Lo que existia desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos en relación con la Palabra de la vida, -se trata de la vida eterna que estaba junto al Padre y que se ha manifestado, que se nos ha hecho visible y nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella y os la anunciamos-. (1 Juan 1:1-2)


Juan comienza su mensaje proclamando algo de vital importancia: la encarnación de Dios en la persona de Jesús. A nosotros, en pleno siglo XXI, puede parecernos a primera vista algo innecesario; sin embargo, en aquellos momentos -finales del siglo I- era algo de tremenda importancia. Se extendía entre la iglesia la creencia de que Dios no se había realmente hecho ser humano, lo parecía, pero no lo era. Como resultado de la influencia de la filosofía griega que consideraba lo material y, por tanto, el cuerpo, como malo por naturaleza, era incomprensible que Dios, espíritu puro por excelencia, se hubiera rebajado a compartir la materia en forma humana. 

Pero esta es una de las maravillas de la fe cristiana, Dios ha decidido ser como uno de nosotros, caminar en medio nuestro, vivir nuestra realidad, identificarse con ella en todas sus dimensiones incluyendo la muerte, con la única excepción del pecado que no la tentación. Al vivir en medio nuestro nos ha enseñado lo que significa ser un verdadero, genuino y auténtico ser humano. Nos ha dado un ejemplo de humanidad pero, aún más, nos ha dado la versión último y definitiva de cómo es Dios, qué piensa de nosotros y cuál es su actitud hacía nosotros los seres humanos. Creo que por eso es tan importante que Juan comenzara su escrito afirmando la humanidad de Jesús, de lo contrario la fe cristiana quedaría vacía de una buena parte de su contenido único y singular.


¿Qué significa para ti esta frase de uno de los padres de la iglesia: "El se hizo lo que somos nosotros, para hacernos lo que Él es?



Lo que existia desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos en relación con la Palabra de la vida, -se trata de la vida eterna que estaba junto al Padre y que se ha manifestado, que se nos ha hecho visible y nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella y os la anunciamos-. (1 Juan 1:1-2)


Juan comienza su mensaje proclamando algo de vital importancia: la encarnación de Dios en la persona de Jesús. A nosotros, en pleno siglo XXI, puede parecernos a primera vista algo innecesario; sin embargo, en aquellos momentos -finales del siglo I- era algo de tremenda importancia. Se extendía entre la iglesia la creencia de que Dios no se había realmente hecho ser humano, lo parecía, pero no lo era. Como resultado de la influencia de la filosofía griega que consideraba lo material y, por tanto, el cuerpo, como malo por naturaleza, era incomprensible que Dios, espíritu puro por excelencia, se hubiera rebajado a compartir la materia en forma humana. 

Pero esta es una de las maravillas de la fe cristiana, Dios ha decidido ser como uno de nosotros, caminar en medio nuestro, vivir nuestra realidad, identificarse con ella en todas sus dimensiones incluyendo la muerte, con la única excepción del pecado que no la tentación. Al vivir en medio nuestro nos ha enseñado lo que significa ser un verdadero, genuino y auténtico ser humano. Nos ha dado un ejemplo de humanidad pero, aún más, nos ha dado la versión último y definitiva de cómo es Dios, qué piensa de nosotros y cuál es su actitud hacía nosotros los seres humanos. Creo que por eso es tan importante que Juan comenzara su escrito afirmando la humanidad de Jesús, de lo contrario la fe cristiana quedaría vacía de una buena parte de su contenido único y singular.


¿Qué significa para ti esta frase de uno de los padres de la iglesia: "El se hizo lo que somos nosotros, para hacernos lo que Él es?



Lo que existia desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos en relación con la Palabra de la vida, -se trata de la vida eterna que estaba junto al Padre y que se ha manifestado, que se nos ha hecho visible y nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella y os la anunciamos-. (1 Juan 1:1-2)


Juan comienza su mensaje proclamando algo de vital importancia: la encarnación de Dios en la persona de Jesús. A nosotros, en pleno siglo XXI, puede parecernos a primera vista algo innecesario; sin embargo, en aquellos momentos -finales del siglo I- era algo de tremenda importancia. Se extendía entre la iglesia la creencia de que Dios no se había realmente hecho ser humano, lo parecía, pero no lo era. Como resultado de la influencia de la filosofía griega que consideraba lo material y, por tanto, el cuerpo, como malo por naturaleza, era incomprensible que Dios, espíritu puro por excelencia, se hubiera rebajado a compartir la materia en forma humana. 

Pero esta es una de las maravillas de la fe cristiana, Dios ha decidido ser como uno de nosotros, caminar en medio nuestro, vivir nuestra realidad, identificarse con ella en todas sus dimensiones incluyendo la muerte, con la única excepción del pecado que no la tentación. Al vivir en medio nuestro nos ha enseñado lo que significa ser un verdadero, genuino y auténtico ser humano. Nos ha dado un ejemplo de humanidad pero, aún más, nos ha dado la versión último y definitiva de cómo es Dios, qué piensa de nosotros y cuál es su actitud hacía nosotros los seres humanos. Creo que por eso es tan importante que Juan comenzara su escrito afirmando la humanidad de Jesús, de lo contrario la fe cristiana quedaría vacía de una buena parte de su contenido único y singular.


¿Qué significa para ti esta frase de uno de los padres de la iglesia: "El se hizo lo que somos nosotros, para hacernos lo que Él es?