Lo que somos a Dios se lo debemos. (Efesios 2:10)

Al escribir estas palabras tengo 61 años y puede mirar hacia atrás con cierta perspectiva, la que da la edad. Al observar tengo un sentido de amplia satisfacción. Sin duda tuve y todavía tengo sombras y luces y soy consciente de que algunas de las primeras me seguirán a lo largo de todos los años de mi peregrinar en esta tierra. Me siento relativamente y saludablemente orgulloso de lo que he podido llevar a cabo en el ministerio y, especialmente, porque ese es mi principal criterio de valoración, por haber podido impactar la vida de personas. Han sido muchos años y puedo afirmar que bien vividos. Claro que hay cosas que podrían ser diferentes. No dudo que hubiera podido tomar otras decisiones y, nuevamente con la perspectiva que dan los años, me doy cuenta que hubo prioridades equivocadas, orientaciones erróneas y fallos garrafales. Sin embargo, y a pesar de todo tengo un sentimiento de satisfacción. Pero lo que deseo es poner las cosas en su sitio; estoy total y absolutamente de acuerdo con el apóstol que lo que soy se lo debo a Dios. Como afirmaba el propio Pablo escribiendo a los corintios: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. ¿Hubiera podido ser más? ¡Sin duda! Pero lo logrado es y será por la gracia de Dios y a Él siempre estaré en deuda.

Si lees estas palabras puedes verlas en retrospectiva –como yo- o bien en prospectiva, es decir, hacia delante. Si lo haces del primer modo, reconoce y da gracias al Señor por lo que eres, porque a Él se lo debes. También reflexiona sobre lo que hubieras podido ser de haber permitido más el trabajo del Señor en tu vida. Si lo haces del segundo modo piensa en todo aquello que Dios quiere y puede hacer en tu vida si se lo permites.



¿Cómo miras tu vida,  qué ves?


Lo que somos a Dios se lo debemos. (Efesios 2:10)

Al escribir estas palabras tengo 61 años y puede mirar hacia atrás con cierta perspectiva, la que da la edad. Al observar tengo un sentido de amplia satisfacción. Sin duda tuve y todavía tengo sombras y luces y soy consciente de que algunas de las primeras me seguirán a lo largo de todos los años de mi peregrinar en esta tierra. Me siento relativamente y saludablemente orgulloso de lo que he podido llevar a cabo en el ministerio y, especialmente, porque ese es mi principal criterio de valoración, por haber podido impactar la vida de personas. Han sido muchos años y puedo afirmar que bien vividos. Claro que hay cosas que podrían ser diferentes. No dudo que hubiera podido tomar otras decisiones y, nuevamente con la perspectiva que dan los años, me doy cuenta que hubo prioridades equivocadas, orientaciones erróneas y fallos garrafales. Sin embargo, y a pesar de todo tengo un sentimiento de satisfacción. Pero lo que deseo es poner las cosas en su sitio; estoy total y absolutamente de acuerdo con el apóstol que lo que soy se lo debo a Dios. Como afirmaba el propio Pablo escribiendo a los corintios: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. ¿Hubiera podido ser más? ¡Sin duda! Pero lo logrado es y será por la gracia de Dios y a Él siempre estaré en deuda.

Si lees estas palabras puedes verlas en retrospectiva –como yo- o bien en prospectiva, es decir, hacia delante. Si lo haces del primer modo, reconoce y da gracias al Señor por lo que eres, porque a Él se lo debes. También reflexiona sobre lo que hubieras podido ser de haber permitido más el trabajo del Señor en tu vida. Si lo haces del segundo modo piensa en todo aquello que Dios quiere y puede hacer en tu vida si se lo permites.



¿Cómo miras tu vida,  qué ves?


Lo que somos a Dios se lo debemos. (Efesios 2:10)

Al escribir estas palabras tengo 61 años y puede mirar hacia atrás con cierta perspectiva, la que da la edad. Al observar tengo un sentido de amplia satisfacción. Sin duda tuve y todavía tengo sombras y luces y soy consciente de que algunas de las primeras me seguirán a lo largo de todos los años de mi peregrinar en esta tierra. Me siento relativamente y saludablemente orgulloso de lo que he podido llevar a cabo en el ministerio y, especialmente, porque ese es mi principal criterio de valoración, por haber podido impactar la vida de personas. Han sido muchos años y puedo afirmar que bien vividos. Claro que hay cosas que podrían ser diferentes. No dudo que hubiera podido tomar otras decisiones y, nuevamente con la perspectiva que dan los años, me doy cuenta que hubo prioridades equivocadas, orientaciones erróneas y fallos garrafales. Sin embargo, y a pesar de todo tengo un sentimiento de satisfacción. Pero lo que deseo es poner las cosas en su sitio; estoy total y absolutamente de acuerdo con el apóstol que lo que soy se lo debo a Dios. Como afirmaba el propio Pablo escribiendo a los corintios: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. ¿Hubiera podido ser más? ¡Sin duda! Pero lo logrado es y será por la gracia de Dios y a Él siempre estaré en deuda.

Si lees estas palabras puedes verlas en retrospectiva –como yo- o bien en prospectiva, es decir, hacia delante. Si lo haces del primer modo, reconoce y da gracias al Señor por lo que eres, porque a Él se lo debes. También reflexiona sobre lo que hubieras podido ser de haber permitido más el trabajo del Señor en tu vida. Si lo haces del segundo modo piensa en todo aquello que Dios quiere y puede hacer en tu vida si se lo permites.



¿Cómo miras tu vida,  qué ves?