¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza! (Filipenses 3:3)


Confianza es la seguridad que se deposita en algo o alguien. Otros han definido confianza como la medida en que yo me siento seguro, nuevamente, con algo o con alguien. El ser humano está en constante búsqueda de seguridad. Es uno de los resultados del pecado y la ruptura que provocó en nuestra relación personal con el Señor. Nos sentimos inseguros y amenazados por personas, circunstancias, eventos; en ocasiones tan sólo por los negros pensamientos que nuestra mente puede generar al evocar el futuro. El resultado de todo ello es una búsqueda, sea consciente o inconsciente, de seguridad, y cada uno la busca en aquellas cosas y/o personas que cree que se la podrán otorgar.

El apóstol indica que un seguidor de Jesús ha tomado la decisión consciente de renunciar a otras fuentes de seguridad y colocar la suya únicamente en el Maestro. Consciente de que no existe ninguna persona o cosa lo suficientemente estable, sólida y segura para que podamos depositar en ella nuestro proyecto vital, y mucho menos nuestra eternidad. Pero esto que acabo de escribir siempre lo vamos a vivir en tensión. Siempre estaremos sujetos a la llamada y tentación de depositar nuestra confianza en otras cosas al margen del Señor; siempre habrán personas y cosas que se presentarán como una garantía tangible frente a un Dios intangible y, tal y como afirmaba el salmista tendremos que decidir por cuál alternativa optar: Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. (Salmo 20:8)


Mira en lo profundo de tu corazón, tú ¿En qué o quién confías?


¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza! (Filipenses 3:3)


Confianza es la seguridad que se deposita en algo o alguien. Otros han definido confianza como la medida en que yo me siento seguro, nuevamente, con algo o con alguien. El ser humano está en constante búsqueda de seguridad. Es uno de los resultados del pecado y la ruptura que provocó en nuestra relación personal con el Señor. Nos sentimos inseguros y amenazados por personas, circunstancias, eventos; en ocasiones tan sólo por los negros pensamientos que nuestra mente puede generar al evocar el futuro. El resultado de todo ello es una búsqueda, sea consciente o inconsciente, de seguridad, y cada uno la busca en aquellas cosas y/o personas que cree que se la podrán otorgar.

El apóstol indica que un seguidor de Jesús ha tomado la decisión consciente de renunciar a otras fuentes de seguridad y colocar la suya únicamente en el Maestro. Consciente de que no existe ninguna persona o cosa lo suficientemente estable, sólida y segura para que podamos depositar en ella nuestro proyecto vital, y mucho menos nuestra eternidad. Pero esto que acabo de escribir siempre lo vamos a vivir en tensión. Siempre estaremos sujetos a la llamada y tentación de depositar nuestra confianza en otras cosas al margen del Señor; siempre habrán personas y cosas que se presentarán como una garantía tangible frente a un Dios intangible y, tal y como afirmaba el salmista tendremos que decidir por cuál alternativa optar: Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. (Salmo 20:8)


Mira en lo profundo de tu corazón, tú ¿En qué o quién confías?


¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza! (Filipenses 3:3)


Confianza es la seguridad que se deposita en algo o alguien. Otros han definido confianza como la medida en que yo me siento seguro, nuevamente, con algo o con alguien. El ser humano está en constante búsqueda de seguridad. Es uno de los resultados del pecado y la ruptura que provocó en nuestra relación personal con el Señor. Nos sentimos inseguros y amenazados por personas, circunstancias, eventos; en ocasiones tan sólo por los negros pensamientos que nuestra mente puede generar al evocar el futuro. El resultado de todo ello es una búsqueda, sea consciente o inconsciente, de seguridad, y cada uno la busca en aquellas cosas y/o personas que cree que se la podrán otorgar.

El apóstol indica que un seguidor de Jesús ha tomado la decisión consciente de renunciar a otras fuentes de seguridad y colocar la suya únicamente en el Maestro. Consciente de que no existe ninguna persona o cosa lo suficientemente estable, sólida y segura para que podamos depositar en ella nuestro proyecto vital, y mucho menos nuestra eternidad. Pero esto que acabo de escribir siempre lo vamos a vivir en tensión. Siempre estaremos sujetos a la llamada y tentación de depositar nuestra confianza en otras cosas al margen del Señor; siempre habrán personas y cosas que se presentarán como una garantía tangible frente a un Dios intangible y, tal y como afirmaba el salmista tendremos que decidir por cuál alternativa optar: Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. (Salmo 20:8)


Mira en lo profundo de tu corazón, tú ¿En qué o quién confías?


¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza! (Filipenses 3:3)


Confianza es la seguridad que se deposita en algo o alguien. Otros han definido confianza como la medida en que yo me siento seguro, nuevamente, con algo o con alguien. El ser humano está en constante búsqueda de seguridad. Es uno de los resultados del pecado y la ruptura que provocó en nuestra relación personal con el Señor. Nos sentimos inseguros y amenazados por personas, circunstancias, eventos; en ocasiones tan sólo por los negros pensamientos que nuestra mente puede generar al evocar el futuro. El resultado de todo ello es una búsqueda, sea consciente o inconsciente, de seguridad, y cada uno la busca en aquellas cosas y/o personas que cree que se la podrán otorgar.

El apóstol indica que un seguidor de Jesús ha tomado la decisión consciente de renunciar a otras fuentes de seguridad y colocar la suya únicamente en el Maestro. Consciente de que no existe ninguna persona o cosa lo suficientemente estable, sólida y segura para que podamos depositar en ella nuestro proyecto vital, y mucho menos nuestra eternidad. Pero esto que acabo de escribir siempre lo vamos a vivir en tensión. Siempre estaremos sujetos a la llamada y tentación de depositar nuestra confianza en otras cosas al margen del Señor; siempre habrán personas y cosas que se presentarán como una garantía tangible frente a un Dios intangible y, tal y como afirmaba el salmista tendremos que decidir por cuál alternativa optar: Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios. (Salmo 20:8)


Mira en lo profundo de tu corazón, tú ¿En qué o quién confías?