En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe. (Gálatas 6:10)


Es curioso, llevó más de cuarenta años en el seguimiento de Jesús y he contemplado, incluso he participado, en intensas y apasionadas polémicas y discusiones acerca de la doctrina cristiana; disputas sobre la predestinación y el libre albedrío, los carismas del Espíritu Santo y su actualidad, el gobierno de la iglesia, el papel de la mujer en la misma, los métodos y estrategias de evangelización, la pérdida o no de la salvación y, naturalmente, la naturaleza e interpretación de todo lo relacionado con los últimos tiempos.

Sin embargo, a pesar de mi larga trayectoria, no recuerdo, y menos aún en las redes sociales, ninguna de esas disputas acerca de cómo hacer más y mejor el bien. Cómo ser más intencionales y proactivos en bendecir de una forma indiscriminada, como nos enseña el apóstol, a todos los que nos rodean, sin distinción, sin excepción. Parece que algo tan esencial, tan nuclear, tan prioritario, tan cercano al corazón de Jesús no despierte el más mínimo interés en sus seguidores que, lamentablemente nos desgastamos una y otra vez en disputas que carecen, en mi humilde opinión, de importancia y prioridad.

El mandamiento ¡Qué selectivos somos en escoger los mandamientos que nos interesan y nos parecen clave! es claro: debemos vivir haciendo el bien a todos sin excepción; sin duda especialmente, pero no exclusivamente a los hermanos en la fe. Pablo nos invita a levantarnos y poner en oración el día pidiéndole al Señor oportunidades para hacer el bien. Valdría la pena acabar ese mismo día evaluando hasta qué punto hemos sido consecuentes en hacerlo.


¿Cómo podrías incorporar esto en tu vida práctica?










En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe. (Gálatas 6:10)


Es curioso, llevó más de cuarenta años en el seguimiento de Jesús y he contemplado, incluso he participado, en intensas y apasionadas polémicas y discusiones acerca de la doctrina cristiana; disputas sobre la predestinación y el libre albedrío, los carismas del Espíritu Santo y su actualidad, el gobierno de la iglesia, el papel de la mujer en la misma, los métodos y estrategias de evangelización, la pérdida o no de la salvación y, naturalmente, la naturaleza e interpretación de todo lo relacionado con los últimos tiempos.

Sin embargo, a pesar de mi larga trayectoria, no recuerdo, y menos aún en las redes sociales, ninguna de esas disputas acerca de cómo hacer más y mejor el bien. Cómo ser más intencionales y proactivos en bendecir de una forma indiscriminada, como nos enseña el apóstol, a todos los que nos rodean, sin distinción, sin excepción. Parece que algo tan esencial, tan nuclear, tan prioritario, tan cercano al corazón de Jesús no despierte el más mínimo interés en sus seguidores que, lamentablemente nos desgastamos una y otra vez en disputas que carecen, en mi humilde opinión, de importancia y prioridad.

El mandamiento ¡Qué selectivos somos en escoger los mandamientos que nos interesan y nos parecen clave! es claro: debemos vivir haciendo el bien a todos sin excepción; sin duda especialmente, pero no exclusivamente a los hermanos en la fe. Pablo nos invita a levantarnos y poner en oración el día pidiéndole al Señor oportunidades para hacer el bien. Valdría la pena acabar ese mismo día evaluando hasta qué punto hemos sido consecuentes en hacerlo.


¿Cómo podrías incorporar esto en tu vida práctica?










En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe. (Gálatas 6:10)


Es curioso, llevó más de cuarenta años en el seguimiento de Jesús y he contemplado, incluso he participado, en intensas y apasionadas polémicas y discusiones acerca de la doctrina cristiana; disputas sobre la predestinación y el libre albedrío, los carismas del Espíritu Santo y su actualidad, el gobierno de la iglesia, el papel de la mujer en la misma, los métodos y estrategias de evangelización, la pérdida o no de la salvación y, naturalmente, la naturaleza e interpretación de todo lo relacionado con los últimos tiempos.

Sin embargo, a pesar de mi larga trayectoria, no recuerdo, y menos aún en las redes sociales, ninguna de esas disputas acerca de cómo hacer más y mejor el bien. Cómo ser más intencionales y proactivos en bendecir de una forma indiscriminada, como nos enseña el apóstol, a todos los que nos rodean, sin distinción, sin excepción. Parece que algo tan esencial, tan nuclear, tan prioritario, tan cercano al corazón de Jesús no despierte el más mínimo interés en sus seguidores que, lamentablemente nos desgastamos una y otra vez en disputas que carecen, en mi humilde opinión, de importancia y prioridad.

El mandamiento ¡Qué selectivos somos en escoger los mandamientos que nos interesan y nos parecen clave! es claro: debemos vivir haciendo el bien a todos sin excepción; sin duda especialmente, pero no exclusivamente a los hermanos en la fe. Pablo nos invita a levantarnos y poner en oración el día pidiéndole al Señor oportunidades para hacer el bien. Valdría la pena acabar ese mismo día evaluando hasta qué punto hemos sido consecuentes en hacerlo.


¿Cómo podrías incorporar esto en tu vida práctica?