué debemos dar gracias. A pesar de lo que popularmente se cree el apóstol no está diciendo que todo nos irá bien, todo nos saldrá bien, ni nada por el estilo. Hemos de centrarnos en cuál es ese bien del que nos habla Pablo. Los siguientes versículos nos lo clarifican; ese bien es que cada vez nos parezcamos más y más a Jesús, cada vez Él sea más evidente en nuestra manera de vivir, en nuestro carácter, nuestras actitudes, motivaciones, pensamientos, prioridades, acciones y omisiones. Ese es el bien supremos que el Señor desea para nosotros, para el cual murió y nos redimió.

Teniendo eso en mente Él puede usar cualquiera de las circunstancias de la vida, incluso aquellas tristes y dolorosas porque son el resultado de nuestro propio pecado, para bien en nosotros, para ese bien del cual he hablado antes, Jesús formado en nuestras vidas. Él puede, si nosotros colaboramos y estamos dispuestos, a usar todas y cada una de las realidades de la vida para llamarnos la atención acerca de cosas que desea cambiar, modificar, añadir, desarrollar etcétera. Todo, lo afirmo de nuevo, todo puede ser usado por el Padre para su concepto de nuestro bien, no para nuestro miserable concepto capitalista y hedonista de nuestro bien. Entonces ¿Cómo se relaciona esto con el dar gracias por esas cosas? Mañana lo vemos


¿Qué cosas están pasando en tu vida? ¿Cómo las puede usar el Señor para bien, para su bien?















Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. 29 Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29-30)

Hay cosas que vivimos que son simplemente consecuencias de nuestras propias decisiones y pecados. Otras son el resultado de la interacción con otros seres humanos que tienen su propia agenda e intereses y, en ocasiones, consciente o inconscientemente, nos dañan física, emocional, espiritualmente o una combinación de todas ellas. Otras, simplemente, nos suceden por ser seres humanos y, consecuentemente, experimentaremos accidentes, dolor y, finalmente la muerte. Sin duda, es posible encontrar otras muchas categorías, como por ejemplo, el sufrimiento de aquellos a los que amamos y que, directa o indirectamente, nos afecta también a nosotros; solo estoy tratando de simplificar.

Sin embargo,  por todo esto Pablo nos pide que demos gracias y todo esto afirma que ayuda a nuestro bien. Tal vez nos es preciso entender qué quiere decir el apóstol cuando habla de nuestro bien para que podamos entender el porqué debemos dar gracias. A pesar de lo que popularmente se cree el apóstol no está diciendo que todo nos irá bien, todo nos saldrá bien, ni nada por el estilo. Hemos de centrarnos en cuál es ese bien del que nos habla Pablo. Los siguientes versículos nos lo clarifican; ese bien es que cada vez nos parezcamos más y más a Jesús, cada vez Él sea más evidente en nuestra manera de vivir, en nuestro carácter, nuestras actitudes, motivaciones, pensamientos, prioridades, acciones y omisiones. Ese es el bien supremos que el Señor desea para nosotros, para el cual murió y nos redimió.

Teniendo eso en mente Él puede usar cualquiera de las circunstancias de la vida, incluso aquellas tristes y dolorosas porque son el resultado de nuestro propio pecado, para bien en nosotros, para ese bien del cual he hablado antes, Jesús formado en nuestras vidas. Él puede, si nosotros colaboramos y estamos dispuestos, a usar todas y cada una de las realidades de la vida para llamarnos la atención acerca de cosas que desea cambiar, modificar, añadir, desarrollar etcétera. Todo, lo afirmo de nuevo, todo puede ser usado por el Padre para su concepto de nuestro bien, no para nuestro miserable concepto capitalista y hedonista de nuestro bien. Entonces ¿Cómo se relaciona esto con el dar gracias por esas cosas? Mañana lo vemos


¿Qué cosas están pasando en tu vida? ¿Cómo las puede usar el Señor para bien, para su bien?















Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. 29 Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. (Romanos 8:29-30)

Hay cosas que vivimos que son simplemente consecuencias de nuestras propias decisiones y pecados. Otras son el resultado de la interacción con otros seres humanos que tienen su propia agenda e intereses y, en ocasiones, consciente o inconscientemente, nos dañan física, emocional, espiritualmente o una combinación de todas ellas. Otras, simplemente, nos suceden por ser seres humanos y, consecuentemente, experimentaremos accidentes, dolor y, finalmente la muerte. Sin duda, es posible encontrar otras muchas categorías, como por ejemplo, el sufrimiento de aquellos a los que amamos y que, directa o indirectamente, nos afecta también a nosotros; solo estoy tratando de simplificar.

Sin embargo,  por todo esto Pablo nos pide que demos gracias y todo esto afirma que ayuda a nuestro bien. Tal vez nos es preciso entender qué quiere decir el apóstol cuando habla de nuestro bien para que podamos entender el porqué debemos dar gracias. A pesar de lo que popularmente se cree el apóstol no está diciendo que todo nos irá bien, todo nos saldrá bien, ni nada por el estilo. Hemos de centrarnos en cuál es ese bien del que nos habla Pablo. Los siguientes versículos nos lo clarifican; ese bien es que cada vez nos parezcamos más y más a Jesús, cada vez Él sea más evidente en nuestra manera de vivir, en nuestro carácter, nuestras actitudes, motivaciones, pensamientos, prioridades, acciones y omisiones. Ese es el bien supremos que el Señor desea para nosotros, para el cual murió y nos redimió.

Teniendo eso en mente Él puede usar cualquiera de las circunstancias de la vida, incluso aquellas tristes y dolorosas porque son el resultado de nuestro propio pecado, para bien en nosotros, para ese bien del cual he hablado antes, Jesús formado en nuestras vidas. Él puede, si nosotros colaboramos y estamos dispuestos, a usar todas y cada una de las realidades de la vida para llamarnos la atención acerca de cosas que desea cambiar, modificar, añadir, desarrollar etcétera. Todo, lo afirmo de nuevo, todo puede ser usado por el Padre para su concepto de nuestro bien, no para nuestro miserable concepto capitalista y hedonista de nuestro bien. Entonces ¿Cómo se relaciona esto con el dar gracias por esas cosas? Mañana lo vemos


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