Es imposible, en efecto, que quienes fueron un día iluminados, saborearon el don celestial, participaron del Espíritu Santo, gustaron la dulzura del mensaje divino y experimentaron las maravillas del mundo futuro, y a pesar de ello apostataron, puedan de nuevo convertirse y renovarse. Lo que hacen es crucificar otra vez en sí mismos al Hijo de Dios y exponerlo a público escarnio. (Hebreos 6:4-6)

Este pasaje habla acerca de la apostasía; término griego que significa colocarse fuera de. De forma práctica, aunque no exclusiva, ha sido usado para definir el proceso consciente e intencional de renunciar a una determinada fe. Esto nos plantea el problema de si es posible o no el perder la salvación. La comunidad de los creyentes está dividida al respecto en función de la teología de cada grupo. Los hay que defienden a capa y espada la imposibilidad de perderla y aquellos que con el mismo vigor defienden la posibilidad; estos últimos utilizan, entre otros, los versículos aquí reproducidos. Hay que decir que los que sostienen la postura contraria también poseen una buena batería de pasajes bíblicos que dan fuerza a su argumento.

En mi humilde opinión -que estoy convencido que no agradará ni a unos ni a otros- nos encontramos ante un dilema. Se hace preciso, pues, definir qué quiero decir por dilema. Se trata de una realidad que no podemos resolver pero tampoco podemos evitar. La posibilidad de perder la salvación entra dentro de esa categoría; no lo vamos a resolver pero tampoco lo podemos evitar. El libre albedrío y la predestinación, la doble naturaleza de Jesús y otros tantos que nos enfrentan con la realidad de que, a pesar que no nos guste, no todo es blanco o negro el la revelación de Dios y existen amplias zonas de grises.

Un amigo mío, griego por más señas, hablando en una ocasión sobre estos temas me dio un consejo muy sabio que trato de seguir desde entonces. Félix, me comento, deja que los pasajes que hablan de la seguridad de la salvación te conforten y animen; al mismo tiempo permite que aquellos que hablan acerca de la posibilidad de perderla te mantengan vigilantes y alertas.


¿Qué te hace pensar el consejo de mi amigo?






Es imposible, en efecto, que quienes fueron un día iluminados, saborearon el don celestial, participaron del Espíritu Santo, gustaron la dulzura del mensaje divino y experimentaron las maravillas del mundo futuro, y a pesar de ello apostataron, puedan de nuevo convertirse y renovarse. Lo que hacen es crucificar otra vez en sí mismos al Hijo de Dios y exponerlo a público escarnio. (Hebreos 6:4-6)

Este pasaje habla acerca de la apostasía; término griego que significa colocarse fuera de. De forma práctica, aunque no exclusiva, ha sido usado para definir el proceso consciente e intencional de renunciar a una determinada fe. Esto nos plantea el problema de si es posible o no el perder la salvación. La comunidad de los creyentes está dividida al respecto en función de la teología de cada grupo. Los hay que defienden a capa y espada la imposibilidad de perderla y aquellos que con el mismo vigor defienden la posibilidad; estos últimos utilizan, entre otros, los versículos aquí reproducidos. Hay que decir que los que sostienen la postura contraria también poseen una buena batería de pasajes bíblicos que dan fuerza a su argumento.

En mi humilde opinión -que estoy convencido que no agradará ni a unos ni a otros- nos encontramos ante un dilema. Se hace preciso, pues, definir qué quiero decir por dilema. Se trata de una realidad que no podemos resolver pero tampoco podemos evitar. La posibilidad de perder la salvación entra dentro de esa categoría; no lo vamos a resolver pero tampoco lo podemos evitar. El libre albedrío y la predestinación, la doble naturaleza de Jesús y otros tantos que nos enfrentan con la realidad de que, a pesar que no nos guste, no todo es blanco o negro el la revelación de Dios y existen amplias zonas de grises.

Un amigo mío, griego por más señas, hablando en una ocasión sobre estos temas me dio un consejo muy sabio que trato de seguir desde entonces. Félix, me comento, deja que los pasajes que hablan de la seguridad de la salvación te conforten y animen; al mismo tiempo permite que aquellos que hablan acerca de la posibilidad de perderla te mantengan vigilantes y alertas.


¿Qué te hace pensar el consejo de mi amigo?






Es imposible, en efecto, que quienes fueron un día iluminados, saborearon el don celestial, participaron del Espíritu Santo, gustaron la dulzura del mensaje divino y experimentaron las maravillas del mundo futuro, y a pesar de ello apostataron, puedan de nuevo convertirse y renovarse. Lo que hacen es crucificar otra vez en sí mismos al Hijo de Dios y exponerlo a público escarnio. (Hebreos 6:4-6)

Este pasaje habla acerca de la apostasía; término griego que significa colocarse fuera de. De forma práctica, aunque no exclusiva, ha sido usado para definir el proceso consciente e intencional de renunciar a una determinada fe. Esto nos plantea el problema de si es posible o no el perder la salvación. La comunidad de los creyentes está dividida al respecto en función de la teología de cada grupo. Los hay que defienden a capa y espada la imposibilidad de perderla y aquellos que con el mismo vigor defienden la posibilidad; estos últimos utilizan, entre otros, los versículos aquí reproducidos. Hay que decir que los que sostienen la postura contraria también poseen una buena batería de pasajes bíblicos que dan fuerza a su argumento.

En mi humilde opinión -que estoy convencido que no agradará ni a unos ni a otros- nos encontramos ante un dilema. Se hace preciso, pues, definir qué quiero decir por dilema. Se trata de una realidad que no podemos resolver pero tampoco podemos evitar. La posibilidad de perder la salvación entra dentro de esa categoría; no lo vamos a resolver pero tampoco lo podemos evitar. El libre albedrío y la predestinación, la doble naturaleza de Jesús y otros tantos que nos enfrentan con la realidad de que, a pesar que no nos guste, no todo es blanco o negro el la revelación de Dios y existen amplias zonas de grises.

Un amigo mío, griego por más señas, hablando en una ocasión sobre estos temas me dio un consejo muy sabio que trato de seguir desde entonces. Félix, me comento, deja que los pasajes que hablan de la seguridad de la salvación te conforten y animen; al mismo tiempo permite que aquellos que hablan acerca de la posibilidad de perderla te mantengan vigilantes y alertas.


¿Qué te hace pensar el consejo de mi amigo?