Guardo tus palabras en mi corazón para así no pecar contra ti. (Salmo 119:11)


David fue a enfrentarse al gigante Goliat y, siguiendo los dictados del sentido común, Saúl sugirió que utilizara su armadura para protegerse de aquel monstruo. En español tenemos un dicho para referirnos a algo cuando esto es grotesco; el dicho afirma así: "Es como ponerle a un santo dos pistolas". Así se sentía el pobre pastorcillo David, ni siquiera se podía mover dentro de la coraza y las protecciones que con toda buena voluntad le había proporcionado el rey. 

No hay duda que todos nos vemos inmersos en una batalla espiritual y ésta pugna porque el control de nuestros corazones porque, tal y como nos enseñaba la Escritura, de los mismos mana la vida. Quien ejerce influencia sobre el corazón determina cómo será nuestro estilo de vida. Hay, por tanto, que proteger el corazón y la Palabra nos da la pauta para hacerlo: guardar dentro del mismo la Palabra del Señor. Cuando la Palabra está residiendo en nuestro corazón y, además, tenemos una actitud de obediencia hacia la misma, esta es una protección infalible para no pecar contra el Señor y no ceder antes las presiones y tensiones de la vida cotidiana.

Sepas que si no pasas tiempo en la lectura, meditación, memorización y, naturalmente aplicación de las Escrituras, estás dejando tu corazón vulnerable a todos los ataques del enemigo. Podría ser que la ausencia de lo que acabo de mencionar explico el caos de tu vida.






Guardo tus palabras en mi corazón para así no pecar contra ti. (Salmo 119:11)


David fue a enfrentarse al gigante Goliat y, siguiendo los dictados del sentido común, Saúl sugirió que utilizara su armadura para protegerse de aquel monstruo. En español tenemos un dicho para referirnos a algo cuando esto es grotesco; el dicho afirma así: "Es como ponerle a un santo dos pistolas". Así se sentía el pobre pastorcillo David, ni siquiera se podía mover dentro de la coraza y las protecciones que con toda buena voluntad le había proporcionado el rey. 

No hay duda que todos nos vemos inmersos en una batalla espiritual y ésta pugna porque el control de nuestros corazones porque, tal y como nos enseñaba la Escritura, de los mismos mana la vida. Quien ejerce influencia sobre el corazón determina cómo será nuestro estilo de vida. Hay, por tanto, que proteger el corazón y la Palabra nos da la pauta para hacerlo: guardar dentro del mismo la Palabra del Señor. Cuando la Palabra está residiendo en nuestro corazón y, además, tenemos una actitud de obediencia hacia la misma, esta es una protección infalible para no pecar contra el Señor y no ceder antes las presiones y tensiones de la vida cotidiana.

Sepas que si no pasas tiempo en la lectura, meditación, memorización y, naturalmente aplicación de las Escrituras, estás dejando tu corazón vulnerable a todos los ataques del enemigo. Podría ser que la ausencia de lo que acabo de mencionar explico el caos de tu vida.






Guardo tus palabras en mi corazón para así no pecar contra ti. (Salmo 119:11)


David fue a enfrentarse al gigante Goliat y, siguiendo los dictados del sentido común, Saúl sugirió que utilizara su armadura para protegerse de aquel monstruo. En español tenemos un dicho para referirnos a algo cuando esto es grotesco; el dicho afirma así: "Es como ponerle a un santo dos pistolas". Así se sentía el pobre pastorcillo David, ni siquiera se podía mover dentro de la coraza y las protecciones que con toda buena voluntad le había proporcionado el rey. 

No hay duda que todos nos vemos inmersos en una batalla espiritual y ésta pugna porque el control de nuestros corazones porque, tal y como nos enseñaba la Escritura, de los mismos mana la vida. Quien ejerce influencia sobre el corazón determina cómo será nuestro estilo de vida. Hay, por tanto, que proteger el corazón y la Palabra nos da la pauta para hacerlo: guardar dentro del mismo la Palabra del Señor. Cuando la Palabra está residiendo en nuestro corazón y, además, tenemos una actitud de obediencia hacia la misma, esta es una protección infalible para no pecar contra el Señor y no ceder antes las presiones y tensiones de la vida cotidiana.

Sepas que si no pasas tiempo en la lectura, meditación, memorización y, naturalmente aplicación de las Escrituras, estás dejando tu corazón vulnerable a todos los ataques del enemigo. Podría ser que la ausencia de lo que acabo de mencionar explico el caos de tu vida.