Nos imaginan tristes, y estamos siempre alegres; parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo tenemos todo. (2 Corintios 6:10)


Hace ya tiempo que mi esposa Sara y yo oramos juntos poniendo el día y las actividades que el mismo traerá en las manos de Dios. Una de las cosas que siempre le pedimos al Señor es que nos ayude a añadir valor a la vida de las personas con las que interactuaremos a lo largo de ese día. Algunas de esas interacciones serán intencionales, otras serán casuales; pero en todas ellas deseamos bendecir a todo aquel que ese día estará, de una manera u otra en nuestra camino. Cuando el día llega a su final y cada uno de nosotros lo analizamos en la presencia de Dios, ese es uno de los criterios que utilizamos para evaluar cómo hemos vivido; ¿Hemos añadido valor a  la vida de las personas? ¿Hemos sido de bendición para ellas? Al leer estas palabras del apóstol Pablo dirigidas a los corintios mi motivación para vivir de esta forma se ha reforzado, porque al fin y al cabo que valor tiene una vida que no aporta valor o bendición a la vida de otros. 


¿En qué medida tu vida aporta valor a la de otros?








Nos imaginan tristes, y estamos siempre alegres; parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo tenemos todo. (2 Corintios 6:10)


Hace ya tiempo que mi esposa Sara y yo oramos juntos poniendo el día y las actividades que el mismo traerá en las manos de Dios. Una de las cosas que siempre le pedimos al Señor es que nos ayude a añadir valor a la vida de las personas con las que interactuaremos a lo largo de ese día. Algunas de esas interacciones serán intencionales, otras serán casuales; pero en todas ellas deseamos bendecir a todo aquel que ese día estará, de una manera u otra en nuestra camino. Cuando el día llega a su final y cada uno de nosotros lo analizamos en la presencia de Dios, ese es uno de los criterios que utilizamos para evaluar cómo hemos vivido; ¿Hemos añadido valor a  la vida de las personas? ¿Hemos sido de bendición para ellas? Al leer estas palabras del apóstol Pablo dirigidas a los corintios mi motivación para vivir de esta forma se ha reforzado, porque al fin y al cabo que valor tiene una vida que no aporta valor o bendición a la vida de otros. 


¿En qué medida tu vida aporta valor a la de otros?








Nos imaginan tristes, y estamos siempre alegres; parecemos pobres, y enriquecemos a muchos; damos la impresión de no tener nada, y lo tenemos todo. (2 Corintios 6:10)


Hace ya tiempo que mi esposa Sara y yo oramos juntos poniendo el día y las actividades que el mismo traerá en las manos de Dios. Una de las cosas que siempre le pedimos al Señor es que nos ayude a añadir valor a la vida de las personas con las que interactuaremos a lo largo de ese día. Algunas de esas interacciones serán intencionales, otras serán casuales; pero en todas ellas deseamos bendecir a todo aquel que ese día estará, de una manera u otra en nuestra camino. Cuando el día llega a su final y cada uno de nosotros lo analizamos en la presencia de Dios, ese es uno de los criterios que utilizamos para evaluar cómo hemos vivido; ¿Hemos añadido valor a  la vida de las personas? ¿Hemos sido de bendición para ellas? Al leer estas palabras del apóstol Pablo dirigidas a los corintios mi motivación para vivir de esta forma se ha reforzado, porque al fin y al cabo que valor tiene una vida que no aporta valor o bendición a la vida de otros. 


¿En qué medida tu vida aporta valor a la de otros?