Ayer partía de la base, humildemente creo que bíblica, de que todos estamos en el ministerio cristiano a tiempo completo. Reconozco también que este llamado de todo seguidor de Jesús se plasma en ámbitos diferentes, la iglesia y la sociedad. Diferentes pero no superiores ni en calidad ni en dignidad. Otra cosa diferente es que exista un problema de fondo, de paradigma que hace que un porcentaje mayoritario de los llamados no se perciban a sí mismos como ministros a tiempo completo y, consecuentemente, no lo vivan ¿Quién o quiénes son responsables de esta realidad?

Moisés y Aarón comenzaron un increíble ministerio cuando eran octogenarios. En la última etapa útil de sus vidas el Señor les llama a llevar a cabo una obra titánica. Como pasa siempre encuentra reticencias de parte de los llamados. Como pasa siempre el Señor contesta las objeciones y promete su presencia. Yo creo que la esencia del ministerio es unirnos a Jesús en su trabajo de restauración, reconciliación y la construcción del Reino de Dios. Yo creo firmemente que este ministerio lo hemos de llevar a cabo en el ámbito, el discurrir de la vida cotidiana. Yo creo profundamente que con la edad puede cambiar el rol (es decir, el canal o canales que usamos para llevar a cabo nuestro llamado a ser agentes de restauración y reconciliación y constructores del Reino de Dios) pero no el llamado. Con la edad puede ser que las oportunidades cambien porque la vida es dinámica. Con la edad será necesario ir pidiéndole discernimiento al Señor para saber de qué forma en el aquí y ahora podemos seguir ejerciendo el llamado. Un llamado que durará hasta que el Señor nos convoque a su presencia.

Una palabra de advertencia. Llamado y rol no son sinónimos. El llamado (ser agente de restauración y reconciliación y constructor del Reino) es permanente, el rol (ser pastor, líder, director, misionero) es pasajero. El llamado es mi razón de ser, el rol es como la canalizo en un momento del tiempo y del espacio. Si confundo llamado y rol me aferro al rol de forma desesperada; lo hago porque mi identidad no viene del llamado, sino de la posición que ocupo, por eso puedo estar aferrándome a mi rol con uñas y dientes. Si pierdo el rol me quedo sin identidad ¿No suena familiar los líderes que nunca ven el momento de dar paso a las nuevas generaciones bajo la excusa de que uno nunca se retira del ministerio? Confusión de rol y llamado.


¿Dónde estás tú?



Ayer partía de la base, humildemente creo que bíblica, de que todos estamos en el ministerio cristiano a tiempo completo. Reconozco también que este llamado de todo seguidor de Jesús se plasma en ámbitos diferentes, la iglesia y la sociedad. Diferentes pero no superiores ni en calidad ni en dignidad. Otra cosa diferente es que exista un problema de fondo, de paradigma que hace que un porcentaje mayoritario de los llamados no se perciban a sí mismos como ministros a tiempo completo y, consecuentemente, no lo vivan ¿Quién o quiénes son responsables de esta realidad?

Moisés y Aarón comenzaron un increíble ministerio cuando eran octogenarios. En la última etapa útil de sus vidas el Señor les llama a llevar a cabo una obra titánica. Como pasa siempre encuentra reticencias de parte de los llamados. Como pasa siempre el Señor contesta las objeciones y promete su presencia. Yo creo que la esencia del ministerio es unirnos a Jesús en su trabajo de restauración, reconciliación y la construcción del Reino de Dios. Yo creo firmemente que este ministerio lo hemos de llevar a cabo en el ámbito, el discurrir de la vida cotidiana. Yo creo profundamente que con la edad puede cambiar el rol (es decir, el canal o canales que usamos para llevar a cabo nuestro llamado a ser agentes de restauración y reconciliación y constructores del Reino de Dios) pero no el llamado. Con la edad puede ser que las oportunidades cambien porque la vida es dinámica. Con la edad será necesario ir pidiéndole discernimiento al Señor para saber de qué forma en el aquí y ahora podemos seguir ejerciendo el llamado. Un llamado que durará hasta que el Señor nos convoque a su presencia.

Una palabra de advertencia. Llamado y rol no son sinónimos. El llamado (ser agente de restauración y reconciliación y constructor del Reino) es permanente, el rol (ser pastor, líder, director, misionero) es pasajero. El llamado es mi razón de ser, el rol es como la canalizo en un momento del tiempo y del espacio. Si confundo llamado y rol me aferro al rol de forma desesperada; lo hago porque mi identidad no viene del llamado, sino de la posición que ocupo, por eso puedo estar aferrándome a mi rol con uñas y dientes. Si pierdo el rol me quedo sin identidad ¿No suena familiar los líderes que nunca ven el momento de dar paso a las nuevas generaciones bajo la excusa de que uno nunca se retira del ministerio? Confusión de rol y llamado.


¿Dónde estás tú?



Ayer partía de la base, humildemente creo que bíblica, de que todos estamos en el ministerio cristiano a tiempo completo. Reconozco también que este llamado de todo seguidor de Jesús se plasma en ámbitos diferentes, la iglesia y la sociedad. Diferentes pero no superiores ni en calidad ni en dignidad. Otra cosa diferente es que exista un problema de fondo, de paradigma que hace que un porcentaje mayoritario de los llamados no se perciban a sí mismos como ministros a tiempo completo y, consecuentemente, no lo vivan ¿Quién o quiénes son responsables de esta realidad?

Moisés y Aarón comenzaron un increíble ministerio cuando eran octogenarios. En la última etapa útil de sus vidas el Señor les llama a llevar a cabo una obra titánica. Como pasa siempre encuentra reticencias de parte de los llamados. Como pasa siempre el Señor contesta las objeciones y promete su presencia. Yo creo que la esencia del ministerio es unirnos a Jesús en su trabajo de restauración, reconciliación y la construcción del Reino de Dios. Yo creo firmemente que este ministerio lo hemos de llevar a cabo en el ámbito, el discurrir de la vida cotidiana. Yo creo profundamente que con la edad puede cambiar el rol (es decir, el canal o canales que usamos para llevar a cabo nuestro llamado a ser agentes de restauración y reconciliación y constructores del Reino de Dios) pero no el llamado. Con la edad puede ser que las oportunidades cambien porque la vida es dinámica. Con la edad será necesario ir pidiéndole discernimiento al Señor para saber de qué forma en el aquí y ahora podemos seguir ejerciendo el llamado. Un llamado que durará hasta que el Señor nos convoque a su presencia.

Una palabra de advertencia. Llamado y rol no son sinónimos. El llamado (ser agente de restauración y reconciliación y constructor del Reino) es permanente, el rol (ser pastor, líder, director, misionero) es pasajero. El llamado es mi razón de ser, el rol es como la canalizo en un momento del tiempo y del espacio. Si confundo llamado y rol me aferro al rol de forma desesperada; lo hago porque mi identidad no viene del llamado, sino de la posición que ocupo, por eso puedo estar aferrándome a mi rol con uñas y dientes. Si pierdo el rol me quedo sin identidad ¿No suena familiar los líderes que nunca ven el momento de dar paso a las nuevas generaciones bajo la excusa de que uno nunca se retira del ministerio? Confusión de rol y llamado.


¿Dónde estás tú?